Jun Togawa: la mosca en la sopa del pop nipón

Por Jaime Moreno.

El libro Rokku: una historia del rock japonés (Quarentena) se ha publicado recientemente. Web www.akaneindie.com Twitter: @akane_indie

 

 

 

En una entrevista reciente, Jun Togawa, la reina del pop bizarro japonés, admitía su fascinación por los gusanos. Para satisfacer esta sed, dice la cantante, desde niña visita con cierta frecuencia el Museo del Parásito de Meguro, Tokyo. No es un museo cualquiera, como el lector adivinará, es un lugar en movimiento en el que las vitrinas son también terrarios. Bajo el microscopio, las piezas expuestas son turbadoras y viscosas. Para Jun Togawa, el sitio es un cajón de sastre, algo en lo que hurgar.

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Los discos de Togawa están llenos de fantasías viscerales o escatológicas: brazos amputados, sangre, lombrices y crisálidas. Esta sería la línea argumental, la nube de tags de sus treinta años de carrera. Pero hay algo más, algo que le impide perderse en el espacio de los culturalmente leprosos, algo que la mantiene en la órbita del planeta pop. Jun Togawa, en efecto, ha vivido siempre en el umbral. Es como si jugara a la fealdad, a sabiendas de que todo el mundo quiere ver en ella a una sex symbol.  Trae a la mente a Lady Gaga. Togawa, sin embargo, no es un timo corporativo y siempre ha sido verdaderamente única.

 

Comenzó en 1979, durante la marea punk. Entonces cantaba en el grupo Halmens, al que también perteneció Maki Nomiya, futura líder de Pizzicato Five. Del art-punk, hacia 1981, surgió Guernica, un trío que evocaba el colonialismo cool de los años treinta: Shanghái y Hong Kong y otros lugares de elegancia subtropical donde, a treinta y cinco grados de temperatura, se bebía el té como si nada bajo la hélice febril de los ventiladores. Guernica eran teatro y sintetizadores, a veces violines. Eso es Jun Togawa.

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Durante los años 80, se convirtió en una pequeña referencia de la cultura popular japonesa. La invitaron a programas de televisión, la contrataron para rodar «modernos» anuncios de retretes y la entrevistaron a menudo. Ella se mantuvo siempre con un pie en el limbo: rompía a llorar delante de las cámaras, improvisaba rutinas que dejaban al público atónito y respondía a felices preguntas pop hablando de cuándo le venía la regla. A los periodistas, hasta que podían dar paso a la publicidad, les caía una lenta lágrima de sudor por la frente.

Este vídeo, una especie de actuación en un show de variedades nipón, también lleva la marca extraterrestre de Jun Togawa; te darás cuenta, sobre todo, si lo ves hasta el final.

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Desde un punto de vista musical, lo más interesante es su voz. A veces, uno tiene la impresión de que su forma de cantar (discordante a propósito) oculta melodías potencialmente comerciales. Y esto también es Jun Togawa: una metamorfosis perpetua. Su disco más conocido es Suki Suki Daisuki (1985), aunque su pertenencia a Yapoos (ヤプーズ), más o menos en activo entre 1985 y 1995, le ha traído bastante éxito. Ha tenido momentos cinematográficos y ha vivido entre bambalinas, interpretando a Chejov entre otros. Y las colaboraciones han sido muchas y muy interesantes. 20th Jun Togawa, un espléndido álbum de versiones, permite comprobar hasta qué punto se desvía del canon.

 

Ella misma se explica así:

“Mis canciones han sido siempre recibidas con críticas buenas y horribles por igual. A quienes no les gusta mi música dicen que hace a la gente sentirse incómoda, ya que escribo sobre cosas como humanos que se vuelven insectos. Hay quien encuentra mis discos desagradables, físicamente desagradables, y hay quien se niega a aceptarlos como música. Dicen que la música debe entretener y divertir a la gente, emanar felicidad… Me inquieta tanto esa idea…”

Supongo que estamos hablando de pop, un estilo limpio e inocente. Quienes aceptan a Jun Togawa, aceptan también las transgresiones de su propuesta. Que el pop sea equiparado a un trozo de carne que se descompone, por ejemplo, es una blasfemia. Pero ella no quiere quemar los puentes, no quiere dejar de ser mediática. Es su condición de intrusa en este mundo de música previsible y celebrities insulsas lo que la hace tan atractiva.


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