Tenían 20 años…

TENÍAN VEINTE AÑOS Y ESTABAN LOCOS
Edición de LUNA MIGUEL
Edita: La Bella Varsovia, 2011.
 
Por Jorge Díaz Martínez
 
Siempre es satisfactorio comprobar que, efectivamente, la poesía no ha muerto. Luna Miguel se encarga de recordárnoslo desde el título de sus libros y desde la antología Tenían 20 años y estaban locos, editada por La Bella Varsovia.
 
Presenta varias virtudes esta sorprendente antología de poesía joven. La primera es que no se parece a la típica antología de poesía joven. No contiene un programa estético enarbolado a modo de etiqueta de guerra o solapado en burdas pedanterías, no defiende ningún cambio concreto de poética, simplemente señala la natural alternativa generacional mediante la anunciación de una nueva hornada de poetas prolíficos y calientes. No se orienta contra ninguna escuela precedente ni excluye a otras tendencias coetáneas pero opuestas, precisamente porque aúna una diversidad de poéticas realmente independientes. No es diferenciadora, sino integradora. Tampoco es pretenciosa, se anuncia como lo que es: simplemente un catálogo de nuevas voces frescas.  Y por último, se trata de una antología de poesía joven donde los poetas son realmente jóvenes.
 
Por eso, la única particularidad que aglutina a los seleccionados sobrepasa los márgenes de la literatura: su pertenencia a una generación que ha crecido (nacido, casi) teniendo la world wide web como medio natural de comunicación y, por ende, también como soporte directo de la literatura, ya sea como emisores o como receptores.
 
Otros rasgos comunes que pudieran deducirse de las poéticas de algunos de los elegidos no serían, con mucho, aplicables al conjunto de ellos. No obstante, sí me atrevo a advertir una cierta frescura y desenfado en el tono que, sin ser tampoco completa novedad, puede empezar a verse como una actitud normalizada, en vez de como una extraña ferocidad marginal o heterodoxa. Y es que hace treinta años ya de la Movida. Lo suficiente, por lo visto, para que las letras se desperecen y despabilen un poco. No es raro, por eso, que  alguno de estos poetas pueda pensar que, a día de hoy, un tono serio no es una propuesta seria. Y menos a los veinte. Pero, como decía, no existe una tendencia homogénea y creo que eso también debería verse como un signo de salud. Incluso diría que una iniciativa como esta, capaz de agrupar en una misma edición a autores de tan distinto corte, es una buena forma de dejar en evidencia lo infantiles y ridículas que resultan las tradicionales trifulcas entre pandillas rivales de poetas.
 
Y, realmente, ¿merecen la pena estos nuevos poetas? ¿Tienen algo que decir? ¿No son más de lo mismo? ¿Aportan algo? Mi opinión puede deducirse del párrafo primero. Sólo quiero añadir que, a pesar de las sorpresas que depara la lectura, este muestrario es solo una parte de un proyecto más amplio que bajo el mismo título continúa incorporando apellidos al parnaso de jóvenes poetas y cuyas actualizaciones pueden seguirse on line en el tumblr de Tenían veinte años y estaban locos.
 

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