CANTO ERRANTE seguido de MEMORIAL DE AGRAVIOS

 

CANTO ERRANTE seguido de MEMORIAL DE AGRAVIOS
 
Mercedes Roffé
 

Amargord ediciones. 91 pág.

 

Por Begoña Callejón Aliaga

 

Mercedes Roffé es considerada una de las voces argentinas más representativas y enigmáticas que siguieron a la querida Alejandra Pizarnik. Poeta, traductora y editora. A pesar de haber nacido en Buenos Aires, desde 1995 vive en Nueva York. Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, italiano, rumano y alemán. Con casi una decena de libros publicados, desde 1998 dirige el sello Ediciones Pen Press, dedicado a publicar plaquettes y pliegos de poesía contemporánea en lengua española, y de otras lenguas en traducción al español. Entre las distintas distinciones obtenidas, en el 2001 obtuvo una Beca de la Fundación John Simon Guggenheim y, en el 2011, una Beca del Civitella Ranieri Foundation Center (Umbría, Italia).

 

Su obra constituye uno de los más remarcables ejemplos de la lucha que el poema continúa librando por restituirles a las palabras los significados que les fueron despojados, según nos dice Raúl Zurita.

 

Su poesía es original, consigue romper con las fronteras que le rodean. Al igual que emprende un retorno al pasado, consigue mostrarnos sus circunstancias y hacernos ver por qué escribe. Sus palabras iluminan, ofrecen al lector una nueva perspectiva de lo que es la poesía hoy día. Cala, absorbe, es casi intuitiva y logra que el lector se pregunte qué hay detrás de esos versos, dónde está ella, su yo poético, su esencia. Podemos decir que es una voz indispensable y con gran proyección.

 

Su sabiduría se ve reflejada en cada uno de los versos, nos atrapa con fuerza para luego liberarnos, nos envuelve, nos arropa como bebés y después de habernos enseñado a caminar nos deja solos ante la vida, ante nuestro día a día, ante la cotidianeidad que a veces es tan difícil sobrellevar. Nos da una dosis de su veneno, de su reconstituyente, de su pasión; nos quedamos aturdidos ante las letras de Mercedes pero salimos rejuvenecidos después de haber leído el poemario que aquí nos presenta.

 

Nos encontramos con dos poemarios unidos, por un lado Canto errante seguido de Memorial de agravios. Ambos similares y distintos, una lluvia de imágenes, de arco iris, de desesperanza; todo ello está mezclado como en una batidora y tiene como resultado un estado bipolar de emociones.

 

Mientras que Canto errante es un libro indispensable, cargado de fuerza y seguridad, Memorial de agravios según nos dice Armando Romero es el dolor, la memoria desgarrante, no es ya el deseo, sino su ausencia, no es el rito de los cuerpos sino el taladro del pensamiento, no la danza sino el estatismo de una mirada interna, implacable.

 

Canto errante, que comienza con unos versos de la admirada Olga Orozco, nos dice: violencia del vientre en la creación/ Bajo qué signo aciago hemos nacido. Nos introduce en bóvedas febriles, lenguas de monstruo, pasadizos de laberinto, altares maldecidos, cajones de muerto, alquimia, huesos, silencio, danzas, ceremonias y  juegos. Nos advierte que: Un ángel loco va de tumba en tumba/ en busca de mi nombre/ y no sabe que mi nombre es tu nombre/ y no sabe que mi nombre es su nombre.

 

Memorial de agravios nos sorprende porque deja atrás el verso para introducirse en la prosa poética. Breves líneas, textos que nos conmueven y nos hacen vibrar. Nos dice: Mira con la dignidad que anda la melancolía. Como si llovieran jacintos a sus pies. Como si retirara cintas de raso, tules, corolas diminutas, con la punta de su ridículo escarpín. Nos adentra en la sequía, en las transparencias, en las fugas, en las superficies agotadas, en el cansancio, en las naves sin timón, en el sueño, en los orinales, en la imperfección, en la desazón, en la torpeza, en la intermitencia, de los animales, del hielo, de la tradición y del cielo sin estrellas. Finalmente nos vuelve a dejar atónitos con sus palabras: Duélete de los pájaros. A cada cual lo abandonó algún regazo. Cada cual ha fundado un nido por despecho.

 

Este libro merece la pena ser leído, disfrutado. Unas letras de calidad con las que no debemos tener miedo a desaparecer.

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