Llenad la tierra, Juan Carlos Márquez

Por Recaredo Veredas

Juan Carlos Márquez

Los maestros del realismo sucio son conocidos por su descripción de la cotidianeidad. Sin embargo uno de sus grandes méritos es la facilidad con que insertan elementos inquietantes, casi terroríficos, que desplazan la narración de lo anodino hacia terrenos literarios. En “Llenad la tierra” lo extraordinario y lo cotidiano conviven con suma soltura, como ocurre en los mejores relatos tanto de los norteamericanos como del maestro Kafka. Así sucede porque los personajes reaccionan ante lo increíble con normalidad, asumiendo su presencia como un ingrediente más de la vida (un comportamiento, por otro lado, más que realista. Nuestra vida está llena de hechos insólitos a los que no prestamos la menor atención). El Kafka más perplejo y silencioso también aparece en “Llenad la tierra”, por ejemplo en la actitud de ese indio que espera detener al ferrocarril.

Juan Carlos Márquez es capaz, como ya demostró en “América profunda”, de viajar a otras latitudes y de introducirse con pericia en personajes lejanos, sin que sus incursiones –al menos en apariencia- provoquen lo inverosímil o lo forzado. En “Llenad la tierra” repite tan difícil logro, por ejemplo cuando nos transmite los complejos sentimientos de un futbolista alemán de los setenta, acosado por una prostituta menor de edad. Tamaños  trayectos no implican que Márquez se aleje de los problemas más terribles de nuestra sociedad, como los préstamos hipotecarios.

Otro los dones más preciados por los relatistas es la capacidad para conseguir que la narración gire hacia una dirección diferente de la prevista, manteniendo al mismo tiempo la coherencia.  Es decir, que pese a su carácter epifánico, el relato posea una adecuada densidad de historia y pueda crecer y romperse, alejándose así de la anécdota. Una virtud al alcance de pocos, de la que es maestro, por ejemplo, Tobias Wolff y que Márquez comienza a dominar.

“Llenad la tierra” es un libro unitario a su pesar. Porque, aunque contenga una considerable diversidad de recursos, narradores, temas y distancias, de cuya variedad parece deducirse cierta huida de la unidad, subyace su contundencia y su nitidez. Márquez mantiene una excelente relación con  la palabra justa, lo que se percibe tanto en sus relatos más breves y brutales como en sus narraciones de largo recorrido. Tanto en los más sintéticos como en los más líricos. Un libro, concluyendo, notable con momentos sobresalientes, que emplazan a su autor cerca de maestros del género, como Quim Monzó o su compañero de generación Jon Bilbao.

Más información:

Llenad la tierra. Juan Carlos Márquez

Colección Reloj de Arena, Menoscuarto Ediciones

ISBN: 978-84-96675-54-4

161 páginas. 14,50 €.

3 thoughts on “Llenad la tierra, Juan Carlos Márquez

  • el 4 enero, 2011 a las 10:11 am
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    Vaya librito me habéis hecho comprar!! Que se parece a Quim Monzó, sí, sospechosamente, pero de «cerca del maestro» nada de nada, está a años luz!
    Yo nunca habría recomentado este libro, lo siento. Por qué? Porque es un claro ejemplo de libro prescindible que podríamos haber ahorrado. Por qué? Porque cuando rebasamos la lectura de más de la mitad del volumen llegamos a la conclusión prístina: su autor no sabe narrar, tiene miedo a narrar, nunca pasa de la anécdota, de fragmentos de historia, y es incapaz de armar nada más extenso, con más momentos, más personajes y matices, verdaderas historias. Lo tengo que decir: en todo el libro no hay ni una verdadera historia que haya leído con fruición de lector.
    ¡Subamos el listón! Eso no hace mal a nadie, y hay demasiados libros. ¡Subamos el listón!

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  • el 22 enero, 2011 a las 3:58 pm
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    Querido Adrián, Nacho, José Antonio, yo no tengo la culpa de que tu relato no fuera escogido para esa antología ni de que tu novelita sea invisible y mucho menos de que los tontos no descansen.

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  • el 19 marzo, 2011 a las 10:34 am
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    Supongo que quien me responde no es el autor del libro, no? sino algún enemigo que se hace pasar por él para dejarlo mal.
    Así que no voy a responder, yo no quiero dañar la imagen de nadie, solo daba mi opinión sobre un libro que no me ha gustado.

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