Por Alberto Basas.

 

Resulta difícil encontrarse con propuestas teatrales cuya estética, ritmo y aire tengan mucho que ver con lo cinematográfico. Robert Lepage, dramaturgo y cineasta canadiense nos sorprende con JUEGO DE CARTAS y su primera parte de esta tetralogía: PICAS. Bajo el pretexto que nos da este palo de la baraja, Lepage y su grupo de actores exploran el amplio y manido tema de la guerra. Cuando menos, arriesgado.

 

Nos encontramos ante una pieza de tres horas de duración en la que seis actores dan vida a una treintena de personajes. La acción acontece en Las Vegas, donde a pocos kilómetros hay construido un falso poblado iraquí.  Una dramaturgia que hilvana textos de Lepage y de los propios actores; un punto de encuentro entre múltiples personajes muy diversos, construidos a la perfección por un elenco soberbio. En definitiva una torre de Babel donde tienen cabida tres lenguajes para tejer esta historia de vidas cruzadas.

 

Un gran despliegue de medios para conseguir una estética atrapante de la que es imposible despistarse en las tres horas de duración. En una plataforma circular se construyen, como por arte de magia, los diferentes escenarios donde se lleva a cabo la acción. Magnífica la regiduría, que requiere unas quince personas bajo el escenario,  atentos a los cambios, en un ritmo ágil y en momentos frenético.

 

Lepage nos deleita con una pieza que comparte recursos y visiones estéticas con el arte cinematográfico, y lo hace de una forma muy acertada. Es de elogiar la capacidad de los actores para convertirse en uno u otro personaje,  la agilidad que poseen y la facilidad aparente que hace que el espectador no repare un solo momento en que el elenco es tan reducido: magistral. Se echa de menos en algún momento una buena tijera que aligere el texto y elimine escenas que no aportan gran interés a la trama ni a la vista; en ocasiones se requiere de unas puntadas más firmes que hagan del tejido algo más uniforme, concreto, depurado.

 

Un resultado, en definitiva, muy recomendable, donde destacan la estética, el despliegue de medios, y por encima de todo, una interpretación magistral