El revival de «Gilmore Girls: A Year in the Life»: Nostalgia

Por Marta Arranz

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Nostalgia. Ese es el sentimiento que rodea a este revival de “Las Chicas Gilmore”, tanto para los espectadores como para los personajes (y seguramente los actores). En el caso de los seguidores de la serie, este sentimiento de nostalgia se centra en los recuerdos que les vienen a la cabeza de las siete primeras temporadas de la tira. Pero en el caso de los personajes, este sentimiento se centra en la muerte de Richard Gilmore. Y es que podemos decir que este revival gira en torno a la muerte de este personaje, en cómo este suceso ha afectado a nuestras tres chicas Gilmore (Emily, Lorelai y Rory), sobre todo a la primera.

Esta nueva tanda de episodios de la serie recorre un año en la vida de las protagonistas, cuatro meses después de la muerte de Richard Gilmore. Así, durante cuatro episodios de hora y media (“Invierno”, “Primavera”, “Verano” y “Otoño”) hemos podido volver a disfrutar de las chicas Gilmore y ver cómo han cambiado sus vidas en estos ocho años, desde el final de la serie. El revival nos introduce a Rory con 32 años, la misma edad que tenía Lorelai cuando comenzó la serie, y con una vida profesional y sentimental un poco caótica. A Lorelai, que parece más estable sentimentalmente, pero que tiene algunos problemas a nivel profesional por la marcha de Sookie, su chef, socia y mejor amiga, aunque continúa al frente de su Dragonfly Inn. Y nos presenta a una Emily algo desconocida, que continúa siendo una mujer fuerte y manipuladora, pero que saca su lado más vulnerable y “alocado” al perder a su marido.

El revival en sí podemos decir que recoge la esencia principal de la serie, aquella que solo podían volver a recoger Amy Sherman-Palladino y Daniel Palladino, sus creadores originales, que tuvieron que abandonar la serie en la sexta temporada. Según ellos, el gran problema a la hora de retomar “Las Chicas Gilmore” era que ellos querían tomar como punto de partida la temporada en la que la dejaron, pues hace poco confesaron que ellos no habrían hecho algunas cosas como, por ejemplo, embarazar a Lane, la mejor amiga de Rory. Pero eso era ya imposible porque los espectadores habían visto la séptima temporada, una tanda de episodios que, además, precisamente, tuvo un final que no agradó a muchos de sus espectadores. El revival era muy deseado precisamente por eso, porque sus seguidores querían ver el final feliz que no tuvieron en la última temporada. Y quizá esta insistencia de sus fans por un nuevo cierre de la serie ha sido uno de los factores más importantes para que este revival se haya llevado a cabo finalmente.

Así, aunque los creadores tuvieron que hacer algunos ajustes a su idea original por este motivo, sin duda, la esencia de “Las Chicas Gilmore” la hemos podido ver. Y, sobre todo, por fin hemos podido conocer las cuatro famosas últimas palabras, que los creadores han conseguido mantener intactas tal y como las tenían en su idea original, aunque el impacto que han causado en esta tanda de episodios no es el mismo que hubieran tenido al final de la séptima temporada, pero en ambos casos están escogidas para provocar impacto y sorpresa en los espectadores, sin duda alguna.

Poco hay que criticar. Todos los actores aparecen en la tira, la emoción de seguidores y actores estaba, y aún está, a flor de piel, sus diálogos rápidos y su humor característico se pueden ver continuamente a lo largo de los cuatro episodios, incluso hemos podido ver algunos de los guiños más característicos de los autores como el personaje de Paul, que sin duda es el que más “marca Amy Sherman-Palladino” lleva. La única diferencia con las temporadas anteriores son los años, han pasado ocho años y las vidas de los personajes, sobre todo las de las tres chicas Gilmore, han dado muchas vueltas, especialmente tras la muerte de Richard Gilmore. Pero si hay algo que te muestra la serie es que la vida sigue y que, aunque las cosas cambien, la esencia de las personas permanece.

Así, hemos podido ver a una Lorelai con sus cambios de humor habituales, su cabezonería, su firmeza, su libertad para hacer lo que quiere y su característico humor, aunque con problemas distintos a los que podía tener hace años. A una Rory algo más “perdida”, con ganas de comerse el mundo como cuando salió de la universidad, pero con problemas mayores como el no conseguir un trabajo fijo o, lo que que es peor, un lugar fijo donde vivir, una Rory divertida, estudiosa, decidida, y, como es habitual, confundida con el amor; sin duda, ha sido el personaje que más ha cambiado en estos años, en cuanto a que la hemos visto con rumbo desconocido, en lugar de tenerlo todo planeado como anteriormente, pero forma parte de las situaciones a las que se ha visto sometida y de las decisiones que ha ido tomando. Y, por último, hemos visto a una Emily muy cambiada, quizá el personaje que más ha evolucionado, tras la muerte de su marido la vemos también muy perdida y, por supuesto, muy dolida, pero según van pasando los episodios vemos cómo se va liberando y cómo acaba encontrándose a sí misma, ahora que ya no tiene a Richard a su lado.

La única crítica que quizá cabría mencionar es el final: las famosas cuatro últimas palabras (en español tres), que lo cambian todo. Debo decir que como cierre de temporada me parece espectacular, pero como final de revival tengo sentimientos encontrados. Por una parte, considero que es admirable que después de tanto tiempo las palabras se hayan mantenido intactas, y que ante todo esta serie muestra que la vida sigue y que no es un “final de cuento, feliz” porque a la autora no le gusta dar ese tipo de finales. Y asegura que lo que quería mostrar con este final era “el círculo de la vida”. Pero, por otra parte, considero que cuando se lleva a cabo un revival es porque se quiere cerrar una serie, no para continuarla, y quizá el final tan abierto no concuerda mucho con la idea de revival. Además, la creadora ha afirmado que ha pasado un año muy intenso escribiendo la serie y que, de momento, no tiene intención de continuarla, que prefiere centrarse en otros proyectos. Por su parte, Netflix asegura que sí que quiere seguir con la serie, pero solo si es Amy Sherman-Palladino la que la continúa.

En definitiva, ha sido un revival marcado por la nostalgia por parte de sus seguidores y de sus actores. Tras ocho años se ha conseguido lo que parecía imposible, volver a revivir los diálogos rápidos e ingeniosos, el humor tan característico de los personajes, la relación tan especial de madre e hija entre Rory y Lorelai, los amores, los desamores, las peleas, las alegrías, y, en general, las relaciones entre sus personajes. Desde luego ha sido una experiencia preciosa para todos aquellos espectadores que se sentían identificados con ellas, especialmente madres e hijas, que han podido ver cómo los personajes de la serie habían cambiado y evolucionado al igual que ellas. Y quizá lo más especial de “Las Chicas Gilmore” es que si se hacen más episodios, este sentimiento seguirá siendo el mismo porque, al fin y al cabo, lo que muestra esta serie es que los episodios se han acabado, pero su vida sigue.

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