Sergio Vargas.
La cantautora mexicana ofreció un concierto terapéutico, tanto para el público como para ella. Fue la noche del sábado en Las Palmas con lleno hasta la bandera. Y es que antes que Jennifer López eligiera mal a sus novios, ya los elegía mal Julieta Venegas; son numerosas las canciones sobre rupturas amorosas que tiene Julieta. Se agradece que haya cambiado el chip y se muestre tan entusiasta y rebosante de alegría y gratitud. Presentaba su tour, Tu Historia, llamado igual que el título de su último álbum tan premiado y alabado por la crítica.

Como decía, Venegas tiene una simpatía natural y contagiosa como su risa alocada de niña traviesa. Vestía un traje azul hasta los tobillos, floreado y de tintes rancheros que se bamboleaba con sus delicadas manos de pianista. A ella le encanta “platicar” y lo hizo explicando algunas de las canciones, como con “lento”, donde nos dijo que no debemos dejarnos comer por la vorágine del mundo; para ella lo más importante son las personas a las que amamos y mejor no guardarnos las palabras porque cuando las ocultamos, nos pasará lo que cantó en “ debajo de mi lengua”. Seguirá incidiendo en dicho tema con “ En tu orilla” y llegaría su gusto por las canciones despechadas que formaron parte de su niñez en Tijuana (Mexico), como “Mismo amor” de estribillo pegadizo y algo discotequera.
Al igual que no faltó su acordeón – que da un tono folclórico a sus obras- no faltaron las canciones que todo el mundo esperaba: “Eres para mí”, “Andar conmigo” y “El presente”, que como bien dijo el presente es lo único que merece la pena para vivir.
Se trajo una buena banda bien compenetrada compuesta: por bajo, batería y guitarra dotando de un tono más electrónico a la velada que terminó con los bises de la famosa “ limón y sal” y grandes aplausos con “Ese camino” y levitando con “algo está cambiando”. Hora y media de buen rollito, de una artista inmensamente agradecida con el público canario, que siempre será bien acogida porque se deja querer desde el primer segundo.

