Por David Farré /
En cuanto entras en el precioso Parc dels Jardins de Pedralbes, sientes la vibración: una expectación tranquila pero emocionante. Tim empieza a cantar en medio de la multitud, se trata de “Lose Control” en versión acústica y con ese inconfundible sonido de trompeta de fondo. Todo el mundo mira hacia el escenario, solo para darse cuenta de que no está allí. Todos giramos la cabeza, siguiendo su voz y vitoreando con entusiasmo. Él atraviesa el mar de gente y finalmente llega al escenario, donde ahora se ve al resto de los miembros de la banda, hasta ocho músicos lo acompañan.
Todos en armonía, todos como uno sólo, se escuchan y debaten entre ellos mismos, se intercambian miradas para decidir cual será la canción que tocarán a continuación. Pues si una cosa bonita tiene los directos de James, es que el setlist va cambiando de actuación a actuación, y esto siempre lo hace algo especial. Los movimientos incontrolados y libres de Tim, tan fluidos, tan crudos, tan reales, al compás del violín de Saul, del dúo de bateristas de ensueño, David y Debbie, y la voz melancólica de Chloe que nos deleita con su serenata. Que más se pude pedir.
Esperamos ansiosos esos pocos segundos entre canciones, sin saber qué vendrá después, tirando por la borda todos los setlists que habíamos leído de los conciertos anteriores. Había algo rebelde en eso. Y a uno le sentía bien. Tim escanea al público y nos dice cuándo debemos sentarnos, porque todos nos hemos hecho mayores, y esa es la verdad. Se puede sentir al público, todos envejecidos como el buen vino, reviviendo su juventud bailando al son de la música, que les transporta a cuando se enamoraron por primera vez, o les rompieron el corazón, o compraron su primer coche, o recibieron su primer sueldo. Era un recuerdo compartido que se reproducía de forma diferente en cada mente. Un mar de gente cantando los famosos estribillos, pisando fuerte, aplaudiendo y moviéndose al ritmo con total libertad.
Hacia el final, tuvimos la suerte de que cayesen unas escasas gotas de lluvia, lo justo para refrescar la noche de verano, y nada más. En ese momento, secretamente esperaba oír las palabras «Fred Astaire», pero en su lugar oímos la palabra «Thunder», y me conformé con eso. El público vitoreó, sabiendo lo que vendría a continuación. Sí, ya sabéis de lo que estoy hablando, era el momento de “Sometimes” pues «There’s a storm outside», Cantamos a pleno pulmón, viendo verdaderamente el alma de los demás, todos desnudos, sin miedo a nada, y deseosos de celebrar juntos este momento como una multitud. Fue simplemente hermoso.
Para los que estéis deseosos de saber cual fue el setlist, os invitamos a que vayáis a sus conciertos, porque las canciones que podamos decir aquí tal vez no guardaran ninguna semejanza con lo que tocaran el día que los veáis, y eso es lo bonito de James. Pero tranquilos, casi os podremos asegurar que clásicos como “Laid”, “Getting Away With It (All Messed Up)”, “Sit down” o “Beautiful Beaches”, acabaran sonando. No os lo perdáis.



