Sergio Vargas.

Bajo un Anexo Estadio de Gran Canaria abarrotado (28000 personas aproximadamente) y con las entradas agotadas, Juan Luis Guerra encendió el pasado sábado la noche canariona al ritmo de merengue, bachata y música caribeña, en un espectáculo vibrante que tuvo dependiendo en el lado que estuvieras un sonido no tan brillante.

Arropado por su inseparable banda 4.40 el cantautor dominicano subió al escenario ataviado con su característica gorra y una sonrisa amplia, entre imágenes de playas, palmeras y mar proyectadas en las pantallas, para saludar con un sonoro: “¡Buenas noches, Gran Canaria! Gracias por el cariño de siempre y que disfruten de esta maravillosa fiesta, para ustedes”, dijo antes de arrancar con ‘Rosalía’.

Desde los primeros acordes, Guerra se metió al público en el bolsillo con clásicos como ‘La Travesía’, ‘La llave de mi corazón’, ‘Vale la pena’ y ‘Como yo’, coreados a todo pulmón por miles de seguidores que no dejaron de bailar y ondear alguna bandera de sus países de residencia a ritmo salsero. Muchas gracias, Gran Canaria, ¿cómo se sienten? Ya saben que esto es una gran fiesta para todos ustedes. «Vamos a celebrar, vamos a hacer un merengue ahora que es muy importante para mí, que le dedico a mi Señor Jesús, rey de reyes», expresó el artista antes de interpretar ‘Para ti’, en medio de una lluvia de confeti.

El concierto continuó con un vibrante popurrí que incluyó ‘Estrellitas y Duendes’, ‘Muchachita linda’, ‘Perdiendo la cuenta’, ‘Bachata en Fukuoka’ y ‘Burbujas de amor’. Antes de presentar uno por uno a los integrantes de 4.40, con nombres clave como Maridalia Hernández, Roger Zayas-Bazán, Mariela Mercado, la pianista Janina Rosado o el legendario Juan de la Cruz Chocolate”, que protagonizó un solo de percusión que desató la ovación del público.

En un momento especialmente destacado tomó un megáfono para cantar ‘El costo de la vida’, desatando una verbena infinita. Ya en la recta final, Guerra entonó ‘Ojalá que llueva café’, uno de los momentos más coreados y emotivos de la noche.

«Bueno, ya sí nos vamos… Bueno, okay, ¡otra más!”, bromeó Guerra antes de poner el broche final con ‘La Bilirrubina’, convertido en himno caribeño que hizo bailar a todos hasta el último acorde. Sin grandes artificios, Juan Luis Guerra demostró que no necesita más que su música para emocionar y hacer bailar a un público fiel y diverso que abarrotó el Anexo y convirtió el concierto en una verbena tropical inolvidable.