Manuel García Pérez (Alicante, 1976), es Doctor en Filología Hispánica y Licenciado en Antropología, Catedrático de Enseñanza Secundaria y crítico literario en la sección de cultura del periódico digital Mundiario. Fue Premio Nacional Fin de Carrera y ganó el Creación Joven de Murcia cuando cursaba el Primer Curso de su carrera. Sus investigaciones científicas sobre Lingüística y Comunicación figuran en publicaciones nacionales e internacionales como VISIO o Tonos digital. Su tesis doctoral sobre semiótica fue editada por la Universidad de Murcia, en 2004, donde hace un análisis matemático y estructural sobre el cómic, la novela costumbrista y la publicidad televisiva.

Articulista en varias revistas literarias como La Tarántula, Culturamas, La Lucerna, Empireuma, El coloquio de los perros, sus poemas forman parte de diversas antologías nacionales como la de En legítima defensa, de Ediciones Bartleby. Ha combinado esta tarea creativa con conferencias y ponencias en diversos congresos nacionales. Asimismo su condición de semiótico le ha valido para impartir numerosos talleres educativos sobre la enseñanza del cine en el aula. Actualmente, dirige la sección de Cultura en el periódico digital Mundiario donde publica reseñas y artículos de crítica literaria.

Ha publicado hasta ahora varias novelas juveniles y cuentos infantiles en editoriales como Brosquil o Germanía. Destacan, además, sus poemarios: Luz de los escombros (Germanía, 2013), Las exploraciones (Neopàtria, 2016) y La quietud (Ediciones Auralaria, 2022). Acaba de conseguir el Premio Nacional de Poesía Juana Castro con Vida y época de la ausente Eileen, que ha editado Renacimiento hace unos meses, el libro que le trae hoy a estas líneas.

 

 

Javier Gilabert: ¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

Manuel García Pérez: El libro comenzó con una serie de notas y reseñas a propósito de unas lecturas de narrativa norteamericana que llevaba realizando durante meses. Novelas de Lorrie Moore y Otessa Mosfegh, así como los cuentos de Lucia Berlin formaban parte de esas referencias.

Me percaté de que podía darles una unidad temática y reflejar la biografía ficcionada de una mujer, Eileen, a través de una especie de cancionero. El complejo urbano, social y derrotista de esas novelas se iba filtrando poco a poco en la elaboración de mi poemario.

 

Ha habido un trabajo metaliterario y crítico previo

¿Cómo fue el proceso de escritura? ¿Ha cambiado tu forma de trabajar con respecto a otros?

Soy de los autores que madura ideas durante meses o años en la cabeza, sin reflejarlas en ningún sitio. Y, desde hacía mucho tiempo, sentía la necesidad de escribir sobre el declive y la deshumanización de mujeres que tratan de mantenerse a flote pese a la adversidad.

La viudez tan temprana de mi madre influyó en mí y también esas lecturas. La impulsividad y la intensidad de escribir todo ese material en poco tiempo es lo que me ha permitido ir sacando no solo este libro, sino también los anteriores. Pero es cierto que aquí, a diferencia de mis otros poemarios, ha habido un trabajo metaliterario y crítico previo antes de lanzarme con la biografía de Eileen.

 

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a los posibles lectores?

Me gustaría que experimentaran algo parecido a lo que experimenté yo cuando terminé de escribirlo. Cuando empecé a corregir las galeradas, me percaté de que, en realidad, el poemario no solo era un homenaje a esas escritoras en inglés, sino a las madres, abuelas y tías que han ido conformando nuestro carácter con sus modelos de conducta; desafiantes, comprometidos, esforzados, cargados de visceralidad ante un mundo que siempre parece ponerlas contra las cuerdas.

Me percaté, en definitiva, de que el poemario hablaba de la biografía de mi madre, por ejemplo, que enviudó muy pronto y tuvo que hacer frente a un enemigo implacable: la soledad. Y, al igual que ella, otras mujeres de mi familia que reproducen patrones de una generación donde la depresión y el declive se superan como mejor se puede.

 

¿Qué efecto esperas que tenga en ellos?

Espero ese efecto de reflexión conjunta en el que de algún modo haya una identificación entre los problemas que experimentan los protagonistas del poemario y los que sufren los lectores como sujetos sociales y para los que la soledad y la depresión también suelen ser acuciantes. El poemario no resuelve nada, pero al menos convierte una experiencia solitaria y asfixiante en una experiencia colectiva. De hecho, la empatía y esa necesidad de exorcizar los demonios del pasado y del presente son un tema fundamental en esta obra.

 

La pusilanimidad y la tristeza congénita no pueden rendirse a una autodestrucción definitiva

¿Qué papel desempeña la estructura o la disposición de los poemas en el volumen? ¿Fue algo deliberado o más intuitivo durante el proceso de creación?

Me gusta lo intuitivo. Siempre lo he preferido. Pero la intuición también se educa y, finalmente, esa disposición de los poemas responde a una estructura interna (no consciente) que, en este libro, comienza con la presentación del personaje en una ciudad hostil, con un padre enfermo y una madre desaparecida.

Según se avanza en el poemario, el lector encontrará el tema de los recuerdos, la depresión, las adicciones, y un desenlace en el que amar la vida está por encima de todo lo anterior. O al menos se evidencia lo importante que es mantenerse a flote. La pusilanimidad y la tristeza congénita no pueden rendirse a una autodestrucción definitiva.

 

La poesía tiene mucho de cuaderno de bitácora o de diario personal

¿En qué medida veremos en él —o no— al Manuel García Pérez de tus anteriores obras?

Es un poemario que dista mucho de los anteriores, que parecen formar una trilogía (Luz de los escombros, Las exploraciones y La quietud), donde el paisaje, el símbolo y la relación del ser con el mundo son constantes temáticas recurrentes. Sin embargo, en Vida y época de la ausente Eileen, tenemos un poemario de tintes urbanos, con una narrativa concreta y unos personajes que se enfrentan a su propia decadencia. Pero hay temas como la muerte del padre, el duelo o la enfermedad que también aparecen en mis anteriores libros.

Siempre he manifestado que cada uno de mis poemarios debe ser un punto de inflexión. No me gustan los autores que rumian siempre sobre un mismo escenario y con un mismo estilo. Creo que la versatilidad y enfoques diferentes expresan experiencias distintas a lo largo de tu vida. Para mí, la poesía tiene mucho de cuaderno de bitácora o de diario personal. La experiencia, su trauma, se subordina al verso.

 

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de Vida y época de la ausente Eileen, ¿cuáles serían?

Los dos primeros presentan al personaje y es ahí donde ya comprobamos el lastre que arrastra Eileen dese hace años. Otro de mis favoritos es el que cierra el libro, “Monición de salida”, pues, en ese poema, se resume el espíritu del libro; se trata de una confesión en la que Eileen, desde su rendición y agotamiento, expresa que “no odia la vida”. Pero nada ni nadie se lo han puesto fácil.

La mala suerte se ha cebado con ella y solamente los ansiolíticos, Rebeca y el alcohol parecen haberla animado a seguir hacia delante. Ese intento de querer resistir desde la resignación y la vulnerabilidad queda muy claro en ese último poema.

 

Necesitaba saber dónde estaba como creador

Este libro se publica con el reconocimiento del Jurado del Premio Nacional de Poesía Juana Castro. ¿Qué ha significado para ti y cómo crees que puede influir en la recepción de tu obra?

Yo necesitaba saber dónde estaba como creador, a sabiendas de que ganar un premio es muy difícil. Llevo décadas dedicándome a escribir artículos, a participar en antologías, a publicar con mucho esfuerzo mis poemarios. De repente, observo a mi alrededor que muchas editoriales con gran distribución empiezan a publicar a instagrammers y a jóvenes poetas que distan mucho de las exigencias que yo pido a un libro de poemas.

¿Dónde queda mi trabajo? ¿Dónde quedo yo? Nunca he sido un autor prolífico ni un “cazapremios”. Gané algunos como el Creación Joven de Murcia, pero pensaba que mis oportunidades en editoriales importantes pasaban por el trabajo y el voluntarismo. Me equivoqué, así que quise demostrarme a mí mismo que mi trabajo creativo era fiable. Me salió muy bien la jugada, en esta ocasión.

Soy de los que piensa que un artista o un creador se comprueba en la trayectoria. No creo en éxitos repentinos ni en los efectos multiplicadores del marketing. Son efímeros. Pero tengo que decir que un premio como este me ha dado mucha visibilidad y la editorial tiene un prestigio que yo buscaba para esta obra con una unidad temática definida.

 

Renacimiento es una editorial con un catálogo muy ligado a la tradición y a la memoria literaria. ¿Qué aportó su mirada editorial a este poemario?

Buscaba un premio con prestigio y el prestigio en un premio lo da el tipo de edición que se va a hacer con la obra ganadora. Que el Juana Castro lo publicase Renacimiento era un motivo para presentarse.

Creo que mi obra está ligada a una tradición de poesía norteamericana que es innovadora dentro de esta editorial y Renacimiento ha agradecido esa mirada a referentes poéticos que no están necesariamente ligados a nuestra tradición. Por otro lado, ese punto de inflexión donde lo narrativo parece dominar más que lo poético hace que el poemario se distinga dentro del catálogo.

 

Mi preferencia por la creación literaria la que me ha llevado a la investigación semiótica

¿Tiene tu formación como semiótico y filólogo un peso específico en la creación poética?

No lo sé ahora mismo. Creo que mi interés por aprender y buscar explicaciones estructurales y simbólicas a costumbres, anuncios publicitarios o textos literarios explica mi obsesión por crear. Aunque, pensándolo bien, considero que es mi preferencia por la creación literaria la que me ha llevado a la investigación semiótica y a rastrear toda clase de códigos, o incluso a dominar varios idiomas.

 

Mi voz creadora nada tiene que ver con la mirada del crítico

Gracias a tus tareas de articulista y reseñista habitual de poesía, estás acostumbrado a leer con una mirada crítica y atenta. ¿Cómo influye ese ejercicio de análisis en tu propia escritura?

Hay que separar los oficios. Leo muchos textos a lo largo de los meses que voy reseñando siempre de manera constructiva. Es cierto que a veces eres mucho más afín a unos libros que a otros. Pero el distanciamiento a la hora de reseñar y comentar es fundamental.

Afortunadamente, vivimos en una época de una gran producción poética donde destacan muchas voces en diversidad de estéticas y lenguajes. Extrapolar el análisis crítico a mis propios textos sería como dar con la piedra filosofal y entonces escribiría el texto ideal. Eso no es posible. Mi voz creadora nada tiene que ver con la mirada del crítico. Como he manifestado antes, creo que es mi perspectiva como creador es la que ejerce como especialista que analiza los textos teniendo en cuenta siempre lo difícil que es escribir y lo valiente que hay que ser para firmar un texto con tu nombre.

 

Por último, como lector, ¿de quién te gustaría conocer su “Primera impresión”?

Me gustaría conocer las impresiones de la poeta Luisa Pastor Martínez.

 

 

 

***

Tres poemas de Vida y época de la ausente Eileen

 

MI AÑO DE DESCANSO Y RELAJACIÓN

 

Déjalos en paz durante mucho tiempo

aunque mueran de tristeza.

He intentado respetar

los hermosos días, uno tras otro.

Hasta los he escuchado, fluctuantes,

cuando ya no era joven

ni me llamaba como mi madre.

 

Si no regresan los chicos de Moorehead,

dejaré de ponerme mi abrigo evasé

de lana carmesí.

 

No preguntes

por la cajetilla de cigarrillos Salem

mientras me cepillo el pelo

y el carmín no remedia

el rastro del tiempo que muestra

el interior de mi boca: encías separadas, más dientes amarillos.

 

Trabajaba en la cárcel

y escribía sobre cualquier hábito desabrido.

Nadie vestía con tantos tonos

de morado como yo: malva, índigo y amaranto.

Hasta hace poco la palabra inclinación

no figuraba en mi vocabulario.

Creo que me volvería loca si me apeteciera dormir.

 

 

 

DÍA DE FERIA

 

Porque flotaba a su alrededor

como algodón de azúcar.

Porque no importaba tanto

perder otra pitillera de plata.

 

Porque paseaban mujeres hermosas

como niños incólumes.

 

No heredé los ojos de mi madre

ni su devoción a esparcir cenizas por el mar.

 

Nadie era capaz

de observar las palomas como yo.

Sutilmente decepcionada,

pero redimida por no parecerme

a esas otras estudiantes

que calzaban botas de montar de hombre.

 

Y no pasaba nada

si no descendían hasta el Hudson,

como antaño, las barquichuelas

y las cajas de barras de labio naranja.

 

Cuántas veces el tiempo ha renunciado

a abrir nuevas raíces entre mis piernas.

 

Cuánta ginebra

ha escondido este armario.

 

 

ORACIÓN PARA COLIN STETSON

 

Volví a dejar el libro en el suelo

y, como mi abuela y las hijas de mi abuela,

fui huérfana de la misma mancha

de sangre sobre la nieve.

 

Conocí a varios hombres en el único bar del pueblo.

Porque los parques siempre me fueron hostiles.

¿Qué quieres tomar? Supongo que una cerveza.

La ginebra ya se había llevado

cualquier otro recuerdo de un diálogo anterior.

 

Me eché un chal de mohair

sobre los hombros y me solté el pelo.

Las partituras de Colin Stetson planearon

hasta el sucio linóleo.

Demasiadas melodías rezan

que la vida se parece a un narcótico.

 

¿A qué hora te vas a la cama?

Cuando el aliento deja de oler

a tabaco y a caramelos de violeta.

 

Nunca adivinaron mi nombre

ni que esta tananoesteta

todavía reúne fuerzas suficientes

para dar de beber a su padre.