Foto: ©Yvi Tsakiris

Rosa Cuadrado Salinas (Alicante, 1972) es autora de los poemarios Cuaderno de viaje (Avant, 2017), Taxidermia (Olé Libros, 2019), Sketches of New York (Frutos del Tiempo. Colección Lunara Plaquette, Cuadernos de poesía, 2020), del pliego Las gaviotas de Brighton (Colección Las hojas del baobab, 2022-23) y del poemario ilustrado Palacios de gorriones en colaboración con el artista plástico Jaume Marzal (Huso Editorial, 2025). Ha participado en diferentes antologías poéticas y sus poemas han sido publicados en revistas nacionales e internacionales como Diastixo (Grecia), Altazor (Chile), 21veintiúnversos (Valencia), Revista Dos Orillas (Algeciras) y Noche Laberinto (Colombia).

Su obra en prosa incluye el libro de viajes En cualquier otra parte (Ediciones Menguantes, 2022), Estambul inesperado, del que es coautora junto con el artista Jaume Marzal, y Ocho ciudades (Ediciones Menguantes, 2024). Colabora como articulista en la Revista cultural La Soga. Hoy nos acompaña para darnos su primera impresión sobre su último trabajo, Palacio de gorriones (Huso Editorial, 2025).

 

Javier Gilabert: ¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

Rosa Cuadrado: El libro surge tras una serie de estancias prolongadas fuera de España, fundamentalmente en Turquía. El contacto con otras ciudades, personas y hogares fuera de mi lugar de residencia natal, mis nuevas percepciones, me llevaron a volver a reflexionar sobre lo que sentimos cuando abandonamos nuestra morada, lo que supone el tránsito, las despedidas, los nuevos “nidos”, materiales y sentimentales. El movimiento y el arraigo son cuestiones que trato de una u otra manera en bastantes de mis escritos. Jaume y yo habíamos hablado también de realizar algo nuevo juntos, algo delicado y leve, como un pajarillo, y le fuimos dando forma poco a poco.

 

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a los posibles lectores?

El libro es una miniatura que se lee también a través de la imagen. Estamos muy contentos con la cuidada edición que ha realizado la editorial Huso. El resultado es un pequeño objeto artístico. Creo que esa es la clave del conjunto.

 

¿Qué efecto esperas que provoque en ellos?

La conexión, el asombro. Supongo que es lo que todos queremos que suceda. Que los lectores encuentren algo que les mueva, les transporte. Que se deleiten con el texto y las imágenes. Que se dejen llevar por ellas.

 

¿Qué papel desempeña la estructura o la disposición de los poemas en el volumen? ¿Fue algo deliberado o más intuitivo durante el proceso de creación?

Es deliberado. Como sabes, es un poemario muy breve, pero quería remarcar esa frontera que se cruza entre ambas partes del texto. Es un Meridiano sentimental y propiamente geográfico. Hay una influencia clara de Oriente desde la primera mirada al libro, en la cubierta y la introducción. Y después en determinados poemas de forma muy manifiesta.

 

Mis obras parten de una raíz común y luego cada una se desarrolla con unas características propias

¿Veremos en este libro un eco de tus obras anteriores?

En cierta forma, sí. De hecho, los textos poéticos inmediatamente anteriores, los del pliego Las gaviotas de Brighton, tienen ese protagonismo de las aves que tanto me atrae, si bien, desde otros puntos de vista (en aquel). Quiero pensar que mis obras parten de una raíz común y luego cada una se desarrolla con unas características propias. Por ello también me gusta ir cambiando de soporte y combinar mi trabajo con otras disciplinas, pero creo que al final mi estilo y obsesiones, digamos, son reconocibles.

 

Lo visual amplifica el contexto y sensaciones de la lectura 

El libro nace al abrigo de una nueva colaboración con el artista Jaume Marzal. ¿Cómo dialogan tus versos con sus ilustraciones? ¿Qué aporta la dimensión visual al texto poético?

Esta es mi cuarta colaboración con Jaume Marzal (las dos anteriores han sido en publicaciones no venales y la última está todavía en proceso). Tengo la suerte de que seamos grandes amigos y trabajemos muy bien juntos. Nos entendemos fenomenal a la hora de proyectar y sacar adelante una coautoría. Sus ilustraciones son preciosas y creo que completan mis textos de manera extraordinaria. Lo visual amplifica el contexto y sensaciones de la lectura, hace que la historia, lo que se cuenta, tome una forma más concreta sin perder del todo el misterio.

 

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de Palacio de gorriones, ¿cuáles serían?

Sí que es un aprieto cuando el poemario forma un todo. Pero mencionaré los de las páginas 16, 34 y 53, que quizá son bastante representativos.

 

La temática del viaje está presente en toda mi obra 

Vienes del libro de viajes a través de librerías y ciudades. ¿Qué tipo de huella deja esa pasión por viajar y transitar en tu poesía?

La temática del viaje está presente en toda mi obra, tanto poética como en prosa. Es algo que me ha marcado profundamente la existencia y lo he incorporado a la escritura desde mis inicios. En muchos de mis poemas hay referencias explícitas a distintas ciudades y paisajes, porque vida y escritura van de la mano, así que, cuando viajo, esa huella de mis pasos se refleja después en la palabra. El lenguaje poético es un extraordinario vehículo para expresar lo que supone el viaje y sus transformaciones.

 

La poesía permite volar entre varios mundos

Has recorrido Europa y América en busca de librerías vivas y desaparecidas. ¿Llega a ser la poesía una forma de viajarcuando la escribes? ¿Cómo se parece ese viaje al que se vive fuera del poema?

Sí, completamente. La escritura, en general, es un caminar y descubrir, supone salir de tu zona de confort. Es un aventurarse. Escribir un poema inspirado en un determinado viaje me permite revivirlo y recrear ese peregrinaje de una forma muy mágica. Lo vivencial (al margen del poema) está presente y es una referencia más o menos clara y directa, pero el escribirlo me permite desdoblarme, multiplicar las dimensiones de lo que siento y veo. Lo hermoso de la escritura, de la poesía en este caso, es también ese factor poliédrico a la hora de abordar lo que queremos o necesitamos contar. Una realidad se convierte en múltiple a través de los recursos poéticos. La riqueza de las figuras estilísticas, retóricas, metáforas, juegos en el discurso, posibilita una especie de realidad-irreal, de algo que se mueve entre los límites de lo tangible y lo evanescente. La poesía permite volar entre varios mundos. Y ese viaje es muy especial, único.

 

 Si tuvieras que elegir una ciudad, un libro y una librería que representen tu poética, ¿cuáles serían y por qué?

Qué difícil… Voy a darle un poco la vuelta [risas]. Ciudad sería posiblemente una ciudad invisible, a lo Italo Calvino, un lugar hecho de realidad, sueños y recuerdos. Una librería concreta probablemente sería Shakespeare and Co., la parisina, porque encarna prácticamente la totalidad de mi imaginario librero, además en una ciudad que adoro y con la que tengo un vínculo emocional y familiar muy fuerte. En cuanto al libro, quizá, Un paseo invernal, de Henry David Thoreau, por la sutileza de su mirada al mundo natural y nuestra posición respecto al entorno, nuestra forma de pasear por él, si bien, mis poemas más urbanos se basan en otras proyecciones.

 

No marco ninguna separación temporal ni afectiva entre un tipo y otro de escritura

¿De qué modo se compaginan en tu escritura la mirada del narrador viajero y la sensibilidad de la poeta? ¿Te resulta fácil cambiar el registro o necesitas un tiempo de transición para cada género?

La verdad es que no marco ninguna separación temporal ni afectiva entre un tipo y otro de escritura. Suelo compaginarlos o directamente solaparlos. Y creo que en lo que escribo todo ello está más entremezclado que compartimentado. Es cierto que cuando abordo la prosa necesito mucho más tiempo para planificar la estructura, dotar de contenido el libro y documentarlo. La extensión y características de mis narraciones lo requiere. Mis poemarios suelen ser breves en todos los sentidos. Es una cuestión de formato más que de género. Aproximaciones variadas desde una misma mirada.

 

Participas en espacios colectivos y coordinas ciclos poéticos, colaboras en revistas culturales como La Soga. ¿Qué papel desempeña el entorno literario, la conversación con otros autores y lectores en tu proceso creativo?

El contacto con el mundo de la cultura y sus agentes es muy enriquecedor y me aporta nuevas perspectivas, diferentes miradas. Creo que es importante estar abierta a otros lenguajes y maneras de contar. Estamos constantemente aprendiendo y e intentando dar forma a lo que queremos expresar. Conocer la realidad y el universo de los otros nos hace crecer y valorar el trabajo de los demás. Todas esas actividades me han permitido conocer autores fabulosos, tanto españoles como de otras latitudes, y también poder compartir mi obra e inquietudes con mucha más gente.

 

La belleza es una forma de esperanza

En varias entrevistas has reivindicado el valor de la utopía y la capacidad salvadora del arte. ¿De qué manera se defiende ese espíritu en el día a día del trabajo creativo?

El trabajo creativo es en sí mismo una utopía, en cuanto sistema ideal y favorecedor del ser humano y su bienestar. Las utopías están para romper barreras, como el arte. En eso consiste también su poder “salvador”, por así decirlo, en que nos permite ir más allá de la realidad palpable y atenazadora, adentrarnos en nuestras profundidades, darnos esperanzas, realizar imposibles. Crear es un instinto y necesidad que forma parte de nosotros. Todos somos seres creativos, nacemos con esa maravillosa capacidad que se manifiesta en la infancia a través de la imaginación y la emoción como impulsos más puros. La emoción es un sentimiento creativo, por eso la inteligencia artificial no ofrece por sí misma creaciones, solo acumulaciones de información. No quiero decir con esto que la razón no sea importante en el proceso, ya que con ella modelamos el propósito y el resultado. Y, desde luego, creo que es imprescindible poner en valor lo creativo en todas sus vertientes. El poema dedicado al Retiro creo que es bastante explícito. Para mí el acto de crear es, de por sí, bello. La belleza es una forma de esperanza.

 

Por último, como lectora, ¿de quién te gustaría conocer su Primera impresión”?

Del poeta, ensayista y editor Javier Cebrián.

 

 

 

 ***

Tres poemas de Palacio de gorriones

 

(Pág. 16)

 

En el parque del Retiro

hay un sueño de cristal hecho palacio.

Los locos construyen castillos en el aire,

los niños en la arena,

(a esos dos se parecen los poetas).

Pero también, quien alza una casa de cristal

tiene algo extravagante,

de mágica creencia en lo invisible.

Dichoso aquel que pone su fe en lo frágil,

su esperanza, en la nítida belleza.

 

 

 

 

(Pág. 34)

 

Incluso en las finas grietas

de recodos y tejados

la vida aletea y crece,

respira, pequeña y tierna,

como un pálpito de flor que asoma

a la luz del primer canto.

Si ahora pusiera la mano

sobre el muro de mi casa

tocaría el calor de su aliento,

si le acercara mi oído

sentiría el clamor del mundo.

Hay un alba de porcelana

que está a punto de romperse,

un horizonte en el pecho

queriendo volar mañana.

En la piedra clara dibujo

un deseo, una esperanza,

con la forma de un palacio,

arena, cal y alas blancas.

 

 

(Pág. 53)

 

Está escrito.

Cuando caigan las últimas nieves

deberás emprender un nuevo rumbo.

Escucharás el amanecer

con su cantar de pájaros

y el rezo en los templos.

Será la señal para dejar cuanto amaste.

Partir es un aprendizaje exigente,

un devenir dudoso.

Hay quien se redime

en el camino de ida o de retorno,

hay quien se atormenta en cualquier parte.

Lo que cabe en tu corazón es tu riqueza.

Las historias no contadas

quedarán en la memoria de los bosques.