LÓPEZ LARA Y EL VERSO EN PLENITUD

Por Jesús Cárdenas.

Escoger un ramillete de composiciones poéticas, extraído de las quince entregas líricas que conforman la obra del autor, no debió de ser tarea fácil para José Cereijo. A él le fue encomendada la selección y el proemio de Por arrabales últimos, la antología que recopila una muestra significativa de la producción de Pedro López Lara (Madrid, 1963). Este volumen no solo ofrece una panorámica de su trayectoria, sino que también facilita al lector una aproximación a la evolución de su estilo y sus preocupaciones temáticas a lo largo del tiempo.

De entre las obras de López Lara, destacan por su prominencia en esta colección Dársena (La Discreta, 2022), Museo (Premio Ciudad de Alcalá de Poesía, Huerga y Fierro, 2022) y Epílogo (Renacimiento, 2025). Esta elección estratégica permite al lector apreciar tanto la publicación inicial como la más reciente del poeta, ofreciendo un espectro temporal amplio. Entre ellas apenas median unos pocos años de edición, aunque muchos de gestación, según el propio escritor ha afirmado en otros libros.

Cereijo, en las primeras páginas de este compendio, nos brinda una aseveración que resulta esclarecedora: estamos ante una «poesía [que se plantea] no solo como voluntad de conocimiento, sino de compleción: como intento de hacer que ese pasado todavía vivo, transitable […], no solo nos justifique […], sino que nos permita finalmente ser en plenitud». Esta declaración sitúa la lírica de López Lara en un horizonte trascendente, donde la memoria y la reflexión se erigen como pilares para la construcción de un yo íntegro.

Más allá de la impronta existencialista que permea su obra –reflejada en recuerdos y ensoñaciones que disuelven el sujeto poético en un mar de contradicciones, con un matiz desencantado de la realidad, a la usanza de Cioran, Schopenhauer o Borges–, la antología aborda con hondura temáticas metapoéticas, filosóficas, literarias, artísticas y religiosas. Esta poesía, en consecuencia, es profundamente meditativa, pues interpela o se dirige a un interlocutor silencioso, invitándolo a la introspección.

La voz lírica de López Lara halla en la tradición un venero inagotable. Se distancia de la mera experiencia inmediata, y sus conceptos, enlazados con la realidad circundante, se fundamentan en un pensamiento elaborado. El autor expande las ideas legadas, a partir de diversas elucubraciones, profundizando en ellas sin permitir que el olvido opaque nuestro patrimonio cultural. En su concepción de la escritura, se percibe una visión intrincada y a la vez reveladora: «Escribir poesía es incendiar un bosque / y verlo luego arder desde su centro, / sin otro fin que apalabrar las llamas: / demorar hasta el verso su recuerdo del fuego», enunció en los versos de Destiempo. Más adelante, en Escombros, hallamos otra declaración de intenciones: «A veces el poema quiere ser exorcismo, / […] / salmo que se paladea en presencia / de aquello que será expatriado / […] // Algo finalmente expulsado, y también / –si hubo gratitud en su mirada– / algo definitivamente liberado». Y en Filacterias: «Al fin, las únicas que cuentan / son las palabras. / Y lo que cuentan es su propia historia».

El estilo de López Lara se caracteriza por un decir lacónico, una expresión certera y evocadora en su articulación: «No los redondos: los poemas afilados, / aquellos que podrían herir o cifrar –intuir / o desgarrar: desentrañar– una vida, / que muere o se dilata satisfecha en ellos», se recoge en Muestrario, donde también afirma el autor que «El poema ha de vivir en los límites». El propio poeta nos confiesa en Incisiones: «Mi poesía habla desde entonces. / No es, por tanto, elegíaca –nada añora–».

En lo que respecta a la preeminencia del tiempo como motivo central en esta antología, hemos de decir que su tratamiento se aborda desde distintos puntos de vista, entre ellos los tópicos literarios del Tempus fugit y el Carpe diem. Este enfoque nos conecta con el pasado, con lo que fuimos y, quizá, dejó de ser. El autor se erige como un recolector de instantes, un emisor cuya voz lírica aborda con perspicacia la disolución de la memoria. Al sumergirnos en ella, nos integraríamos en esa misma desintegración, tan atenta al vivir como a las transformaciones que la vivencia puede acarrear.

La naturaleza alusiva y elíptica de sus poemas, que persiguen un horizonte de expectativas (insinuaciones, contexto cultural, etc.), según las tesis de Umberto Eco, invitan a la participación de un lector implícito. De este modo, los versos ecfrásticos se materializan en obras como Museo, IconosEpílogo. Un claro ejemplo se halla en el poema que establece un diálogo con «El Cristo de Velázquez»: «Discretamente velados sus ojos / […] // Puede el espectador imaginar tras ellos / la serenidad o el espanto, / conjeturar por el temple del humano que muere / qué clase de Dios habrá después resucitado».

En Por arrabales últimos se percibe una voz poética en constante desarrollo, evidenciado en la representación de los poemas de su más reciente compendio lírico, Epílogo. En este, el entorno se nos muestra desrealizado, al igual que la propia escritura, y el pasado se apodera del sujeto. Así lo constatamos en «Palabras, palabras, palabras»: «El hombre se resume en palabras, desea, / por razones que no entendemos, / dejar de sí esa huella, que es también legado, / enloquecido laberinto que se hereda». O, con respecto al pasado, en «Pérdida y tenencia»: «La pérdida de aquello que se tuvo / ratifica la tenencia, / descarta la sospecha de fraude». Estos versos alcanzan la plenitud al desentrañar la esencia de la existencia humana a través del lenguaje, revelando la intrínseca relación entre la palabra, la memoria y la identidad. La plenitud del verso reside en su habilidad para capturar la complejidad de lo humano y ofrecerlo al lector como un espejo donde reflejar sus propias vivencias.

Las imágenes poéticas, a menudo sentenciosas e impregnadas de referencias a otros textos, configuran un repertorio seductor. Horacio, Borges y Shakespeare no son meras alusiones o citas eruditas; actúan como una cantera fértil que fructifica en pequeñas gemas labradas con esmero. La plenitud del verso en López Lara se alcanza en la alquimia de estas intertextualidades, donde cada referencia se transforma en un nuevo matiz, enriqueciendo el sentido y la resonancia de sus palabras. Es un testimonio de cómo la tradición se funde con la originalidad para dar vida a una obra de profunda riqueza.

Si aún no han tenido la oportunidad de conocer la poesía de López Lara, este volumen ofrece una ocasión idónea para dejarse cautivar por la hondura y la calidad de su expresión lírica, una expresión que, sin duda, persigue y alcanza la plenitud en cada uno de sus versos.

Pedro López Lara
Por arrabales últimos (Antología poética)
Selección y prólogo de José Cereijo

Renacimiento, Sevilla, 2025.
186 páginas