Juan Martínez Iglesias (Sevilla, 1956) se da a conocer en el mundillo literario y musical sevillano con el pseudónimo “AboroJuan”. Con la Institución Literaria “Noches del Baratillo”, en la que se integró en 2008, ha participado en múltiples antologías como Humanismo poético, Miradas sin frontera, Desde mi celda o Humanismo solidario, entre otras.

En noviembre de 2013 Ediciones En Huida publica su primer poemario Esfera de cuatro aristas. En 2015 fue finalista con el poemario Sociopatías en el I Certamen Literario La Gallina en el Diván. Dicho poemario fue publicado en 2016 por la Asociación Cultural Difusionados. En 2016 recibe el premio Rafael Alberti del III Concurso de letras flamencas La Fragua de La Isla. En 2017 es finalista en el Certamen Internacional de poesía Mari Paz Sainz. En 2018 es finalista en el Primer Certamen local Poesía a Micro Abierto convocado por Generación Aljarafe. En 2023 realiza una tirada de 30 ejemplares de Ecos y armónicos de mi memoria» en el que narra sus vivencias en el mundo de la música. En 2024 mandó imprimir 45 ejemplares del libro titulado «Libro de familia», con poemas dedicados a los componentes de su árbol genealógico. En 2025, presenta su quinto libro, Tránsito azul editado por La i Crítica, el motivo por el que hoy pasa por estas líneas.

 

 

Javier Gilabert: ¿Cómo y cuándo surge la idea de Tránsito azul?

Hace cinco años comencé a recopilar y ordenar el material que tenía en una carpeta titulada: Poemas al tiempo. Así surgió la idea de este libro.

 

¿Cómo fue el proceso de escritura? ¿Ha cambiado tu forma de trabajar respecto a libros anteriores?

Tras un largo reposo, a principios de este año, coincidiendo con el 75 aniversario de “Noches del Baratillo” y como mi pequeño homenaje a su aniversario, desempolvé aquella carpeta antes aludida, comencé a cortar, pulir, ajustar el lenguaje poético, organizar los textos en varios apartados, decidir el título… y en marzo elevé a definitivo el libro. Y sí. Sobre todo, en el celo que le he puesto al ritmo, musicalidad y formación de imágenes poéticas.

 

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a los posibles lectores?

La intención de Tránsito azul es pasear por el tiempo, verdadero hilo conductor del mismo y pilar sobre el que he construido el edificio. Ver cómo pasa, inexorable, a la vez que nosotros lo hacemos por él.

 

¿Qué efecto esperas que provoque en ellos?

Espero que se vean reflejados, de una u otra forma, en los poemas, a la vez que tras su lectura me conozcan más y mejor.

 

¿Qué papel desempeña la estructura o la disposición de los poemas en el volumen? ¿Fue algo deliberado o más bien resultado de la intuición?

Deliberado, meditado y muy estudiado.

 

Hay un salto cualitativo con respecto a los libros previos

¿En qué medida vemos en este libro el eco de tus trabajos previos?

Creo que hay un salto cualitativo con respecto a los libros previos, no obstante, sin aquéllos este no podría haber visto la luz.

 

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de Tránsito azul, ¿cuáles serían?

En primer lugar, con el primero de los poemas que, con el mismo título que el libro, es como un acto de presentación del mismo. También con el último, titulado “Conmigo” que, a modo de epílogo cierra el libro e intenta recapitular todo lo escrito anteriormente. El tercer poema con el que me quedaría es el titulado “Con la misma chaqueta” pues en él reflejo y hablo de la fidelidad y compromiso con uno mismo como elemento de desarrollo personal imprescindible.

La musicalidad y el ritmo son, para mí, muy importantes

Has estado presente en encuentros y certámenes donde la oralidad y el poema en vivo cobran protagonismo. ¿Qué aporta la lectura pública a tu escritura y cómo cambia el poema al ser escuchado por otros?

Un buen rapsoda, según se dice, es capaz de darle un brillo especial a un poema, aunque no fuese tan brillante; y al revés.

La musicalidad y el ritmo son, para mí, muy importantes y los cuido; de hecho no doy por terminado un poema hasta que no lo leo en voz alta y me gusta como suena. Debido a ello, la lectura pública siempre pone al descubierto ese aspecto que el escritor no había prestado demasiada a tención y al ser escuchado en otras voces lo descubre.

 

Tu alias literario, «AboroJuan», y tu largo recorrido en Sevilla se han vinculado a la poesía y al mundo musical. ¿Cómo dialogan música y palabra en la construcción de tu identidad creativa?

Sin música no hay poesía. Recordemos que la lírica proviene de la Grecia clásica, cuando los poetas recitaban tocando la lira. El ritmo musical más elemental y muy usado en clave de Sol es el dos por cuatro: dos compases de cuatro tiempos cada uno; pues bien, no olvidemos que el verso más español por excelencia es el octosílabo que no son más que dos veces seguidas cuatro golpes de voz en cada verso. La plasmación fonética y, por tanto, sonora, de sus ocho sílabas no es más que un ritmo musical de dos por cuatro.

 

La Institución Literaria “Noches del Baratillo” fue para ti un punto de inflexión, participando en antologías de claro matiz social y solidario. ¿Qué te ha aportado ese trabajo colectivo y cómo influye en tu obra poética?

Mi participación en la Institución me ha posibilitado el acercamiento a muchas voces poéticas; poder discernir las que más me agradaban y las que menos y de esta forma ha servido de abono para mi propio crecimiento literario.

 

Leo, escribo, repaso y voy puliendo a diario

Con varios libros publicados, premios y reconocimientos, ¿qué te sigue sorprendiendo o motivando a escribir poesía?

Leo, escribo, repaso y voy puliendo a diario. Junto con los ensayos en mi grupo de música son mis dos aficiones preferidas, y me encuentro con las musas tanto leyendo a otros autores como en la mera observación de lo más cercano. Me encanta practicar el haiku clásico escribiendo lo que llama mi atención o me sorprende de lo que está ocurriendo en ese momento y en ese lugar; por otro lado, y con la misma intención, me motiva realizar écfrasis a obras de arte en las que cuento en verso lo que las propias obras me cuentan a mí.

 

Por último, como lector, ¿de quién te gustaría conocer su “Primera impresión”?

De mi amigo Juan Antonio Molina, periodista y escritor, compañero de Noches del Baratillo y que será el maestro de ceremonia que me acompañó el día de la presentación. Conocer la primera impresión de nuestro común amigo Jesús Cárdenas también me gustaría.

 

 

 

***

Tres poemas de Tránsito azul

 TRÁNSITO AZUL

Nací Celeste,
como jazmín de parto, luz del día,
impregnado del roce de la niebla
y el amor de mis padres.

Amamantado
¡qué espeso el alimento!,

leche materna,

espigué entre caricias y alboroto.

 

Al descubrir

—eran días de juego, bicicleta,

y sangre en las rodillas—

que aquellos Reyes Magos no existían,

me fui configurando

en rebelde Turquesa y rabia Azul Marino.

 

Con refulgente Añil de adolescencia,

todo impulso, revuelo y vibración,

se me fue oscureciendo bigote y seriedad.

 

Esas cuitas preñadas de argumento

dieron paso al maduro Azul Cobalto

y mientras los vecinos me llamaban de usted

mi rasgo era Zafiro y cuarentón.

 

El desgaste obligado,

paso ligero y erosión continua,

me fue vistiendo de oscuro Índigo.

 

En estos recorridos del cansancio

la presencia de grises en las sienes

evidenciaron que más que Cian,

ya era Azul Ceniza —todavía—

con derecho a pensión.

 

En la envidiable calma de años consumidos

recuerdo que el sendero

fue un tránsito entre azules
y crece mi sonrisa

al ver el espectáculo de la memoria

sin prestarle

demasiada atención a la acuarela.

 

Junto a mis turbulencias fui feliz

creando fantasías con pinceles;
cuando llegue su hora

me difuminaré sabiendo

que todos mis azules perdieron la batalla.

 

 

 

 

CONMIGO

 

Pasados mis tres cuartos

del tiempo transitado en esta vida,

antes de que el aliento se me apague,

me detengo consciente

a leer en las huellas que escribí

y cuelgo en la pared todos mis cuadros.

 

Desde el observatorio del papel

rastreo las pisadas
del cansancio obtenido

entre charcos de angustia y aguijón.

 

Me abstengo de mirarme de perfil

–prefiero el frente–
y limpio las escamas de mi espejo

mientras sigo el viaje cara a cara

y curo las heridas limando cicatrices.

 

La única fortuna

que asiste mis miserias

después de atravesarme

tantas horas conmigo

ha sido conseguir algún consuelo

y aprender a esperar

el momento propicio

para abrazar sin ira

todos los imperfectos que inventé.

 

 

 

CON LA MISMA CHAQUETA

 

A estas alturas

cada vez más dispersas de mis nieblas

no me pienso teñir la piel de otros colores.

 

Voy a seguir tapándome

—ella es mi compañera desde siempre—

con la misma chaqueta

aunque el peso del tiempo transcurrido

y el filo de navajas, a brochazos,

le hayan difuminado los colores.

 

Mi memoria despierta la recuerda

con su viveza entera y juvenil

cuando sus pies corrían siempre fuertes,

los soles del camino no cansaban,

y había mucho más del almanaque

delante que detrás de sus costuras.

 

Los vientos y los rotos de mi espejo

ya le han tatuado canas en sus mangas

pero tras el ribete

le sigue apareciendo ilusionada

la misma mano:

la que nunca lloró por la moneda,

la que siempre se abría al armisticio.

 

Tampoco a ella

voy a teñirla con otros colores

y mucho menos

le voy a prostituir su identidad.