
Redacción.- La Biblioteca Pública de Sevilla acogió ayer, 22 de octubre, una nueva cita del ciclo “Encuentro con los clásicos”, organizado por Cypress Cultura y Humanistas, bajo el sugerente título “Los clásicos y la joven filosofía”. La composición de la mesa y el desarrollo de la sesión fueron coordinados por Carlota Gallardo, graduada en Filosofía por la Universidad de Sevilla. La actividad reunió a un público numeroso que llenó casi por completo la sala, y siguió con atención y entusiasmo las intervenciones de cuatro jóvenes filósofos encargados de tender puentes entre la sabiduría antigua y la reflexión contemporánea.
El ambiente fue de expectación desde los primeros minutos. Aunque entre los asistentes se encontraban algunos jóvenes, el público estaba conformado mayoritariamente por adultos y amantes de la filosofía y la reflexión, quienes no ocultaron su satisfacción ante la brillantez y frescura de las ponencias. Las miradas atentas y las sonrisas cómplices durante las exposiciones y los largos aplausos finales fueron buena prueba de ello.
El primero en intervenir fue Miguel Fernández Nicasio, que abrió la sesión con una charla acerca de la conexión de los mitos griegos con las obras del filósofo Albert Camus. En ella comentó cómo la figura del pensador franco-argelino defendía que en la antigua Grecia había un modo de existir más lúcido, más humano. Su exposición nos recordó que la sabiduría griega no es una herencia muerta, sino un modo de mirar el mundo con serenidad y amor.
Le siguió Salomé Sánchez Trindades con una delicada y profunda intervención sobre la poesía desde clásicos como Platón y Aristóteles hasta autores del romanticismo alemán como Friedrich Schiller y Friedrich Schlegel. Por medio de su palabra, nos muestra cómo el romanticismo buscaba lo absoluto a través de lo sensible, la afirmación del alma que siente como forma de conocimiento. Fue una defensa de la belleza y de la poesía como vía de acceso a la verdad, un recordatorio de que la filosofía y la poesía no deben separarse.
El siguiente turno fue para Óscar Manzano Piñero, el cual nos condujo hacia lo más profundo del estoicismo español. Recorrió el hilo que une a Séneca con María Zambrano y Miguel de Unamuno, recordándonos que en la raíz de nuestra cultura late una sabiduría práctica, aquella que enseña a vivir conforme al límite de la muerte y aceptar lo que somos sin caer en la resignación vacía. Frente al ruido del neoestoicismo de las redes y la conocida autoayuda, Manzano propuso recuperar el espíritu sereno del cordobés.
El ciclo lo cerró Belén Godoy Domínguez con una ponencia emocionante dedicada a la trilogía teatral de Federico García Lorca, compuesta por Bodas de Sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba. Su intervención analizó aspectos como el determinismo en el desenlace trágico y la imposibilidad de transgredir el destino, elementos que ya se encontraban en la tragedia clásica griega.
Este encuentro fue una demostración viva de cómo los clásicos siguen hablando a las nuevas generaciones y de cómo la filosofía, en manos de los jóvenes, puede renovar la mirada sobre el pasado. Entre la emoción y el pensamiento, la tarde en la Biblioteca Pública de Sevilla dejó claro que el diálogo entre lo antiguo y lo más nuevo sigue siendo no solo posible, sino necesario.


