Horacio Otheguy Riveira.
Una profunda, emocionante catarsis a cargo de una actriz con la sobrecarga del amargo pasado con su padre: arquetipo machista, maltratador de su esposa, madre de tres chicas.
Conchi León es la hija que le desprecia a grito pelado, que quema en escena una de sus fotos, que se niega a visitarlo en su cama de moribundo, que se enfrenta a él desde 2016, en que le comunicaron que su padre se moría, víctima de un nuevo infarto y quería volver a verla. Que solo pedía hablar con ella. “En esos días, tenía funciones en la Ciudad de México y no podía, o no quería regresar”.
Gran conocedora de los rituales escénicos, convierte su lucha interior en espectáculo divertido, duro, finalmente encantador y potencialmente vitalista. Se trata de un viaje íntimo, retrospectivo, hacia la memoria en el que resurgen recuerdos de la vida familiar. Recuerdos dolorosos de un padre ebrio que pegaba a su esposa: “Me tocó ser testigo de eso desde los cuatro años. No fue fácil perdonarnos, volver a hablarnos”. La escritura cumplió su función catártica y de distanciamiento, de reconsideración, de modo que construyó con esta obra, según confesó, “una oda al perdón, a los monstruos interiores y a la maravilla de estar viva”.
Muy bien sintetizada en 60 minutos su gran aventura, al entregarse a un público anónimo que, como ella, también tiene algo de monstruo, la parte oscura de cada quien…
En el trayecto, bien acompasado por la voz y el estilazo de Pedro Infante supremo ídolo-actor-cantante, estrella del blanco y negro, la edad de oro del cine mexicano. Nos acompaña en varios temas porque fue esencial en la existencia de aquella niña, luego adolescente, y entre muchos rencores y burlas sobre la figura paterna, surge el hombre bueno que nunca pegó a sus hijas y salvó de la muerte a dos de ellas… «Mi papá es un gigante!!!»
Rememora y, de pronto, saca de una nevera portátil varios botellines de cerveza «Que si algo somos los mexicanos es que somos generosos»-, y el escenario, la voz secreta, las emociones intensas entrecruzan sus gestos hasta dar con un epílogo conmovedor, portadora de una foto de El Pulpo, un amigo de su padre sin brazos que inventó un carro conducido con sus muñones, que se casó y tuvo hijos porque «Me transformaba en un jabalí para embestir la vida, y que la vida no me embistiera a mí».
Una gran actriz, una amiga fiel del fenómeno teatral que hizo posible que la niña volviera a caminar, y que aquí y ahora viene a contarnos que nada ni nadie será capaz de violentar sus dulces recuerdos de aquella fiera dada a golpear a su madre, mientras alzaba a sus hijas y las quitaba de todos los peligros.
Cachorro de León (Casi todo sobre mi padre)
Dirección, dramaturgia y actuación: Conchi León*
Asistencia de dirección: Oswaldo Ferrer
Producción ejecutiva y coordinación de producción: Oswaldo Ferrer
Diseño de iluminación: Esaú Corona
Tour manager y stage manager: Oswaldo Ferrer
Asistencia de producción: Julieta Ortiz
Dirección técnica: Oswaldo Ferrer y Esaú Corona
Vídeo en vivo: Iván Aguilar
Asesoría de vestuario: Oswaldo Ferrer
Fotografía y vídeo: Christian Ríos Llavot
Vídeo antesala: Christian Ríos Llavot
Producción: Conchi León*
*Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte
43º FESTIVAL DE OTOÑO. SALA CUARTA PARED, 7 y 8 DE NOVIEMBRE 2025




