Mónica Picorel es una poeta española nacida en Bilbao en 1970 y afincada en Barcelona desde el año 2000. Ha publicado los libros de poemas Fui un árbol en un balcón minúsculo (Baile del sol 2025) Vida secreta de nuestros animales (Baile del sol 2023), Las otras geografías (Talón de Aquiles, 2020) y es coautora junto con el poeta Misael Ruiz de Interacciones (Eragin 2025). Sus poemas forman parte de diversas antologías y han sido recogidos en numerosas revistas de literatura: Periódico de poesía de la UNAM, Casapaís, Vallejo&co, revista Mule, Culturamas, Mecanismos, revista 142, Caravansari… Tiene en su haber diferentes premios y menciones. Algunos de sus poemas están recogidos en la Fonoteca Española de Poesía. Es habitual en encuentros y festivales poéticos. Fue poeta invitada en la Feria del Libro de Caracas del 2022 y 2023. Hoy tenemos el placer de que nos dé su Primera Impresión acerca de su recién publicado Fui un árbol en un balcón minúsculo. https://bailedelsol.org/poesia/707-picorel-monica-fui-un-arbol-en-un-balcon-minusculo.html

 

En mi escritura hay un flujo natural de un libro a otro

Javier Gilabert: ¿En qué momento nace Fui un árbol en un balcón minúsculo y qué circunstancia vital o creativa abrió el camino hacia él? ¿Hubo un punto de partida claro o se formó como una deriva natural después de tus libros anteriores?

Mónica Picorel: No puedo responder a esta pregunta de una manera precisa. Puedo decir que abarca un tiempo de escritura de aproximadamente dos años. Comienza cuando doy por finalizado el libro anterior Vida secreta de nuestros animales (Baile del Sol 2023) y acaba cuando intuitivamente entiendo que puede haber un libro, no solo un número suficiente de poemas. Con esto quiero decir que la construcción del libro no es algo dirigido ni planeado formalmente. La lectura conjunta de los poemas desvelará el nexo común si lo hubiera: tema, tono, repetición de ciertas palabras e incluso un aspecto psicológico subyacente del que a priori no tenía conciencia. Puede decirse que, hasta ahora, en mi escritura hay un flujo natural de un libro a otro, alejado siempre de la planificación.

 

Me aterroriza llegar a crear “artefactos” puramente estéticos

¿Cómo fue el proceso de escritura? ¿Ha cambiado tu forma de trabajar con respecto a otros títulos?

Creo que mi manera de trabajar los poemas en este libro ha sido un poco más exigente en cuanto a las correcciones. En este sentido, he prestado especial atención a que cada poema respetara su esencia sin traicionarla, así que he recortado y desechado en favor de ésta. Con todo, como ya he comentado en alguna ocasión, intento no corregir en exceso, me aterroriza llegar a crear “artefactos” puramente estéticos.  

 

La poesía es un ejercicio de soledad

¿Qué pistas o claves te gustaría ofrecer a quienes aún no se han adentrado en este nuevo libro?

No hay pistas ni claves, no quiero condicionar la lectura. La poesía es un ejercicio de soledad, de intuición, de búsqueda no programada. Sin embargo, cumple su propósito más genuino cuando transciende lo personal y pasa a formar parte de lo colectivo. Doy un poema por finalizado cuando siento que deja de pertenecerme.

 

¿Qué efecto o sensación esperas que deje en los lectores y lectoras?

La sensación de apropiación. La sensación de que lo leído ha sido capaz de vibrar en la misma frecuencia del que lee.

 

¿Qué papel desempeña la estructura o la disposición de los poemas en el volumen? ¿Fue algo planeado desde el inicio o se impuso una lógica más intuitiva al avanzar en la escritura?

El libro está estructurado en tres partes, pero podría no estarlo. Organicé de esta manera los poemas para facilitar una lectura más pausada, más cómoda. Muchos de ellos son breves; estas divisiones, a mi entender, ofrecen al lector ese espacio de silencio entre poemas que ayuda a interiorizar la lectura, el poema o conjunto de poemas tienen una respiración propia, que se comprende mejor en las pausas. Dejar que el poema resuene, que vaya agotándose poco a poco, ayuda, por lo menos en este libro, a crear esta respiración que el poema necesita.

 

El título, Fui un árbol en un balcón minúsculo, encierra una metáfora potente. ¿Qué representa para ti ese árbol que crece en un espacio limitado?

Cierto, el título es una metáfora sugestiva que puede interpretarse de maneras diferentes: resistencia, precariedad, nostalgia, conflicto… en la línea de lo que antes explicaba, el título aparece tras la lectura conjunta de los poemas que previsiblemente conformarán el libro, y digo “aparece” porque es así como ocurre. Dicho esto, prefiero mantener para mí el significado que yo le doy, entre otras cosas porque este significado es variable y para no sugestionar a los lectores. Lo importante es, que, en un momento dado, sentí que ese era el título legítimo del libro y que ninguno era más adecuado que este. Cada lector, de manera intuitiva, le otorgará su propia interpretación.

 

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte con tres poemas de Fui un árbol en un balcón minúsculo, ¿cuáles serían?

Pues sí, me pones en un aprieto, el libro salió este octubre pasado y todavía, en cierto modo lo estoy descubriendo… Es curioso cómo recuerdo algunos poemas y cómo los leo ahora, reunidos en un objeto físico, en otro tiempo, con distancia. Me quedaría ahora mismo con: “Volvías a casa”, “Permanece rígida en medio de la nada”, “Entrar en otra habitación”

 

Has dicho alguna vez que «no sientes que puedas decidir sobre lo que escribes». En este libro, ¿te has sentido más espectadora o artífice de lo que ocurría al escribir?

Es así. Sigo sintiéndome una especie de espectadora, o más que una espectadora, alguien que se deja llevar libremente por la intuición, al menos en lo que considero el puro acto creativo. No creo que esto cambie nunca para mí. Otra cosa es el proceso de trabajo del libro, las correcciones, etc. Aquí sí siento que es necesario pasar de lo intuitivo al trabajo formal, crear ese objeto poético mediante el cual el poema adopta la forma válida que propiciará este trasvase a lo colectivo, una suerte de alquimia donde un lenguaje que se mueve en lo subjetivo, en el mundo de lo intuido, es capaz de ser válido y significativo para el otro.

 

La poesía está ligada a lo emocional, pero no puede quedarse ahí

¿Qué vínculos percibes entre tus tres libros? ¿Sientes que forman una trilogía de autoconocimiento o que cada uno responde a un pulso distinto?

No, nada de autoconocimiento. En este sentido debo decir, que, para mí, la poesía debe superar el hecho biográfico. Obviamente, en el momento de la escritura suceden unas experiencias vitales u otras, e indiscutiblemente la poesía está ligada a lo emocional, pero no puede quedarse ahí. Creo que mis libros tienen puntos de encuentro, pero también creo que son muy diferentes entre sí. El vínculo entre mis libros es esa necesidad de dar la palabra a una intuición en el momento en que aparece, para desaparecer justo cuando pensabas que había claridad, cuando en realidad solo había una pequeña chispa… esa tensión es el pulso vital del poema.

 

Mi poesía es una imagen íntima sujeta o no a interpretación, donde la única realidad es que no hay realidad

Tu obra suele mantener un diálogo continuo con la imagen. ¿Qué papel desempeña la mirada fotográfica en este libro? ¿Sigues considerando la fotografía como una prolongación natural de tu poesía?

El diálogo con la imagen creo que me acompañará siempre. Esa intuición de la que te hablaba es una imagen velada que, con suerte, se desvela parcialmente y en momentos raros es casi nítida. La imagen me hace sentir cómoda en un terreno complejo, de alguna manera me permite exponerme en lo íntimo sin caer en lo biográfico u anecdótico. La mirada fotográfica es algo fundamental para mí, a través de esta, entiendo, cuestiono e interpreto el mundo e interacciono con el otro desde un punto de vista que considero objetivo. La fotografía está ligada a mi poesía, pero mi poesía es una imagen íntima sujeta o no a interpretación, donde la única realidad es que no hay realidad.

 

Has publicado recientemente un libro conjunto con Misael Ruiz, Interacciones, donde exploráis la confluencia entre poesía y fotografía. ¿Qué dejó en ti esa experiencia de escritura compartida?

La experiencia de crear Interacciones (Eragin, 2025) junto con un poeta y fotógrafo del talento de Misael Ruiz, ha sido muy gratificante, pero obviamente, también ha tenido sus momentos de dificultad. Ambos tenemos muy claro lo que queremos, lo que nos interesa crear, cómo explicarnos a través de la palabra o la imagen, pero había que obtener una idea conjunta que respetara al máximo dos personalidades muy diferentes. Viendo el resultado del libro, creo que cualquier lector diría que hemos “conversado” más que amigablemente. Descubrir de primera mano cómo es el proceso creativo de alguien que explora los mismos terrenos que exploro yo, en este caso la poesía y la fotografía, ha sido como abrir nuevas ventanas, refrescar la casa, pero también cuestionarse y cuestionar al otro. Al final, no se trata solo de crear algo de una manera conjunta, se trata de establecer un verdadero diálogo con el otro, aceptar la extrañeza, lo peculiar, lo ajeno, como un nuevo motor creativo.

 

El juego es esencial para el proceso creativo

¿Hay rastros de ese diálogo en este nuevo libro?

Interacciones es posterior a Fui un árbol en un balcón minúsculo, aunque no lo sea en el tiempo de publicación. Este proyecto conjunto me sirvió para alejarme un poco de Fui un árbol en un balcón minúsculo, para dejarlo descansar y volver a jugar con la fotografía. El juego es esencial para el proceso creativo.

 

Por último, como lectora, ¿de quién te gustaría conocer su “Primera impresión”?

¡Qué difícil! En estos momentos me decantaría por Martín Zúñiga, José Blanco, Mateo Rello, Patricia Crespo, Neus Aguado, pero puedo seguir…

 

 

 

***

Tres poemas de Fui un árbol en un balcón minúsculo

Volvías a casa

entre tus manos un majal

la plata del mundo aún palpitante

abrías la puerta y caían plumas

volvías al hogar como el buen padre

que aprende la hiel del animal sorprendido

después

el desuello de las piezas

el vaciado de vísceras

plumas piel o escamas

convertían la cocina en un lugar de incienso.

Si no había nada que cazar

recogías flores castañas piedras

me parecía entonces que era otro el que abría la puerta.

 

 

Permanece rígida en medio de la nada

un pestañeo curva la presión

desde la cuadrícula que la contiene

diluye los márgenes de otros.

Él cocina granadas

aprende a respirar solo por la nariz

mientras mantiene la noche en el centro del tórax.

 

 

Entrar en otra habitación

contemplar sin interferir las mismas paredes

el mismo techo asombrosamente firme

el peso de la luz en los objetos

la huella de un cuerpo a través del olfato:

sudor tabaco orina vieja

un poso de flores de invernadero.

Comprender que ahí radica la belleza

que no es posible sin una dosis de violencia

acumular letanías presagios

permanecer a oscuras ante el ruido

rasgar la fotografía el lienzo la palabra escrita

entender que el deseo es arquitectura efímera

que la belleza huye siempre de la idea de belleza

que espera paciente entre bastidores.

Volver de estar sola en los parques

en las piscinas

en los salones del invierno

en los orificios de la madrugada

permanecer tras la delgada pared de la noche

con este cuerpo que no precisa materia

nombrarse en otra piel

mostrada como el preludio

de una nueva nada.