Horacio Otheguy Riveira.

 

Cuando Pablo Renom se ocupa de obras maestras logra sus mayores aciertos (traducción y adaptación de Traición y Viejos tiempos; versión muy personal de Tío Vania); en cambio, cuando se queda a solas, deambula como personaje solitario, de los que no paran de pensar en medio del bullicio urbano, pero lo hace en círculos, acaso como alguien que se disuelve en bosquejos que nunca llegan a concretarse.

Tal la reflexión que me provocan sus obras más personales (como, por ejemplo, Los farsantes) y esta otra.

 

 

Sin los maestros ya mencionados, queda un hombre inquieto que ama el teatro y a él se entrega desde la letra del dramaturgo a los múltiples recursos con los que ha de lidiar el director. Pero, a mi entender, sus ideas se plasman estupendamente en la primera hora, para irse desencajando, despistadas…

En El entusiasmo, así sucede a lo largo de dos horas. De un arranque prometedor, lleno de sustanciosas sugerencias… pasa a un largo, soporífero, quiero y no puedo de las relaciones familiares, y sentimentales en general, con sus muchos lugares comunes propios del más rancio costumbrismo de las llamadas «comedias de salón comedor» con su amante indiferente, su psicoanalista, su padre desolado… y un hastío que se traslada al silencioso público.

 

Estar o distraerse

 

Brilla en la ironía con encomiable capacidad para reírse de sí mismo, de su clase social y su muy leída experiencia de vida (flotan en un lago insustancial los nombres de Kafka, Lacan, Spinoza…). Decae al enredarse en situaciones que aspiran a cierta trascendencia, pero en realidad  invitan a pensar en otra cosa, a mirar hacia los palcos, en fin: a distraerse.

En esta pieza -donde todo gira en torno a la pérdida de entusiasmo ante el puro goce de vivir- echo en falta un mayor despliegue de emociones, pues la carencia de entusiasmo parece atacar a los protagonistas (matrimonio con hijos) desde el comienzo, siempre muy lejos de alguna clase de pasión.

Excelentes actores al servicio de un material que el dramaturgo no acaba de asentar. En cambio, el director logra escenas formidables, domina el buen ritmo y se deja seducir por el talento de sus cuatro intérpretes, pero autor y director fallan en la duración de la obra, a la que le sobran por lo menos los últimos 40 minutos).

Natalia Hernández y Francesco Carril están a cargo de protagonistas que el autor no mima lo suficiente, más bien los limita a un meta-teatro en que los actores comentan la acción de sus personajes: a ratos muy graciosos, pero terminan por evitar que éstos crezcan, se desenvuelvan con interés. Su talento se ve lastrado por un típico matrimonio que tiende al monocromo en tono y contenido, algo que no sucede con Marina Salas y Raúl Prieto con permanentes ocasiones de lucimiento, ya que se ocupan de interpretar a muchos personajes secundarios, cuya variedad es siempre bienvenida.

 

Un comienzo espléndido con Marina Salas (de 14 años) fascinada en su primera gran atracción amorosa por el chico de 17 años (Raúl Prieto), un desconocido que le regalará un fantástico beso .

 

De izq. a der. Marina Salas, Francesco Carril; Natalia Hernández, Raúl Prieto: los niños y sus padres, cada uno en un mundo propio y aislado.

 

La familia reunida en un cuadro de simpático sainete.

 

 

En cuatro partes, un prólogo y un epílogo, El entusiasmo pretende tratar con humor e ironía el tema de la pareja, los hijos y la crisis de la mediana edad, a la vez que construye un artefacto teatral con la ambición y el juego propios de la novela posmoderna. Pablo Renom

 

 

Texto y dirección Pablo Renom

Reparto Francesco Carril, Natalia Hernández, Raúl Prieto y Marina Salas

Escenografía Mónica Boromello

Iluminación David Picazo

Vestuario Ana López Cobos

Sonido Sandra Vicente

Ayudante de dirección Juan Ollero

Ayudante de escenografía María Abad

Ayudante de iluminación Daniel Aranda

Ayudante de vestuario Sara Sánchez de la Morena

Ayudante de sonido Pablo de la Huerga

Diseño de cartel Emilio Lorente

Tráiler Macarena Díaz

Fotografía Geraldine Leloutre

Producción Centro Dramático Nacional y Teatro Kamikaze

Distribución Caterina Muñoz Luceño

CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL. TEATRO MARÍA GUERRERO HASTA EL 28 DICIEMBRE 2025