Por Mariano Velasco /

¿Han de estar artistas, músicos, creadores, etc. preocupados por la repercusión de la inteligencia artificial en la creación artística? Me ronda esta pregunta tras lo vivido el viernes 14 de noviembre en el concierto acústico ofrecido por Alba Reche en el coqueto espacio del hotel Canopy by Hilton de Madrid. Se me ocurre que si el creador se dedica a repetir la misma fórmula, si no pone mucho o nada de sus entrañas en lo que crea, pues sí, se lo pone muy fácil a la IA para que le haga sombra, lo iguale, lo copie e incluso lo supere. Pero si resulta que el artista pone todo la intensidad emocional que lleva dentro en una canción, si se deja hasta la última gotita de su sudor en cada nota que expresa, si no para de buscar y rebuscar nuevos caminos, si entrega su alma en cada una de sus creaciones… entonces no, seguro que no hay IA que le imite, y mucho menos que lo supere. Llamémoslo autenticidad, cualidad que cuando más se le distingue por ejemplo a un cantante es en el formato acústico.

Alba Reche es sobre todo eso, autenticidad. Hablamos de una artista que aúna como mínimo dos características nada fáciles de reunir: primero, una extrema y delicada sensibilidad y segundo, saberla expresar, en su caso, en modo de canciones. Es lo que hace a esta mujer tan diferente y especial, como bien demostró en esta exhibición acústica, en la que estuvo escasa pero sobresalientemente escoltada, a la guitarra por su ya inseparable Diddy Stain y al violín/teclado por Raúl Gómez.

¡Ah!, y acompañada también de un público que la adora y que protagonizó uno de los grandes momentos de la noche durante la interpretación de Digna de ti, un tema en el que Alba se deja la piel con ese desgarrado despertarás, me culparás y entenderás que ella nunca será yo, y que el público coreó como si se lo hubiera preparado, con tal entrega y emoción que dio la sensación de que Alba no sabía cómo, o no quería,  terminar la canción, que la hubiera dejado sonar y sonar toda la noche hasta que el público se cansará, probablemente nunca jamás.

No estoy seguro si momento tan emotivo me sorprendió enfocando mi cámara de fotos hacia el gesto de Alba o en esa puñetera manía de grabarlo todo con el móvil, no lo recuerdo, pero sí sé que deje de hacer lo que estuviera haciendo y me dejé llevar por la magia de aquel instante, disfrutándolo con los cinco sentidos, porque fue, además de inesperado, absolutamente maravilloso, digno de un concierto de Alba Reche.

Pero es que la cosa no quedó ahí, porque tal intensidad llegó a alcanzar la complicidad entre público y artista que Alba tuvo que interrumpir ligeramente su interpretación de El desarme, una de sus más sentidas canciones – consuelo tu llanto en mi pecho, dice la letrita – para eso, para consolar las lágrimas que comenzaban a correr entre quienes escuchaban.

Lo cierto es que entre semejante compañía, de músicos y público, Alba parecía sentirse como en su casa. Y es Mi casa, esa canción que abre su último disco, precisamente la mejor expresión de todo esto que cuento. Para ser feliz, hay que tener menos miedo. Por decirlo de la forma más sencilla, a esta chica se la ve feliz y contenta. Literal. Y se le nota especialmente en las distancias cortas. Será que se siente arropada y protegida por su nueva compañía, Ernie Records, será que se ha quedado a gusto soltando todo lo que llevaba dentro en este su último disco,No soy tú hombre, o serán etapas y circunstancias de la vida, qué sé yo, pero se me antoja que ella se siente bien consigo misma y así lo transmite. Siempre queda la duda con los artistas, que también han de saber aislarse de situaciones personales e imaginarse perfectas – ella me contó una vez que la imaginación le permite no ser consciente de su situación del día a día una vez que se sube al escenario – pero me da que la Alba artista es sobre todo transparencia y sinceridad, no sé si eso es bueno o malo, pero creo que es así.

Pongámosle más deberes a la IA, porque hubo más momentos únicos e irrepetibles, como ese sentido y melancólico diálogo que se marcaron la voz de Alba y el violín de Raúl Gómez en esa joyita tan difícil de interpretar que es Escúchala, un tema que no suele faltar en casi ningún concierto de Alba Rechepor mucho que siga aumentando su discografía. Algo que también sucede con otros dos imprescindibles que nunca fallan, La Culpa y Quimera (“me dejé media vida en esa canción”, dijo refiriéndose a esta última) dos composiciones que, como sucede con muchos de los temas de Alba, parecer cobrar nueva vida cada vez que los acomete en el directo.

Entre el repaso que hizo de su último disco, el satírico – así lo define ella – No soy tu hombre, uno ha de hacer aquí y ahora una confesión personal: supongo que tiene su lógica que en todo disco haya alguna canción que por lo que sea pase más desapercibida. A mí me había sucedido algo así con una de ellas, que he descubierto y admirado ahora, después de este acústico. He escrito más de una vez que una de las características de las canciones de Alba es que parecen estar vivas, que crecen a su antojo con el tiempo, y este descubrimiento es la prueba más palpable de ello. Preciosa canción es La mitad, creo que nunca la había resaltado como merece entre otras joyas que sonaron aquí, como Última guerra – volviendo al público, cómo nos gusta lo de “como último acto de mi amor te entregaré al olvido” -, las citadas Mi casa y Digna de ti, Enemigo, Tan guapa, Creí en ti, Todo lo que conozco y, por su puesto, No soy tu hombre.

Ya puestos a confesar diré que quien suscribe, sin ser muy dado a fanatismos e idolatrías y sin conocer personalmente más que lo justo a Alba Reche, le ha tomado especial cariño a esta maravillosa artista y se alegra un montón de todo lo que le está pasando. Y sobre todo de que tenga el don de compartirlo con la gente que la admira: un público digno de ella.