
RÉQUIEM Y EXALTACIÓN de Matías Escalera Cordero
Lastura Ediciones, 2025. Págs. 148
Fernando Barbero
Matías Escalera Cordero es un viejo trabajador de la conciencia de clase; en su escritura, esta se convierte en un pilar que la sostiene, del mismo modo que la misma está presente en todos sus actos; por eso, creo, tiene la autoridad moral suficiente para escribir un poemario en el que la vieja clase obrera dialoga con sus sucesores, los nuevos esclavos precarios. Y esto es, precisamente, lo más valioso de Réquiem y exaltación: tanto en las dos largas series de diálogos entre el Capital y la Clase Obrera, primero, y entre esta y el propio Hölderlin, luego, así como en la sección en que los ‘nuevos esclavos’ precarios se quejan de la ausencia de su propia voz; pero también en los textos que usan las técnicas de la erasure poetry o los que giran en torno a la soledad.
A través de la poesía de Matías Escalera, la casi desaparecida clase del viejo proletariado se queja, se lamenta, recuerda y protesta en su agonía, aunque inútilmente ya, se teme el poeta.
La calidad de la escritura de Escalera brilla en este poemario muy especialmente –que salió para la Feria del Libro madrileña, en junio, y que está siendo presentado actualmente por el autor en diversas ciudades–, su poesía culta y contundente se abre paso entre el bosque de bellas e inocuas palabras que nos rodea y nos confunde, para presentarnos, a los viejos trabajadores y a los nuevos trabajadores precarios, de una manera emocionante y clara, un espejo en el que unos y otros deberíamos mirarnos para, a continuación, actuar en consecuencia; para que no se cumpla el vaticinio de El Capital en su respuesta a las protestas de la Vieja Clase…
No lo olvides. No te confundas…
Una vez tuvimos orgullo: entrábamos al combate con la decisión
de los héroes…
Lo he leído por ahí…
¿Por qué entonces no…?
¡Porque no!…
Porque esos días pasaron sin remedio…
¡Son historia!… Y el miedo os paraliza: os hace débiles
Y asustadizos…
Un rasgo predominante que la poesía de Matías Escalera mantiene a lo largo de su dilatada trayectoria es la inusual utilización de los espacios de separación, las tabulaciones y los puntos suspensivos, casi las únicas herramientas con las que trabaja la original disposición de los versos dentro del poema.
Para este poemario, además, Escalera ha convocado a siete compañeros y compañeras poetas, representantes de la vieja clase y de los nuevos precarios («…de trayectorias poéticas y edades muy diversas, pero todas, voces ricas e intensas…» Nos dice), que se han unido a esta aventura, en forma de diálogo poético, con sus propios textos, cerrando el poemario definitivamente, en lo que el autor ha denominado la “Cuarta Voz”; una experiencia nueva en la poesía española.
Aunque la conclusión y el resultado final de su lectura deberán decidirlo y descubrirlo, por sí mismos, los lectores y las lectoras que se acerquen a él, en soledad, especialmente, si son trabajadores y trabajadoras, pertenezcan al mundo que muere, el del viejo proletariado, convertido en penosa ‘clase media’, o al que ha llegado, el de la completa precariedad, ¿para quedarse?

