Foto: Oliver Ojeda

Por Alberto García-Teresa.

Revelador título el de la nueva entrega poética de David Eloy Rodríguez (Cáceres, 1976), Vida en el fin. En efecto, estas páginas recogen qué está sucediendo en estos tiempos de inminencia del colapso civilizatoria por la crisis ecosocial generada por la acción del ser humano. Pero también nos explicitan la orientación vitalista que siempre ha caracterizado la obra de este autor: la resistencia y la tenacidad en no doblegarse ante la fatalidad, el ahínco en remarcar lo vivo y celebrarlo, más aún cuando se encuentra en peligro extremo, como en nuestros días.

Con todo, un tono apesadumbrado cala en las páginas (especialmente en las primeras) que remarca la falta de esperanzas, la apatía y la alienación. Por el contrario, en el ámbito propositivo, las piezas van trenzando una exhortación a la imaginación y a la fantasía. «El fin del mundo no llega / por ahora»; «un día vamos a morir, / pero el resto no», escribe. En esa dilación, proclama David Eloy Rodríguez su vitalismo.

El componente descriptivo es básico en la construcción de estas piezas, en la línea de trabajos anteriores del autor. Las oraciones que enumeran a partir de un «hay» inicial ofrecen una panorámica abierta, a la que se suman elementos y que sólo pretende dar cuenta de una parte de la realidad, pues sabe la imposibilidad de abarcarla por completo. De hecho, enlaza paradoja y oxímoron para reflejar la complejidad de la existencia. Lo constatan con severidad, a pesar de ello. Además, esas descripciones retratan un estado emocional, una perspectiva filosófica. No amalgaman personajes, acciones u objetos: constatan con símbolos o con versos evocadores qué constituye el presente. Los versos se yuxtaponen y la construcción de los poemas, en consecuencia, no se dirige a una conclusión ni a un clímax. En pocas ocasiones ligan un discurso o trazan un recorrido. De hecho, la rotundidad y la autonomía de muchos de los versos los coloca en la línea o la potencia de ser aforismos o sentencias. A su vez, la serie de este tipo de versos apacigua el ritmo, puesto que exige pausas. No suele construir metáforas ni desplazamientos semánticos. Busca lo certero y la precisión en una expresión sostenida sobre referentes comunes que pretende, en definitiva, explicar el mundo para, más adelante, señalar cómo agujerearlo.

Así, el autor muestra críticamente las consecuencias del control físico y mental, las trampas del consumo y las funestas consecuencias de una filosofía y una política excluyentes. Se rebela frente a ellos exaltando un modo distinto de vivir, estar y relacionarse, siempre mantenido por la intensidad, la honestidad, el respeto y la capacidad de maravillarse. Una reivindicación de la compañía, de los vínculos, del amor («amar es la hora exacta», nos dice). La poesía de David Eloy Rodríguez, en ese sentido, se erige como resistencia: abre un camino entre la maraña de odio, superficialidad y agotamiento contemporáneos para tratar de alcanzar una existencia plena y dichosa en pos de una «vida viva».

David Eloy Rodríguez
Vida en el fin
Difácil, 2025
162 páginas