El almendro amargo / Lo que se vuelve raíz /Vigilias

Ángel Guinda / Eva Veiga / María Beleña

Editorial Olifante

BELEÑA, GUINDA , VEIGA O LA INCORRECCIÓN POÉTICA

Por Íñigo Linaje

 

La editorial Olifante, uno de los sellos decanos de la poesía española contemporánea, cierra 2025 con la edición de un libro del poeta más emblemático de su catálogo, Ángel Guinda (1948-2022). Se trata de El almendro amargo, publicado originalmente en 1986 en Buenos Aires, Argentina, dado que su contenido (una sátira feroz contra España, en la que escribe: Yo no daré mi vida por España, porque un país que mata a sus poetas no merece vivir) no era poéticamente correcto para la época. Libro abiertamente político en la trayectoria del autor (en realidad es un extenso poema dividido en cuatro cantos), la obra viene avalada por un exordio del historiador Nicolás Sesma y por un prólogo enjundioso del que fuera su amigo Luis Felipe Alegre, el brillante rapsoda y actor teatral libertario fallecido en abril de este año.

Breve en su paginación, aunque primorosamente editado y riquísimo en su apartado gráfico (se recogen abundantes fotografías inéditas de la época), El almendro amargo, que está dedicado en esta ocasión al fundador de El Silbo Vulnerado, Luis Felipe Alegre, quiere sumarse a la conmemoración del 50 aniversario de la llegada a España de la democracia (o del sucedáneo de democracia que quiere vendernos la clase política más pútrida que hemos tenido nunca en este país: la farsa continúa y es siempre la misma) y culminar así, por todo lo alto, este año Guinda, en el que ha aparecido, además de la reunión de la poesía completa del bardo zaragozano (Vida ávida, 1972-2022), la biografía del autor que escribió el periodista J. Benito Fernández, Las claves de lo oscuro. Poeta vivísimo tres años después de su adiós, en El almendro amargo encontrará el lector al hombre combativo e irreverente, al luchador por las libertades y la independencia individual de siempre: !No soy de este país que llamo Extraña! / Nunca quise llamarla por su nombre / y si lo escribo ahora es con el odio / y la venganza de la poesía. 

Siendo la de Guinda la apuesta literaria del sello en 2025, hay que destacar otros títulos – muy valiosos- que han aparecido en la editorial y han sido eclipsados por la relevancia y la resonancia crítica (en prensa y medios audiovisuales) que ha recibido el autor de Espectral. Me refiero a los últimos libros publicados por dos autoras notables como Eva Veiga y María Beleña, que nos regalan Lo que se vuelve raíz y Vigilias: conjeturas sobre la ilusión, respectivamente. Dos propuestas que no solo comparten la misma audacia y un talante experimental semejante -algo que las hermana a la poética del propio aragonés- sino también un afán rupturista y desafiante con las líneas anodinas (y, casi siempre, previsibles) de la poesía española de los últimos lustros.

Nadie duda de que la lírica escrita en gallego está de moda. Tres de los últimos premios Nacionales de Poesía llevan el nombre de escritoras de ese territorio: Olga Novo (que lo ganó en 2020 con Felizidade, publicado también por Olifante), Yolanda Castaño y Miriam Reyes. Hay que decir que Lo que se vuelve raíz, la obra de la escritora coruñesa Eva Veiga (Pontedeume, A Coruña, 1961), no desmerece en absoluto a la de las anteriormente citadas. Autora de libros de relatos y ensayos, periodista vinculada a la televisión y colaboradora del rotativo El Correo Gallego, donde ejerce de articulista, Veiga ha publicado doce poemarios, entre los que destacan Sueño y vértice y la antología Ser en. Además, ha traducido a Elena Poniatoswka y ha recibido premios como el de la Crítica -en 2016- y el de Honor de la Unesco por su serie documental para televisión Galicia en el tiempo.

Prologado por Pilar Pallarés y traducido al castellano por Teresa Seara, Lo que se vuelve raíz ensaya una manera de decir en el límite del decir, donde el amor y la muerte (y sus contrarios: la soledad y la vida) toman forma a través de un centenar de composiciones en una edición rematada en azul y se encarnan en unos versos -breves o lacónicos a veces, o extensos y discursivos- que prescinden de los signos de puntuación: recojo las velas raídas / en los exhaustos pabellones de la voz / toda navegación que termina / hace recuento de lo vivido: / fue la pérdida / el lugar más lejano que alcanzamos, escribe la gallega en uno de los textos.

Libro evocador y delicado, visceral y hermoso en su conjunto, Lo que se vuelve raíz no supone un paso más en la trayectoria de una autora a tener muy en cuenta, sino la confirmación de una de las voces más atractivas de la poesía peninsular reciente. La naturaleza, siempre como telón de fondo, y la palabra poética como instrumento de autoconocimiento, son las constantes que alumbran este texto vitalista y desolador a la vez, porque, como proclama Veiga, todo cuanto escribes / es la formación de un desierto. Sin embargo, a pesar del tono elegíaco de algunas piezas, la autora aguarda / como una arteria abierta // que alguien venga / con su silencio a cavar / un pozo // y avive la sed.

Más radical en su vertiente experimental que el de Veiga, y más cercano a los presupuestos políticos y estéticos de Guinda, es el segundo poemario de María Beleña (Valencia, 1985), Vigilia: conjeturas sobre la ilusión. Coeditora de la revista de arte Thalamus Magazine, Beleña es videocreadora, gestiona proyectos culturales como talleres de lectura y escritura y en 2020 editó cáscara, su debut en libro. Si el texto preliminar de Vigilia es una declaración de principios (e intenciones) en forma de nueve sentencias que tienen mucho de teoría literaria y filosófica, el primer poema de la primera de sus tres partes funciona como autorretrato fragmentario de la autora.

Vigilia entronca con cierta lírica visionaria -que le debe mucho a la escritura automática y al surrealismo- que practicaron en los años ochenta del siglo pasado autores como Blanca Andreu y Fernando Merlo, artífices de una escritura críptica y a veces inteligible que, sin embargo, dejaba en cada verso una serie de sugerencias o de lazos argumentales que el lector debía ordenar para proveerlos de sentido. Así sucede en los poemas en prosa de la escritora valenciana, que vienen arropados por las palabras generosas de María Ángeles Pérez López, que firma un epílogo en forma de carta donde destaca muchas de las virtudes del libro, entre ellas, su enorme musicalidad.

Dividido en tres bloques (en los dos primeros cada poema enlaza con el final del anterior), el último de ellos es un glosario de los dos previos, donde el lector encontrará algunos hilos referenciales que alumbran la escritura de Beleña. Una escritura que rompe deliberadamente con la lógica del lenguaje tradicional, pero que está provista de unas líneas temáticas que, ensambladas en un discurso (solo) aparentemente alucinado, construyen un mundo propio. De esta forma, la poesía, la filosofía y el cine se encarnarán en las voces de Alejandra Pizarnik, Bela Tarr o Marina Garcés. Y, a la vez, en referencias a la ciencia y a la cultura popular. Todo ello mezclado -como una voz subterránea- con un calado existencial y libertario que le lleva a escribir: Dormir puede que sea una de las mayores afrentas a la noción de riqueza actual. Es decir: una frase que es una prolongación del derecho a la pereza por el que abogaba Paul Lafargue. O lo que es lo mismo: una forma de insurrección en estos tiempos de servidumbre al poder y a las tecnologías que, más que vivir, morimos.