
Rocío Fernández Berrocal, Platero y otros. Antología de los animales en la obra de JRJ. Okto contenidos, Moguer, 2025.
Ana Isabel Alvea Sánchez.- Rocío Férnandez Berrocal es profesora, investigadora y especialista en la obra de Juan Ramón Jiménez, Zenobia Camprubí y la literatura española del siglo XX. Sus trabajos sobre el poeta de Moguer le han hecho merecedora del Perejil de Plata, concedido por la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez. Su Tesis Doctoral se centró en la figura de Juan Ramón Jiménez, sobre quien ha escrito libros y ofrecido numerosas conferencias, al igual que sobre Zenobia Camprubí. Viajó a Puerto Rico para consultar los manuscritos del poeta, profundizando así en su estudio y comprensión. Ha preparado las ediciones de varios libros inéditos de Juan Ramón Jiménez: Idilios, Historias y Pureza y es una autora de una atractiva biografía de Zenobia para niños, El secreto de Zenobia.
Encargada de la edición de Platero y otros. Antología de los animales en la obra de JRJ, se puede comprobar el profundo conocimiento que tiene de todo lo referente al poeta y su obra y que ha dado lugar a este delicioso libro, en el que se aprecia la sensibilidad, ternura y cariño que aflora en Platero y yo. Con varias fotografías de Juan Ramón Jiménez y acompañado de un excelente estudio, genuino y poco común, sobre la relación del poeta de Moguer con la naturaleza y con los animales —a los que consideraba hermanos—, Rocío nos revela el pensamiento del poeta y las claves para entender mejor sus libros. Por otro lado, el lector disfrutará de una brillante selección de poemas, aforismos, prosa lírica, cuentos y retratos, y fragmentos de cartas referentes al reino animal, estructurados en: Criaturas del aire, Los amigos del hombre (Establo, sabor a madre y a heno), Los animales silvestres, Los amigos de platero y Jardín de fieras (Comparaciones audaces y líricas). Un extenso y amplio animalario.
Rocío Fernández explica en su introducción que nuestro poeta se identificaba con los animales, para quien representan la esencia de lo puro, lo auténtico y lo eterno. Llegó a denominarse a sí mismo “animal de fondo” o “libre animal poético”: un animal de raíces y alas, fuera de convencionalismos y libre de las restricciones de la sociedad y las personas.
Al final del libro, nos aporta un inteligente análisis de ese sentir de la naturaleza y los animales, desde Platero y yo hasta Espacio, en busca de lo puro en la vida y en la escritura —pues para Juan Ramón, la vida y la poesía iban de la mano—y también de la sencillez, que para él era la belleza de lo auténtico. Juan Ramón desconfiaba del poeta injenioso y abogaba por una poesía pura, “clara, viva, auténtica”, libre como el ruiseñor. En los animales encuentra su propia profundidad como “animal de fondo”, en un sentimiento de unión con todo.
Fue un gran observador del reino animal. En una carta llega a compararse con un lagarto en su ritmo de escritura, con períodos de letargo y otros, en cambio, más frenéticos. Se siente feliz y dichoso en una contemplación atenta y extasiada de cuanto le rodea, sintiendo la plenitud y belleza que transmite en sus escritos.
A su primer apartado pertenece este fragmento: “En la garganta de ese pájaro que acaba de cruzar, cantando, la tarde gris de agua, va toda la primavera…” (de Paisajes líricos, de 1906-1912, publicado en Primeras prosas).
En “pájaro errante y lírico, que en esta floreciente…” le pregunta al ave: “¿Eres como yo, triste, solitario y cobarde, / hermano del silencio y la melancolía?”.
Asemeja la poesía al bello canto de un pájaro: “Pájaro, amor, luz, esperanza; nunca te he comprendido como ahora; nunca he visto tu dios como hoy lo veo, el dios que acaso fuiste tú y que me comprende…” (“Canciones de la Florida”, En el otro costado. Lírica de una Atlántida). En una carta a Ramón Gómez de la Serna escribe sobre la inspiración: “¿No es acaso una cláusula de ese idioma íntimo y concreto que hablan los árboles con las nubes, las estrellas con los pájaros, las rosas con el corazón?”.
“Anoche soñaba yo con esta maravilla de poema como una paloma cojida y vuelta a soltar, que es lo que a mí me parece que hay que hacer con la poesía” (fragmento de carta a Amado Alonso, 1946).
En Los amigos del hombre. (Establo, sabor a madre y a heno) ofrece una estampa del mundo rural en el que afloran recuerdos de Moguer, sus paseos a caballo o su perro Lord, entre otros. Se siente más cerca de los animales que de los hombres, los entiende mejor y le parece que ellos también le comprenden.
Resalta la mariposa en Animales silvestres, belleza huidiza que persigue. Aparecen ardillas y grillos — descubriremos después graciosas y entrañables anécdotas de Juan Ramón con las ardillas, a las que daba golosinas; o con unos chiquillos y los grillos—.
Se recogen varios textos de Platero y yo en Amigos de Platero sobre el canario, el gorrión, su perro Lord o la tortuga griega que descubrió con su hermano.
Pequeños fragmentos, como perlas, componen Jardín de fieras. (Comparaciones audaces y líricas): “Mi fantasía de niño brilló sonriendo, como un vilano”; “Mi corazón, apretada mariposa”; “Adoro la poesía graciosa y siempre viva como un enjambre de abejas o mariposas”.
En el estudio final, nuestra especialista sevillana nos presenta a un Juan Ramón Jiménez muy vinculado a la naturaleza y al paisaje de Moguer, en los que encuentra la serenidad. Cuando vivían en Madrid, él y Zenobia salían de excursión a la Sierra. “Lo natural es lo auténtico”, afirmaba. En su infancia y adolescencia estuvo rodeado de animales y deja muchos testimonios de esta vivencia, inclusive de su maltrato. No siempre fue, sin embargo, una relación tan tierna: podremos conocer al poeta niño y travieso que realiza algunas fechorías a los animales con su escopeta. Su niñez fue solitaria y parece que los animales le daban consuelo y compañía. Iba en burro a la casa de Fuentepiña, de ahí su homenaje a Platero, “nombre general de una clase de burros, burro de color de plata”. Algunos animales dejaron huella en él, como atestigua en Platero y yo, por ejemplo, el pavo real la noche que murió su padre.
En Madrid, en la Residencia de Estudiantes, recibió una fuerte influencia de la pedagogía de Giner de los Ríos, que lo inclinó a cultivar la belleza y la naturaleza, a elevar las cosas cotidianas con el arte y la palabra y a buscar la armonía, vinculando lo natural y lo espiritual. Spinoza fue otra influencia, al igual que la poesía del simbolista Francis Jammes, escritor que exaltaba la vida rural y los animales.
Como bien afirma la editora: “Los animales se funden en muchas ocasiones en la propia voz de JRJ y el mundo animal forma parte tanto de su campo de expresión como de su paisaje físico y espiritual”. Platero y yo es un claro ejemplo. Platero simboliza los ideales que anhelaba: “Ser natural”, armonía con la naturaleza, verdad, inocencia, candor, bondad.
En el apartado La naturaleza en JRJ se profundiza en esta íntima comunión del poeta. Siempre procuró vivir cerca o estar en contacto con ella, tal como proclamaba el movimiento Krausista: encontrar en la naturaleza las raíces del ser humano. Y el mar será un elemento destacado.
El lector disfrutará de bellos textos y de un agudo estudio en cuanto a lo primordial de la naturaleza y el reino animal en nuestro premio Nobel, así como de la importancia que otorgaba a “la naturaleza, el amor y los libros”. El ave, símbolo de trascendencia, la identifica con la poesía, sobre todo el ruiseñor. La inspiración también es como un pájaro. El cangrejo, en cambio, es la “cáscara vana”, lo corpóreo y limitado y el pájaro, lo alado y divino, lo que trasciende el espacio y el tiempo. Busca el misterio, la realidad invisible, al igual que Rilke.
Juan Ramón se define como “Animal de fondo de aire” en Animal de fondo, que se publicó en 1949 en Buenos Aires y que formaba parte de Dios deseado y deseante. Su “ser natural” será de aire, anclado en la tierra. Se proyecta hacia las alas en busca de la esencia y trascendencia. Su “dios” estaba en el fondo porque supone un viaje a su conciencia, que es su fondo, su dios: la conciencia de la belleza. “En la realidad invisible —que busca el poeta y que nombra con la palabra exacta— está la esencia del concepto fondo de Animal de fondo”. El poeta es un animal de fondo, cuyas alas son la “conciencia” y sus sueños. En el interior del poeta está toda la naturaleza con su pureza y, por tanto, ese dios hay que buscarlo en la naturaleza. Llegó a definirse como “un animalito de fondo, un poeta instintivo, sensual y sensitivo…”, pues la poesía es “instinto cultivado”. Sentía un vínculo natural, animal, con la vida.
La profesora Rocío nos descifra los conceptos e ideas principales que sustentan Animal de fondo y otros escritos suyos. Una antología para disfrutar, sin lugar a dudas, y para entender mejor la obra de Juan Ramón Jiménez.

