Teatro de oro entre mujeres, aloja y carrillada

Ana Cobos Cedillo

 Si el teatro tiene algo de magia es lo que es capaz de conseguir la compañía La líquida en su montaje Ellas de Oro, que pudo presenciarse el sábado de febrero de 2023 en el Hotel AC Málaga Palacio, la penúltima de las funciones que se representaron desde el 13 de enero. Por cierto, todas ellas con el cartel de “entradas agotadas” desde muy poco tiempo después de su puesta a la venta.

David García-Intriago, que así se llama el autor, director e intérprete del montaje, junto al violinista Santiago Vockram, transporta al Siglo de Oro a las personas que están en el público valiéndose únicamente de la palabra, lo que es muy meritorio en tiempos de sobrestimulación y derroche de medios tecnológicos, también en las artes escénicas.

Magia y clima están esperando al espectador desde su llegada al exquisito salón del céntrico hotel malagueño donde se celebra la representación. Una bebida del siglo XVI-XVII, la aloja, que va situando sensorialmente al público a través del paladar y que se completa con esas uvas con quesos, que siempre saben a besos, en este caso a besos barrocos.

El actor, cual juglar contemporáneo salta al escenario vestido de neutral negro e interacciona con el público bautizando isabeles de Castilla e hidalgos entre los que osaron sentarse en las primeras filas. El espectáculo se sucede entre el elaborado texto y va arrancando a los espectadores una y mil carcajadas, a veces desde el humor más sencillo y blanco, con simpleza entre alguna que otra hemorroide de risa fácil, hasta otras ocasiones en las que la magia del teatro se mueve entre la sutileza, lo clásico y las citas literarias más exquisitas.

La función homenajea a las mujeres, españolas de antaño que también fueron invisibilizadas en el siglo de Oro, que por más que este brillara, tanto que las dejó en la oscuridad y apenas conocemos sus nombres. Algo tan injusto como inefable, pues no tiene nombre que popularmente se conozca a ninguna de las escritoras del siglo de oro, ni a las sinsombrero, ni a tantas otras tan relevantes como invisibilizadas en la historia.

Tras un breve descanso en el que el personal del hotel y del teatro sirven un estofado de ternera con sus patatas y su correspondiente vino, llega la segunda parte en la que el público ya está en los bolsillos del chaleco del protagonista, chaleco plagado de nombres de mujeres escritoras del Siglo de Oro.

Aprovecha la entrega el intérprete para junto al violinista, llevar al público por los senderos, ya no solo de la risa, sino también de la emoción, como en el momento en que recita el texto de esa mujer hermosa que se lamentaba del suicidio de un pretendiente despechado o de aquella que no podía ser libre por el hecho de ser dama y no boba.

Magia y teatro, teatro y magia por eso de convertir un salón de un hotel de centro ciudad del siglo XXI en la cazuela de un corral de comedias del siglo XVII y hacer salir de allí al encandilado público entre sonrisas y aplausos de agradecimiento a los artistas que aprovechan el escenario y la cultura para reivindicar injusticias históricas como el silenciamiento de las escritoras que también fueron de Oro .

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