“Las estremecidas”, de Pablo Malmierca

AÚN QUEDAN VÁSTAGOS DE LUZ.

Por Luis Ramos de la Torre.

Una de las claves y estrategias necesarias a la hora de indagar o reflexionar sobre el pensamiento poético de un autor en un libro concreto es poner los versos frente al espejo que ofrece su obra anterior, a fin de poder entender la trayectoria y los conceptos que configuran el hecho poético que pretende, cuando dicho libro no es únicamente una mera colección de poemas.

Por amistad, por cercanía y por respeto a su trabajo, he tenido la suerte de conocer todos los libros de poesía de Pablo Malmierca, libros con una tipología y una entidad específica y peculiar en cada uno de ellos; pero a la vez, lugares necesarios, y subrayo esto de lugares, porque desde la autenticidad y la identidad propia que los va definiendo la hechura de sus versos cobran mayor relevancia y mayor altura con el paso del tiempo. Estamos, pues, delante de una obra singular en proceso.

De ahí que todo lo que en dD, su primer libro, identificábamos y estaba al lado de cierto “desgarramiento hegeliano”; esto es, “del encuentro de sí mismo con la verdad que pretende buscar” y que le llegaba desde las múltiples presencias de lo psicológico, o aún más, de todo aquello que rondaba los mundos de la psiquiatría, y que a la postre y afortunadamente se iría decantando hacia el lado del compromiso moral con el oficio poético: “Escindido, / inmóvil, / clavado en el madero de mi deriva, / busco la identidad en una mirada / que nunca es la mía”; se va a ir convirtiendo con el tiempo en un modo de acción e intervención con las palabras desgranado con atención y mesura, que en la mayor parte de sus versos, y de forma cada vez más abierta e intencionada, aparecerá en su segundo libro No comas mi corazón, en el que ya en el apartado titulado Diálogo aparecerán algunos bosquejos de la futura prosa poética que veremos en su último libro de poemas, Las Estremecidas.

De modo que aquello que en dD, y gracias a la gradación de las imágenes poéticas, denominamos como POEPICOMIC, tan cercano a mi juicio a la épica de las imágenes del gran dibujante francés Moebius, se iría abriendo poco a poco y de manera ponderada, pero con los ajustes necesarios, a una definición de lo poético que ya en el prólogo de No comas mi corazón me atreví a calificar de POETICOMIC, dado el alto grado de compromiso moral que desde la poesía y la limpieza de sus versos planteaba el poeta: “Aislados, / solo sois / un punto en la inmensidad del horizonte, / un grano más de arena en el desierto baldío”. Por ello, podríamos decir también que estos dos primeros libros vienen a ser una especie de “libros frontera”, de lugares de paso “en sazón”, que se ofrecen al descubrimiento de un lenguaje cada vez más peculiar y determinante para ese estilo siempre abierto que irá viniendo posteriormente.

La voz estremecida, el primer libro de la llamada Trilogía del Estremecimiento, siendo como los anteriores un libro de amor y búsqueda, recoge el guante que le lanzara todo lo anterior y se abre en forma de libro de entrega y ofrecimiento, rítmicamente ajustado hacia una Neopoética centrada, ahora sí, en la Metapoesía y en el deseo de desenmascarar, desde el desgarro o la serenidad de los versos, el batiburrillo de afluentes poéticos que aparecen hoy exacerbados en el panorama poético a través de esos gaseosos “no lugares” que enturbian el río incesable de toda poesía que esté y pretenda la búsqueda de la limpieza y la claridad.

Estremece esta voz que se busca en la necesidad de orearse a partir del compromiso moral con el propio lenguaje, con sus usuarios, y con aquellos que vistiéndose de poetas con mando, inclusive a distancia, reparten el bullicio y las prebendas literarias como si fuesen los poseedores del sonido, del silencio e inclusive de los ruidos.

En los versos de Pablo Malmierca vemos el rigor de esta poesía serena, pero contundente, apareciendo como mediadora, como intermedio o metaxú platónico, entre el lenguaje y las cosas que nos rodean y donde la poesía surgirá como intermedio entre la voz del yo poético y lo otro, la alteridad poetizada y estremecedora que nos circunda buscando y pidiendo su lugar, así escribe: “Nacer otra vez, / mostrar en lugar de parecer, / asomarnos a través de los muros / construidos de cifras, / alzar la voz. // Empuñar los fonemas”. Pero esta mediación, este acercamiento, lo va a presentar Pablo Malmierca desde la ruptura, desde la génesis de un vacío estremecido pero sin embargo renovador y generador de lugares y “encuentros” necesarios.

Este lugar nuevo, este espejo que devuelve constantemente al poeta las imágenes necesarias, y que aparece desde el vacío, es estremecedor a la vez que clarificador, porque genera y busca acciones, -benditos sean por siempre los verbos-, y nombra lo que necesita, -benditos también los sustantivos-, sin acudir a lo hueco, y sin la contundencia que se deriva de los adjetivos gaseosos y gasificados tan mal usados y abusados en las poéticas del barullo y el batiburrillo especular de las diferentes pantallas: “Hoy los altares / están llenos de muñecos de paja. / Hoy el infierno / está vacío de poetas”.

La voz estremecida, es un libro de poemas, acertado, certero, organizado y bien construido, que ha salido del armario de lo simplista hueco y ha huido del atufado poemario “modernil” para fluir limpio y construir una propuesta en busca de nuevos Estremecimientos, o lo que es lo mismo si jugamos con el lenguaje, “Extremecimientos” o mecimientos extremos desde la palabra poética necesaria: “¿El final? / Cuando el aliento / encuentre a la palabra”.

Búsqueda que se acrecentará a partir de esa misma postura ética en el segundo libro de esta Trilogía, El tacto estremecido, en el que ya no se tratará de buscar sólo una mediación, un metaxú a través de los poemas, sino más bien una salvación desde el tacto; no obstante en este libro el método poético se llevará a cabo casi al modo del llamado Lingchi oriental; esto es, el “Despiezado y mutilado del cuerpo, por ejemplo el humano” para hacerse con él, torturarle y hasta causarle la muerte, pero una muerte salvadora. Aparecerán en esta especie de Lingchi poético, los versos como agudos cortes realizados en cada uno de los órganos del cuerpo (trasunto del libro) y a través de términos como cuchillos, navajas, puñales…, artefactos poéticos que irán cortando y haciéndose a la piel a través del tacto estremecido inmerso en cada poema: “Somos la carne / que acaba hecha ceniza. // En el limbo de los objetos triturados, / en la apariencia molesta de los meses, / nos nutriremos con los restos de tu piel.”

Este segundo libro va a mostrar la herida del poeta en forma, una vez más, de tríptico y aparecerán por ello, continuas tríadas: [El libro como cuerpo / El poema como órgano / El verso como cortes desde el tacto]. De igual modo el libro tendrá 3 partes, hay 3 lugares o acciones, aparecen 3 citas reveladoras al comienzo…Y todo ello en busca de una salida necesaria de la dualidad para hacerse a la herida desde el roce estremecido… Herir para salvarse desde esa salida, ese “entre” que busca en la alteridad y en el otro, contenidos cada vez más Po-Éticos y pro-Éticos: “Busqué el abrazo de tus ramas, / encontré la pureza de tu savia, / escucho fecundo y renovado.”

Las Estremecidas, el último libro de esta Trilogía implicada en la lucidez que se deriva de una mezcla cuidada de personajes (siempre la fuerza de los posesivos en Pablo Malmierca), ritmos diversos y tipologías poéticas diferentes, donde cobrará fuerza eso neutro que es vivificante y tanto atrae a Pablo Malmierca: lo oscuro, lo seco, lo vacío, lo grave, lo gore, lo abstruso que construye…, en definitiva, lo poético: “Tu ausencia / carga de significado / mis vacíos significantes. // Tu artificio / vuelca / la decrépita hinchazón de tus muslos”. Este libro, siempre intenso y descriptivo, está estructurado en forma de Decálogo con las partes tituladas de forma altamente referencial para el poeta: ELLA, FLUIDEZ, EN LA BÚSQUEDA, SEÑALES, ESTRUCTURAS, QUEBRANTOS, ESQUIZOFRENIA, LUGAR, ELLAS, y EPÍLOGO, y con una entrada significativa a modo de verso inicial o aforismo, en el que se da la clave al enigma de los versos o prosas poéticas que irán apareciendo de forma paulatina y nunca atropellada.

Ya desde el principio del libro las citas o epígrafes de Pascal Quignard o Jean Luc Nancy enmarcan y dirigen esta especie de viaje poético, este camino inexorable que postula el poeta desde un lenguaje riguroso “cocido” por la dura experiencia de lo vivido y la necesidad de encontrar un futuro cadencioso y armónico para lograr aquella necesaria y urgente salvación que a través del tacto aparecía en el libro anterior, a través de unos hechos poéticos tan reales y problemáticos como necesariamente morales, escribe el poeta: “Transito la vida como si fuera un lugar inhabitable. Son tus sensaciones las que me permiten construir un discurso que se fractura en mis manos. Son tus verdades las que ocultan lo único que permanece: el rastro de un destello, el fragmento de un instante de locura”.

Siguiendo con el lenguaje típico y peculiar de Pablo Malmierca: “Te pierdes en un mundo / que no deja de girar, / sin más sentido / que la búsqueda de un camino / que no se pliegue sobre sí mismo”, centrado en sustantivos y verbos siempre contundentes, y con la ausencia decidida de adjetivos, salvo en las partes resueltas con una novedosa y muy interesante prosa poética reveladora sobre la actualidad; aparecerá ahora una novedad establecida desde la fuerza de los aforismos de las diferentes entradillas que estructuran un libro abierto y congruente con la decidida y continua búsqueda de un lenguaje abiertamente clarificador que busca, como en los dos libros anteriores, una salida necesaria que no va a ser otra que el ofrecimiento y la cercanía del poeta a lo otro.

Así, a pesar de la presencia de un ingrediente nuevo pero contundente como es el Miedo, presente en la multiplicidad de voces que pueblan los poemas de este libro, y desde el aforismo que aparece en la primera Parte titulada ELLA: “Ardemos en la furia de un futuro cargado de promesas”, o desde el que inicia, por ejemplo, la serie de prosas poéticas en la mitad del Decálogo titulada ESTRUCTURAS: “Nuestras mitades arden en la sequedad del olvido, / mientras florece el anverso de los sueños”; hasta el último que leemos en el titulado EPÍLOGO: “Existimos entre cuerpos heridos pese a la arrogancia del pasado”; todos ellos va a estar en función de llegar al final del camino propuesto y buscado en torno a la consecución de una salvación moral, que será a la postre el final de apertura y entrega desde la antigua voz estremecida y desde aquel tacto estremecido necesarios hasta llegar a conseguir, tras esta poesía salvadora a favor siempre de los perdedores o lo inexistente: “Dar un abrazo / como quien da la vida”.

Por todo ello, LAS ESTREMECIDAS, quinto libro de poemas de Pablo Malmierca supone un paso necesario para ir desde la palabra y caminar, a partir del estremecimiento y de la herida salvadora, hacia el análisis poético de otra de las preocupaciones de nuestro autor, la grieta personal y social que a todos nos envuelve, nos provoca y nos acucia, y desde esa grieta poder buscar, como siempre ha pretendido el poeta, una salida en pos de la mejora. No en vano en el octavo apartado de este libro titulado LUGAR, ya se nos aventura: “En la simetría de la grieta se rescatan las formas”, y por ahí habrá de continuar el viaje po-Ético de este autor zamorano.

 

Las Estremecidas

Pablo Malmierca

Eolas, 2023

2 thoughts on ““Las estremecidas”, de Pablo Malmierca

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *