El códice Voynich

El Códice Voynich es uno de los manuscritos más misteriosos y enigmáticos del mundo, fascinando a criptógrafos, historiadores, lingüistas y curiosos desde hace siglos.

Se trata de un manuscrito ilustrado datado entre 1404 y 1438 de aproximadamente 240 páginas, algunas desaparecidas, escrito en un idioma o sistema de escritura desconocido.

En el siglo XVII, el manuscrito formaba parte de la biblioteca del emperador Rodolfo II del Sacro Imperio Romano Germánico, quien pagó una gran suma de dinero por él, creyendo que había sido escrito por Roger Bacon, un monje y científico inglés del siglo XIII. Luego pasó por varias manos documentadas en cartas halladas dentro del propio manuscrito. Estas cartas llegaron a manos de los jesuitas.

Los jesuitas almacenaron el manuscrito en la Villa Mondragone, una antigua villa renacentista que formaba parte del Colegio Ghezzi. Fue entonces cuando Wilfrid Voynich, un librero y anticuario coleccionista, lo compró en 1912.

El contenido del manuscrito está lleno de dibujos extraños, plantas desconocidas, diagramas astronómicos que representan constelaciones y estrellas, figuras humanas —sobre todo femeninas— en escenas acuáticas como partes de un ritual, medicina o método de purificación, y un texto que hasta ahora nadie ha logrado descifrar.

Las letras del texto no se parecen a ningún alfabeto conocido y aunque parece tener estructura con párrafos y signos de separación, el idioma no se corresponde con ninguna lengua conocida. Numerosos expertos han intentado descifrarlo, pero nadie ha propuesto una interpretación universalmente aceptada.

Existen varias teorías sobre su origen y contenido. La primera es que el códice está escrito en un lenguaje o código secreto muy complejo.  Otra teoría propone que el manuscrito es un hoax o fraude medieval, creado para engañar y obtener dinero o fama. Sin embargo, la complejidad y coherencia del texto hacen que esta hipótesis sea poco probable.

Otros interpretaron que podría tratarse de un tratado de botánica o farmacología debido a sus abundantes ilustraciones de plantas y diagramas herbolarios. A pesar de que ninguna planta ilustrada parece existir. Esto sugiere que el autor las inventó o las basó en un conocimiento botánico muy antiguo o secreto.

Otra hipótesis plantea que se trata de un manuscrito alquímico que contiene conocimientos ocultos de la época relacionados con astrología, magia o alquimia. Los alquimistas buscaban la transmutación de metales, la piedra filosofal y el elixir de la vida y utilizaban símbolos codificados y textos encriptados para proteger sus conocimientos.

Algunos dicen que el texto es un conjuro mágico o un grimorio oculto, escrito en un lenguaje cifrado para proteger secretos arcanos o rituales prohibidos, y que intentar descifrarlo podría traer consecuencias negativas. Diversos teóricos especularon que una sociedad esotérica o hermética creó el manuscrito para guardar conocimientos prohibidos y ocultos destinados al poder o la élite espiritual.

Mientras que otros opinan que se trata de una lengua extinta o todavía desconocida.

Desde su descubrimiento, el Códice Voynich ha atraído a criptógrafos, lingüistas y matemáticos que han tratado de entender su contenido aplicando diversas técnicas.

El mismo Voynich trató de encontrar pistas para descifrar el texto, su procedencia y sus posibles propietarios, sin éxito.

Más tarde, uno de los criptógrafos más reconocidos del siglo XX, William F. Friedman, que ayudó a descifrar códigos militares durante la Segunda Guerra Mundial, dedicó varios años para estudiar el manuscrito. Aunque se interesó profundamente en el códice, concluyó que era un texto extremadamente difícil y no logró descifrarlo.

Durante la Guerra Fría, la criptografía se volvió una herramienta clave en la guerra. Algunas personas pensaron que era un sistema de cifrado sofisticado, relacionado con espías o mensajes ocultos usados durante las guerras mundiales.

La CIA y el FBI asignaron recursos para intentar descifrarlo. Se usaron métodos de análisis estadístico, frecuencias de letras y combinaciones, pero no lograron descifrar el contenido ni confirmar que fuera un lenguaje real.

La sombra de Bacon entre líneas indescifrables

 

La hipótesis de que Roger Bacon (1214-1294) pudiese ser el autor del Manuscrito Voynich, surgió a principios del siglo XX, poco después de que Wilfrid Voynich descubriera el códice. Bacon, fraile franciscano, filósofo y científico inglés del siglo XIII, adoptó un enfoque innovador y se convirtió en precursor del método científico moderno. Esta teoría se basa en varios factores:

Roger Bacon estaba involucrado en estudios esotéricos y alquímicos, incluyendo lenguajes cifrados y textos misteriosos, lo que encajaría con el estilo críptico y las ilustraciones enigmáticas del códice. El manuscrito parece un tratado sobre botánica, astronomía, astrología y medicina, campos en los que Bacon era experto. Algunos pensaron que él pudo haberlo escrito para preservar conocimientos secretos que él solo sabía. Además, hay referencias indirectas o suposiciones en algunos escritos antiguos que relacionan al manuscrito con Roger Bacon, aunque no existen pruebas documentales directas.

El propio Voynich apoyó esta teoría. Sin embargo, los análisis de carbono fecharon el códice en el siglo XV, casi dos siglos después de la muerte de Roger Bacon, lo que hace improbable que él fuera el autor.

 

Las investigaciones modernas han utilizado técnicas como el análisis estadístico, inteligencia artificial y criptografía avanzada. Pero, a pesar de siglos de estudio, ningún investigador ha logrado descifrar completamente el códice.

Actualmente, el manuscrito se encuentra dormido desde hace más de cincuenta años en las estanterías de la Biblioteca Beinecke de Manuscritos y Libros Raros de la Universidad de Yale.

 

¿Podremos algún día descifrar el Manuscrito Voynich… o está destinado a permanecer como uno de los mayores enigmas de la historia?

 

¿Y si, después de todo, el verdadero mensaje del manuscrito no está en lo que dice, sino en el misterio que ha generado a lo largo de los siglos?