Por Paloma Rodera

El pasado mes de junio, la alta bóveda del Real Casino de Madrid sirvió como telón de fondo para algo más que un desfile. Fue el escenario —tan solemne como inesperado— de un choque generacional cargado de significado. En ese entorno clásico, histórico y casi inalcanzable, un grupo de alumnos seleccionado de recién egresados del Creative Campus de la Universidad Europea presentaron “Romper el molde”, una propuesta que va mucho más allá de la moda: es una declaración de intenciones.
“Ver nuestras piezas desfilar ahí, en un sitio tan distinto a nosotros, fue algo potente”, dice Inés Rivero, una de las jóvenes diseñadoras que participó en el evento. “Que un espacio tan prestigioso y ajeno a nuestra realidad abra sus puertas a una nueva generación como la nuestra es, en sí mismo, un gesto de reconocimiento”.
Y es que este desfile fue, ante todo, una excusa para mostrar una actitud, una manera distinta de entender el diseño y su papel en el mundo. Sus autores —Daniel Vizcarra, Génesis Romero, Valentina Luces e Inés Rivero— no buscan impresionar con tendencias efímeras, sino provocar preguntas, abrir posibilidades y, sobre todo, romper estructuras caducas.
Diseñar es pensar
Formados en un entorno que fomenta la crítica, la investigación y la interdisciplinariedad, estos diseñadores no entienden la moda como un producto cerrado. Para ellos, cada prenda es un proceso, no un punto final. “Nada está realmente terminado”, explica Valentina Luces. “Siempre hay algo que podrías ajustar, repensar, volver a probar. Y eso no es frustrante: es estimulante. Habla del amor que sentimos por lo que hacemos, de que nunca dejamos de aprender”. Ese perfeccionismo, lejos de ser obsesivo, se convierte en una filosofía de trabajo. Una ética del diseño basada en la curiosidad, la tenacidad y la conciencia de que toda pieza, para ser relevante, debe dialogar con su contexto.
Un diseño con responsabilidad
En 2025, diseñar no puede ser un acto ingenuo. Para esta generación, la moda no se limita a vestir cuerpos: habla de representación, consumo, sostenibilidad, poder. “La sostenibilidad no es solo usar telas recicladas”, afirma Génesis Romero. “Es pensar a quién estamos incluyendo, a quién dejamos fuera, cómo producimos, por qué producimos”.La conciencia social atraviesa todas las etapas de sus procesos. Desde la elección de materiales hasta la narrativa de cada colección, sus decisiones están marcadas por preguntas éticas: ¿es necesario esto? ¿Qué historia cuenta esta prenda? ¿A quién sirve?
El cuerpo como territorio de libertad
Otro de los temas centrales en su trabajo es la forma en que el diseño se relaciona con el cuerpo. Sus piezas no intentan domesticarlo ni definirlo, sino acompañarlo. Rompen con los moldes tradicionales, no solo en términos de silueta o género, sino también en cuanto a quién tiene derecho a ocupar la escena de la moda. “Diseñamos pensando en cuerpos reales, diversos, en movimiento”, dice Daniel Vizcarra. “No nos interesa imponer una forma. Nos interesa dar espacio para que cada uno encuentre la suya”.
Romper el molde, literalmente
El desfile no solo fue un título sugerente, fue también una acción concreta. Cada prenda, cada puesta en escena, cada colaboración que se establece con la danza o el arte performativo habla de superar límites heredados. Y hacerlo en un espacio como el Real Casino —símbolo de tradición, historia, élite— no fue un gesto menor. “Fue como llevar nuestra voz a un sitio donde nunca pensamos que iba a escucharse”, dice Inés. “Y lo escucharon. Eso nos hizo sentir que lo que hacemos importa”.
El futuro no se hereda, se construye
Estos diseñadores no están esperando que la industria les dé permiso para existir. Lo están haciendo por su cuenta. Desde el Creative Campus han aprendido no solo técnicas y conceptos, sino también una forma de estar en el mundo como creadores responsables y activos. No buscan adaptarse a lo que hay. Están moldeando otra cosa. Una moda que no da respuestas cerradas, sino que abre conversaciones necesarias. Como ellos mismos repiten, nada está terminado. Y quizá por eso, lo que están empezando tiene tanto valor.
La industria de la moda está cambiando. La velocidad, la saturación y los discursos vacíos han dejado paso a nuevas prioridades: ética, propósito, representación, conciencia. Esta generación no solo recoge el testigo de lo que fue, lo revisa, lo cuestiona y lo transforma.
Desde el Creative Campus, estos diseñadores emergen con una visión clara: el diseño no es solo un reflejo del mundo, es una herramienta para transformarlo. No siguen un camino, lo trazan. No reproducen moldes, los rompen. Y lo hacen con una mezcla poderosa de formación rigurosa, compromiso social y una profunda necesidad de decir algo con lo que crean. Porque si algo está claro después de “Romper el molde” es esto: hay que prestar atención a lo que viene.
Esta nueva generación de diseñadores de moda no solo está preparada para cambiar la industria. Ya lo está haciendo.


