Santiago Alfonso López Navia (Madrid, 1961) es doctor en Filología por la Universidad Complutense de Madrid, doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación por la UNED y doctor honoris causa por la Universidad SEK de Santiago de Chile, en la que es titular de la Cátedra de Estudios Humanísticos Felipe Segovia Martínez. Es catedrático de Filología en la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la Universidad Internacional de La Rioja y asesor del Consejo de Dirección del Trinity College Group of Spain.

Sus principales líneas de investigación son el cervantismo y la retórica, temas a los que ha dedicado numerosas publicaciones académicas. Como creador literario ha publicado quince libros de poesía y un libro de relatos.

Pertenece al grupo Paréntesis desde su fundación en 1992, ha ofrecido recitales en España, Bulgaria, Francia, Chile, Israel, Puerto Rico y República Dominicana y forma parte del comité editorial de La Discreta. Su obra ha sido difundida en publicaciones colectivas, recreada musicalmente y premiada en numerosos certámenes. Sus poemas han sido traducidos al hebreo, al francés, al búlgaro, al árabe y al italiano. Hoy pasa por estas líneas para darnos su Primera Impresión sobre Deslindes (Huerga & Fierro, 2025), su último poemario publicado.

 

 

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Santiago A. López Navia: Creo que puedo fundir las dos respuestas en la misma: este es un buen momento de mi vida para deslindar, es decir, para definir, entender y asumir mis límites y, al mismo tiempo, mis expectativas y mis muchas ilusiones.

 

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

Deslindes se ha venido fraguando desde hace cinco años. Lo último ha sido el título, y me pareció claro que el registro del libro lo justificaba plenamente. 

 

¿Cómo fue el proceso de escritura? ¿Ha cambiado tu forma de trabajar con respecto a otros?

Este es un poemario de los que, en mi producción, yo denomino “evolutivos”, es decir, poemarios que son el resultado de un largo proceso de elaboración sostenido en el tiempo y que concitan diferentes líneas que en todo caso se avienen a una coherencia temática, a diferencia de los que llamo “temáticos”, que se centran en una línea más definida y unitaria y suelen resolverse en un periodo menor. En eso consiste la principal diferencia en cuanto al proceso de trabajo. Por poner los ejemplos más recientes que ilustran la tipología que propongo, Pasmos de Tediato es otro poemario evolutivo y 25-33 es un poemario temático.

 

 

 No hay que condicionar al lector

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a los posibles lectores?

Con toda humildad, ninguna. Creo que el autor debe esperar, y desde luego agradecer, una lectura generosa que no se vea influida por sus filtros ni sus intenciones. Si las pistas y las claves son claras, el lector las captará, y si no lo son, por mucho que el autor intente orientarlas no lo conseguirá. Creo que no hay que condicionar al lector: mala cosa tener que explicar demasiado lo que uno pretende. O fluye o no fluye. Espero con todo afecto que Deslindes fluya para el lector como ha fluido para mí.

 

Donde hay un poema claro hay también un esfuerzo deliberado para que lo sea

¿Qué efecto esperas que tenga en ellos?

El que espero siempre que escribo y publico un poemario: que sea cordial (es decir, que emocione) y que sea inteligible, y si es así será por el mucho trabajo, porque vivo diciendo que donde hay un poema claro hay también un esfuerzo deliberado para que lo sea. Esos son mis objetivos recurrentes. Si se entiende lo que digo y si lo que digo emociona, no puedo pedir más. Tampoco aspiro a menos.

 

¿Qué papel desempeña la estructura o la disposición de los poemas en el volumen? ¿Fue algo deliberado o más intuitivo durante el proceso de creación?

Abundando en lo que dije antes, Deslindes consta de diferentes partes que responden a esas líneas temáticas que caracterizan a mis poemarios evolutivos. La coherencia de estas líneas es algo natural; tan solo hay que determinar la urdimbre final con la tranquilidad y la reflexión necesarias. Es una parte especialmente interesante del proceso, por cierto.

 

Lo que escribo se rige por una cierta unidad

¿En qué medida veremos en él —o no— al Santiago Alfonso López Navia de tus anteriores obras?

Quiero pensar que, dentro de la variedad temática y estilística que me he propuesto en mi poesía, lo que escribo se rige por una cierta unidad, sobre todo por lo que toca al criterio que subyace. Aspiro a ser un autor reconocible (no previsible; eso es otra cosa). 

 

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de Deslindes, ¿cuáles serían?

Tan solo por salir del aprieto participando del amable juego que me propones, creo que tres poemas que dan bien el tono de Deslindes son “Agenda VIII”, “Cuarteles de invierno” y “Réplica”. 

 

Uno es el que es cultive el registro que cultive

Pasmos de Tediato (La Discreta, 2024) es una obra brillante en todos los sentidos. ¿Cómo dialogan en tu poética la reflexión existencial de Deslindes y su tono satírico? ¿Qué motivos te llevan a explorar registros tan distintos?

Gracias por lo que dices de Pasmos de Tediato. En cuanto al diálogo de registros, uno es el que es cultive el registro que cultive, y creo que hay una sintonía radical (en el sentido puro de la palabra) entre el registro existencial y el satírico, que en el fondo no están tan alejados como parece a la luz de la gravedad sincera que subyace a ambos. En cuanto a la motivación que me lleva a explorarlos, tiene que ver con los momentos y circunstancias, tan concretos como distintos, que explican el proceso creativo. 

 

Los heterónimos facilitan el juego

¿Qué te aporta el uso de heterónimos, como en Pasmos de Tediato, frente a la voz más personal de Deslindes?

Los heterónimos facilitan el juego, demuestran que la poesía no es en absoluto ajena a la ficcionalización y me permiten inventar situaciones y conflictos, sin que la invención deje de ser la elaboración de un sentimiento real y a veces muy profundo. La última sección de Deslindes (“Las tentaciones del ermitaño Antero Freire”) está precisamente confiada a uno de estos heterónimos, que se corresponde con la actitud reposada y serena de un sabio estoico. 

 

Perteneces al grupo Paréntesis desde su fundación en 1992. ¿Qué valores o inquietudes compartidas definen a este grupo?

El grupo Paréntesis se fundó en 1992 en lo que entonces era el Centro Europeo de Estudios Superiores, adscrito a la Universidad Complutense de Madrid, y luego desembocaría en la etapa fundacional de la Universidad Europea de Madrid. Con el tiempo se independizó plenamente de la institución en la que se fraguó y desde su fundación, aunque con una actividad esporádica, sigue fiel a sus raíces: estimular, promover y compartir la creatividad mediante el montaje de espectáculos y recitales a veces basados en textos propios y otras en textos de otros autores. Recientemente uno de sus miembros, el dramaturgo Carlos García Ruiz, ha constituido una extensión del colectivo fundando un grupo homónimo en la Universidad del Bosque, en Colombia, que representa el vigor de la idea original y al mismo tiempo la enriquece.

 

También formas parte del comité editorial de La Discreta. ¿Cómo definirías su papel en el panorama editorial actual? ¿Qué la diferencia de otras editoriales?

La Discreta es una editorial independiente –que este año celebra, por cierto, sus bodas de plata– que se permite el lujo de editar lo que le gusta siempre que se atenga a los criterios de calidad literaria que, desde su fundación, han orientado su trabajo. Creo que hay varios aspectos que nos diferencian de otras editoriales. Por poner de relieve algunos de ellos, nuestro comité editorial, que no tiene a nadie en nómina, se rige por criterios democráticos y participativos a la hora de seleccionar los originales vengan de donde vengan y los escriba quien los escriba, y sobre todo por criterios literarios totalmente ajenos a cualquier otro interés ni filtro; a esto se añade que nuestro presupuesto exiguo, propio de una editorial que funciona por suscripción, nos obliga a aquilatar el proceso de selección. Por otra parte, La Discreta cuida al máximo la edición entendida en tanto producto y al autor en tanto verdadero protagonista de la cadena: edita muy bien y acompaña en todo momento, desde la elaboración del libro hasta su difusión. Por poner un ejemplo aparentemente sencillo, el comité editorial hace algo tan poco común en la industria editorial como contestar de inmediato los correos electrónicos que recibe, y esto es casi una grata anomalía.

 

Por último, como lector, ¿de quién te gustaría conocer su “Primera impresión”?

De Pedro Moraelche, que acaba de publicar Desandares en Huerga y Fierro, un título muy próximo a Deslindes.

 

 

 

 

***

Tres poemas de Deslindes

Agenda VIII

 

Se hace más lento el paso en el regreso

aunque la retirada esté más cerca,

y va estrechando el cerco de los años

la alambrada tenaz de su cadena.

 

¿Con qué saber arcano de la alquimia

se mezclan la distancia y la inminencia?

¿Cómo mezclar en proporciones justas

en el crisol la prisa con la espera?

¿Con qué piedra filosofal las dudas

vuelven en certidumbre su materia?

 

No hay tiempo que perder y, sin embargo,

qué bien perder el tiempo sin urgencia.

El debe y el haber balanceados:

qué alarde matemático en las cuentas.

 

Si bien se mira, nada en el programa

tiene mucho que ver con la aritmética

y no se ajusta siempre a los compases

del pulso del reloj en tu muñeca.

 

Vivir: esa tarea inaplazable,

esa que siempre aplazas en tu agenda.

 

 

Cuarteles de invierno

 

Ya no te afanes más. Sosiégate. Descansa.

Levántate el asedio. Firma la paz. Suscribe

un acuerdo tan amplio como se te permita

con tus propias entrañas (qué dura contraparte).

Revisa bien las cláusulas, no sea que descubras

que has querido engañarte tú mismo en un descuido

(si bien se mira, nadie puede ser tan artero,

tan infidente como puede ser uno mismo),

y cuando estés seguro, cuando las condiciones

no puedan ofrecerte ni recelos ni dudas,

retírate discreto, no importa si es agosto,

a la calma que guarda tus cuarteles de invierno

hasta que el beso suave de la primera nieve

te venga a recordar, por mucho que no quieras,

que te has ido quedando, batalla tras batalla,

diseminado a trozos por todos los caminos.

 

 

 

 

Réplica

                                                                                                  Donde fuiste feliz alguna vez

                                                                                                 no debieras volver jamás: el tiempo

                                                                                                habrá hecho sus destrozos, levantado

                                                                                                su muro fronterizo

                                                                                                contra el que la ilusión chocará estupefacta.

                                                                                                                                                          Félix Grande

 

Desoye a quien te diga que no vuelvas

allí donde fuiste feliz un día.

No hagas caso, regresa y luego búscate,

porque aún sigues allí y ese es tu sitio.

 

Vuelve, sal a tu encuentro y cuéntate

todo lo que ha pasado desde entonces,

porque a pesar del vuelo de los años

eres tú mismo (acaso, sí, más viejo),

eres tú mismo, tu alma no ha mudado

ese plumón perenne de polluelo

que es toda tu armadura.

                                         Y aquí estás,

haciéndote un acuario en la corriente

contigo, con quien fuiste, con quien eres,

con quien serás: un niño arrebatado

en el despiste mágico del agua,

en la memoria inmóvil de las cumbres

y el empeño invencible en esa búsqueda

feliz de un gamusino evanescente.   

 

Vuelve, planta tu tienda, enciende el fuego.

Vuelve siempre al lugar en donde fuiste

feliz y espérate hasta que regreses

allí, porque aunque el tiempo incorregible

se empeñe en demostrarnos lo contrario,

persiste una arcangélica semilla

en el surco sin horas de la infancia

para aliviar el peso y la fatiga

en esa fortaleza inexpugnable

del pecho inquieto, virgen, anhelante

del niño que seremos.