Redacción.- Acaba de publicarse El banquete de los humanistas. Un brindis por los clásicos, un volumen coral que reúne una amplia panoplia de textos (poemas, artículos, diálogos y hasta aforismos) en torno a la vigencia del llamado «canon occidental», actualmente impugnado desde instancias como la llamada cultura de la cancelación, los estudios culturales o el pensamiento ‘woke’. Ante las críticas que censuran a dicho canon de machista, blanco y heteropatriarcal, los humanistas alzan la voz para ponderar lo que tienen los clásicos antiguos de universalistas, como precursores de conceptos como el de dignidad humana, libre albedrío o cosmopolitismo. Por ejemplo, mucho antes de que la Ilustración ondease la bandera de la razón, los filósofos griegos ya la habían erigido en «medida de todas las cosas». Y, como esa, muchas otras conquistas se remontan a la Grecia del siglo V a.C. La tradición que se inauguraba entonces, con pensadores como Heráclito o Sócrates, pervivió transformándose con el tiempo en distintas doctrinas y escuelas, siempre bajo la égida de la capacidad humana para pensar y pensarse.

En la nota editorial, se puede leer que este libro -en el que participan nombres tan relevantes como los del poeta Luis Alberto de Cuenca, el académico y helenista Juan Gil, el filólogo Javier García Gibert o el filósofo Carlos Rodríguez Estacio- «se plasma a la perfección la inquietud de nuestros intelectuales respecto al asalto que está padeciendo la alta cultura ante el empuje violento de los analfabetos: nuestros nuevos jemeres rojos», en referencia a las minorías ‘empoderadas’ que se han hecho fuertes en ciertas instituciones públicas como universidades y entidades de activismo político camufladas tras la fachada de diversos rótulos en boga.

A continuación reproducimos algunos pasajes del libro, así como el índice del mismo.

«Esa es la auténtica lección que nos imparten los clásicos, una y otra vez: que no hay que dejarse despistar por lo accidental y que debemos apuntar siempre a lo sustancial, pues si lo que cambia nos aleja a los unos de los otros, lo que permanece nos acerca: nos hermana» (José Luis Trullo)

«Sí sabemos de dónde venimos. Y, además, vivimos para contarlo. En este sentido, brindemos por los clásicos, sentémonos con ellos a una mesa para escucharlos, aprender de ellos y nutrirnos de su eternidad» (Alfonso Lombana Sánchez)

«Solo cultivando los valores humanistas podremos defendernos de la amenaza totalitaria que los cambios sociales, los extremismos, fundamentalismos e ideologías autoritarias de todo signo proyectan sobre nosotros» (Francisco Martínez Cuadrado)

«En la semántica de clásico es consustancial la ejemplar voluntad de permanencia, la atemporalidad. Las creaciones literarias no son andenes de paso ni se someten a la cronología limitada de un marco histórico. Necesitan madurar. Asientan sus raíces en el legado de la tradición y buscan la continuidad de una estela representativa que permite vislumbrar la textura humana y creadora del modelo, sus coordenadas espirituales, materiales e ideales. El quehacer del trabajo gustoso aspira a lo invisible» (José Luis Morante)

«La tradición, que podemos definir como el sustrato histórico de nuestra experiencia lingüística del mundo, no está ante nosotros como un dato más, sino que somos nosotros los que estamos ineludiblemente inmersos en ella, sujetos a sus efectos, y en tal sentido forma parte de las condiciones mismas de posibilidad del comprender» (Javier Recas)

«En un mundo gobernado por lo fácil, lo inmediato y lo visual, los clásicos han pasado a ser una suerte de peligrosos activistas antisistema. Requieren esfuerzo, nos piden distancia, silencio, tiempo, pensamiento, mirar a lo lejos, lectura despaciosa… Justo lo que proscriben los dioses triviales del presente. Por eso, si no lo más urgente, seguro que es lo más necesario volver a implantar la semilla del humanismo en las aulas» (Carlos Rodríguez Estacio)

«La formación humanística supone una vacuna contra toda soberbia y colocar los dramas contemporáneos en un horizonte histórico adecuado y la desazón de la trayectoria individual en una dimensión ejemplar y reconocible de trayectorias anteriores. Supone ensanchar el horizonte de conciencia y establecer consoladores vínculos empáticos con otras almas del pasado» (Javier García Gibert)

«Hace falta un canon para no morir de indigestión o de mal de Stendhal, un canon que suponga jerarquía y autoridad, que filtre y eleve, que nos evite pasar por toda la morralla para dar con la pepita de oro» (Gabriel Insausti)

«Si la razón se ve suplantada por los sentimientos, es fácil que surjan dictaduras encubiertas, que engatusan a la gente con propaganda encerrada en cuatro palabras. Este es el campo abonado para promocionar cualquier cosa, incluso la más dañina para la propia sociedad, a la que hay que hacer ver el peligro que todo ello encierra» (Juan Gil)

ÍNDICE

Luis Alberto de Cuenca
Apología de los clásicos

Jesús Cotta
Cuatro poemas helénicos

Demetrio Fernández Muñoz
Cinco poemas

Mario Pérez Antolín
Lo clásico y sus derivaciones

José Luis Trullo
¿Para qué leer a los clásicos?

Alfonso Lombana Sánchez
Gracias a los clásicos… ‘Quid non sentit amor?’

José María Jurado
El profundo sosiego de las cosas

Antonio Barnés
El diálogo de lo antiguo con lo nuevo: el caso del Quijote

José Luis Morante
Tradición, clasicismo, cultura
(La idea de clásico en los aforismos de Juan Ramón Jiménez)

Ignacio Gómez de Liaño
El misterioso juego de Castalia

Javier Recas
Conciencia de lo permanente. Verdad y tradición en Gadamer

Francisco Martínez Cuadrado
Humanismo, Renacimiento y Modernidad: una apología

Carlos Rodríguez Estacio
Una luz vertical

Javier García Gibert
El “buen recuerdo”

Gabriel Insausti
Un canon que filtre y eleve

Juan Gil
Argumentos contra sentimientos