Trinidad Gan (Granada, 1960), licenciada en Filología Hispánica, es una de las voces esenciales de la poesía contemporánea andaluza. Con una carrera que arranca en los años noventa, ha publicado poemarios clave como “Las señas del pirata” (1999), “Fin de fuga” (XX Premio Ciudad de Cáceres, 2008), “Caja de fotos” (XII Premio Surcos de Poesía, 2009), “Papel ceniza” (2014), “El tiempo es un león de montaña” (Premio Internacional de Poesía Generación del 27, 2018), “La nave roja” (2020) y ahora “Anaqueles y márgenes” (2025). Ha participado en antologías y festivales internacionales, y sus versos exploran el amor, la memoria, la amistad, el compromiso ético, el paso del tiempo y la realidad social de nuestra época, con una voz que equilibra la mirada íntima y la conciencia del mundo.

 

 

Javier Gilabert: Después de más de una década reuniendo poemas en revistas y antologías, ¿qué te ha llevado a publicar Anaqueles y márgenes en este momento?

Trinidad Gan: Llevo tiempo, mucho tiempo, ocupada con unos nuevos textos, pero está resultando una tarea de escritura muy lenta, por lo emocional y decantada de su escritura. Entonces, a finales del pasado año, surgió la idea de componer un libro en el que reunir aquellos poemas que sólo se encontraban en revistas, en volúmenes de homenaje o en antologías colectivas. Fue un modo de echar la vista atrás, quizá de detener mi miedo al correr de los años y, sobre todo, de cumplir mi deseo de que estos poemas estuvieran juntos, con más fácil acceso y dispuestos para los ojos de los posibles lectores en un solo espacio-libro.

 

No he retocado los poemas

Después de una década sembrando versos en distintos espacios, ¿cómo ha sido el proceso de recolección y revisión para reunirlos en este volumen? ¿Hay textos que hayas dejado fuera o reescrito sustancialmente?

En Anaqueles y márgenes, como dices, se recogen textos publicados fuera de mis otros poemarios durante los últimos diez o doce años incluso, poemas que como apunta el título aguardaban en mis anaqueles y vitrinas o en ficheros informáticos. Esto los situaba en una situación marginal respecto al resto de mi obra, lo que no me parecía justo ya que les puse tanto aprecio y cuidado como a los que conforman el cuerpo de anteriores libros. He tratado de que estén todos los que iba encontrándome en mi biblioteca (aunque puede que alguno se me haya escapado) y no he retocado los poemas (responden a una voz y circunstancias personales y poéticas muy concretas) salvo pequeños ajustes para salvar erratas en versos o fallos estróficos.

 

¿Hay algún hilo secreto, alguna constante emocional o temática que creas importante para quien se adentre por primera vez en tus Anaqueles y márgenes?

Creo que el lector encontrará de nuevo, como yo al releerlos, los hilos emocionales que marcan mi escritura: la amistad y la memoria, mi condición de mujer y madre, el refugio que es para mí siempre la poesía y más cuando te ves frente a la injusticia social y la propia fragilidad humana.

 

No quería hacer una recopilación académica de estos poemas dispersos

La selección y orden de estos poemas, atravesados por un poema inédito que actúa como nexo, ¿responde a una idea de conjunto o fue una suma espontánea? ¿Cómo influyó la estructura en la voz final del libro?

Estos hilos vivenciales y temáticos son los que hilvané, cuando extendí sobre mi escritorio los folios impresos con los poemas, además de mi gratitud por ese tesoro que es la lectura y la conciencia cívica o la reflexión sobre el peso inevitable del tiempo. Los fui trenzando sobre las páginas para acercar al lector un conjunto vivo, donde los poemas fueran desgranándose y dialogando unos con otros, desde una plantilla de evocaciones y temas.  Así, al irlos abriendo en abanico, pensé que podía ser muy orgánico el plantear tres partes que respondieran a esos temas íntimos: “Conversaciones”, donde están aquellos poemas de agradecimiento a los amigos y a la palabra que leo y me lee, “Pasan Mujeres, pasan” que aborda la condición femenina, la maternidad, la indispensable sororidad y “La rosa entre las ruinas” en que se alternan, en contrapunto, poemas sobre el oficio de escribir con aquellos que me muestran más desnuda en tiempo y memoria. No quería hacer una recopilación académica de estos poemas dispersos, ni tampoco bibliográfica o cronológica al uso, sino mostrar facetas de mí antes ocultas o nuevamente reconocidas.

 

Este aprieto en el que pongo siempre a las y los poetas que pasan por la sección es, en tu caso, especialmente exigente, puesto que ya partes de una selección previa, pero es de obligado cumplimiento: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de Anaqueles y márgenes, ¿cuáles serían?

Siempre es difícil escoger, pero me quedaría con el que abre el libro por estar escrito desde una noche de insomnio e intensa emoción, “Preámbulo” y con “Carta de Año nuevo” y “Una poética”, porque hablan desde dos de mis motores vitales: la esperanza y la poesía.

 

He ido variando sutilmente de voz y de silencios

Han pasado más de 25 años desde la publicación de tu primer poemario. Visto con retrospectiva, ¿qué aprendizajes y transformaciones personales y poéticas reconoces en estos anaqueles y en sus márgenes?

Bueno, este libro sólo recorre la última década, pero si contemplo mi escritura desde sus inicios, veo cómo he ido variando sutilmente de voz y de silencios, tanto a nivel personal como literario. Quizá podría hablar de una profundización en los temas que me han arañado desde el principio, de mayor atrevimiento en las búsquedas formales y temáticas, también de un cierto gusto por lo meditativo, por la contemplación del misterio y la alegría de vivir.

 

La memoria es un cuerpo que siente hasta cuando pareciera que hemos dejado de sentir

En este poemario aparecen figuras recurrentes: poetas admirados, amigos, mapas afectivos… ¿Cuál es la función de la memoria personal y colectiva en tu obra?

La memoria, tanto individual como colectiva, siempre me ha parecido una especie de ancla para bien vivir, un enigmático y fértil tesoro al que regresar y del que seguir aprendiendo cada día. Y quizá por eso tengo tantos poemas, incluso los que escribo ahora, que la cartografían, la desvelan o la rebaten, la acarician con palabras, la rescatan desde cualquier vacío o silencio. La memoria es un cuerpo que siente hasta cuando pareciera que hemos dejado de sentir.

 

El espacio urbano, sobre todo Granada, o la naturaleza son para mí escenarios por los que hacer caminar al personaje poético

La ciudad de Granada, los espacios físicos y la cotidianidad están muy presentes en tus versos. ¿Cómo ha dialogado tu experiencia vital con el territorio en la construcción de tu universo lírico?

Ya desde mi primer poemario el espacio urbano, sobre todo Granada, o la naturaleza son para mí escenarios por los que hacer caminar al personaje poético, incluso cuando esos territorios estén envueltos en una neblina que no los haga directamente reconocibles. Tendrá algo que ver sin duda con mi costumbre de escribir mentalmente mientras paseo o de anotar imágenes y versos sueltos en todos mis viajes.

 

No suelo partir de un esquema cerrado de libro

Tu poesía destaca por un trabajo minucioso de decantación, donde la imagen y la experiencia se despliegan con contención. ¿Ha variado tu proceso creativo en estos años respecto a tus inicios? ¿Cómo decides que un poema está “cerrado”?

Como te comento, sigo partiendo de imágenes visuales y fugaces, de sencillas anotaciones en las que brilla un destello de la mirada unido por sorpresa, en ese instante, con un sentimiento o recuerdo. No suelo partir de un esquema cerrado de libro, ni de poemas cerrados tampoco; es luego en la intimidad del escritorio donde se me impone un entramado para los distintos poemas, la desnudez en que se abren, (como algo natural) a ser verso o prosa poética, qué tipo de estrofa me piden, qué ecos debo dejar resonar hasta el final de la página.

 

A lo largo de tu periplo como poeta, has compaginado tu escritura con trabajo crítico y colaboración en múltiples revistas. ¿Qué papel ha jugado la vida literaria colectiva en tu desarrollo? ¿Te consideras heredera de alguna tradición o grupo poético granadino?

Para mí ha sido muy importante estar vinculada, en la mayor medida posible, a la vida literaria colectiva, especialmente a la de mi ciudad, porque pienso que no se puede escribir desde el desconocimiento no ya solo de la tradición en castellano y del marco contemporáneo sino también de lo que está abriéndose o por abrirse en las generaciones últimas. La vida poética en Granada ha sido, y es, muy variada y rica y por tanto me ha ofrecido mucha inspiración desde mis inicios juveniles como admiradora de “La otra Sentimentalidad” (y citaría a Javier Egea, Luis García Montero, Ángeles Mora y Teresa Gómez) hasta este momento en que sigo caminando junto a toda mi particular genealogía de excelentes mujeres poetas de la generación del 27, de nuestros años 50, de mi propia generación, de ahora mismo.

 

Ya no me parece que baste con escribir poemas para cambiar la mirada del lector

Corren tiempos difíciles. ¿Crees que la poesía puede intervenir en el debate público o tiene un papel de resistencia ética frente a los desafíos sociales y políticos actuales?

Es tan terrible la deriva de nuestra sociedad actual, hay tantas injusticias, tantos retrocesos en los antes logrados derechos humanos, tanto descaro de los poderes económicos y políticos… que ya no me parece que baste con escribir poemas para cambiar la mirada del lector, para abrir conciencia ética. Quizá debamos, ahora, poner la palabra en pie, que salga a acompañar el sentimiento ciudadano, que inspire, aunque sean pequeños, significativos cambios de rumbo.

 

Poco a poco se van recuperando autoras que estaban olvidadas

Como autora, has reflexionado sobre la escasa presencia de nombres femeninos en la tradición y el canon literario. ¿Sientes que la situación ha cambiado? ¿Es la sororidad un motor en tu poesía y tu acción en el mundo literario?

Poco a poco se van recuperando autoras que estaban olvidadas y que comienzan ahora a ser visibles, a cobrar su propio valor; pero aún es un trabajo lento, incluso para mí misma que voy completando esa tradición olvidada con nuevas lecturas. Y sí, la sororidad (ese sentimiento de pertenencia a un colectivo femenino que me guía y me aporta otra mirada más rica) es muy importante para mí porque, desde ella, me siento más completa y libre como persona y escritora.

 

Por último, como lectora ¿de quién te gustaría conocer su “Primera impresión”?

Me gustaría conocer la “Primera impresión” de Mónica Doña cuyo último poemario es Soles de medianoche, recientemente premiado y que ha aparecido en Renacimiento, y también la de Carmen Canet que acaba de publicar su último libro de aforismos Telegramas en la editorial Libros del aire.

 

 

 

***

Tres poemas de Anaqueles, márgenes

 

PREÁMBULO

 

He llegado a ese tiempo en que los años,

los días, los minutos me parecen

anaqueles en sombra, márgenes ya vacíos

donde aguardo con miedo la liturgia

repetida y urgente de los anocheceres.

 

Pero sucede en la alta madrugada

que múltiples estelas y súbitos destellos

brotan en lo que fueron oscuros corredores

del sueño y la memoria, tan esquivos.

 

Y amanece el poema, a pesar de la vida.

 

 

 

Carta para Año nuevo

 

Quizá sea el momento, me decías,

de pintar niñas tristes.

 

Parado ahí de pie, mientras detienes

las agujas del año que se acaba

con una de tus manos y la otra

tantea la culata del arma del olvido,

sientes pasar el mundo y su desorden.

 

Tus ojos miden sombras esta noche

sin recordar ahora que, tras ellas,

otros ojos fabulan laberintos

de deseos antiguos por cumplir.

 

Y es preciso decirte que no busques

cama y cuarto en la desesperanza.

 

Que sigas combatiente, bien plantado

en el centro del mundo, tan alerta,

sosteniendo como el ángel que eres

la serpiente del día por venir,

curioso todavía como un niño

que descubre su imagen en las aguas

y espera tercamente la luz y la alegría.

 

 

 

 

Una poética

 

Hacer de la palabra un cuerpo

para que la imagines tendida junto a ti

mientras me lees.

Que puedas con tus dedos repasar

los pliegues y los poros, cada herida,

hasta tocar su centro.

Que te llegue su olor a pan reciente

y disfrutes haciéndolo migajas,

llevándolo con hambre hasta tus labios,

probando su sabor letra tras letra.

 

Hacer de ese cuerpo ofrecido

nuestro poema.

No buscar que me aplaudas, ni siquiera

que en tu recuerdo queden mis palabras.

Ser para ti tan solo un alimento.