Welcome a la villa psicótica…

Por Antonio Pacios.
…O bienvenido to Psychoville. Como prefieras.
De los creadores de The Leage of Gentlemen´s – Steve Pemberton y Reece Shearsmith- y emitida por la cadena BBC Two hace dos veranos, sin duda, fue una de las mayores y más gratas sorpresas de 2009. Siendo también galardonada con el premio British Comedy ese mismo año.
La serie, que mezcla diferentes tipos de género, se caracteriza principalmente por un sorprendente y a la vez exquisito humor negro.
Los ingredientes que se aglutinan en esta receta anglosajona resultan cuando menos curiosos. Parece como si los guionistas hubieran metido dentro de una trituradora un poco de la agudeza corrosiva de los Monty Phyton, algo de la estética y el vestuario transformista de Little Britain, una pizca del misterio de las novelas de Stephen King, aderezadas con unas gotas de la atmósfera densa y asfixiante de David Lynch y salpimentado esa mezcla con la bestialidad y gracia patria de nuestro Álex de la Iglesia. El grumoso y lisérgico puré final de este disparatado coctel televisivo produce risas espasmódicas, carcajadas sin control y algún que otro -divertido- dolor de abdomen.
Aunque la trama resulte interesante, sin embargo, la premisa de la que parte no es demasiado original. En el piloto, cada uno de los personajes -como en aquella película americana de terror adolescente- recibe una carta escrita a mano cuyo interior esconde un escueto mensaje que dice: “Sé lo que hiciste”. El remitente de tan particular misiva es un misterioso hombre enmascarado que parece estar dispuesto a arruinarles sus encauzadas y -en apariencia- apacibles vidas.
A partir de ese momento las situaciones en la que se desenvuelven los personajes serían verdaderamente disparatadas, si no fuera porque la naturaleza de estos ya es en sí misma de lo más esperpéntico que hayamos visto en televisión.
Los actores interpretan de manera soberbia un catálogo de criaturas variopintas. Como lo son un par de payasos rivales llamados Mr. Jolly y Mr. Jelly, una comadrona que imparte clases de natalidad en un hospital a padres primerizos y que está convencida de que el muñeco que utiliza es un bebé real de carne y hueso, un enano que representa en un montaje teatral basado en el cuento de Blancanieves a uno de los hombrecillos que acompañan a esta y que a su vez esconde una oscura trayectoria como actor de películas porno, un hombre con síndrome de Peter Pan que aún vive con su madre y que sufre arrebatos de violencia propios de un asesino en serie o un ermitaño ciego y dueño de una absurda colección de muñecos de peluche que busca con desesperación conseguir el último que le falta para cerrarla definitivamente.
Todos ellos comparten el secreto de un pasado aberrante que iremos descubriendo a medida que avanzan los capítulos.
La primera temporada consta de siete episodios cuya duración no excede de los treinta minutos. Más un inesperado “regalo” por parte de los creadores, en octubre de 2010, en una entrega especial de Halloween de casi una hora.
Esperemos que la segunda temporada, que ya ha sido anunciada para ser emitida la próxima primavera, sea también última. Y que no ocurra con esta serie genial como ha pasado con otras anteriores que, de ser excelentes, han acabado por convertirse en mediocres y tediosas por culpa de productores y directivos ansiosos de querer prorrogar a toda costa el éxito de audiencia manteniéndolas durante años en antena. Véase, por ejemplo, el caso reciente de Prison Break o Lost. Sé que con este comentario he podido ganarme a varios enemigos. Pero a mí ambas me encantaban y terminaron por aburrirme.
El buen café para poder saborearlo con placer debe servirse en taza pequeña y sin apenas azúcar. Y con dos tomas es suficiente. Por eso espero que a Psychoville no la edulcoren  prolongándola más allá de otra entrega.
Deseando estoy de que acabe pronto la crueldad de este frío invierno y llegue la primavera -a pesar de que quien aquí suscribe sea alérgico al polen- para que de nuevo me altere la sangre y mis ojos me escuezan y, por qué no, también vuelvan a llorar de la risa. Porque sufrir los malestares abdominales y demás efectos secundarios provocados por la ingestión de esta serie, os lo garantizo, bien merecen la pena.
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*Página oficial de Psychoville

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