¡Piratas! (2012) de Peter Lord y Jeff Newitt

 

Por Iñaki Rodríguez

 

 

 

Durante el metraje lo que más eché de menos fueron las botellas de ron, a ver si aquello se animaba un poquito.

Una película con el sistema stop-motion es siempre atrayente porque hasta ahora los guiones se habían cuidado con mimo y solían estar repletos de ciertos puntos humorísticos que no siempre tenían por qué estar escritos en los diálogos. Pero como he dicho, esto sucedía hasta ahora, porque en la película que hoy tratamos los chistes en todas sus formas escasean durante la hora y media que dura, y estás deseando salir del cine cuanto antes para poder hacer cosas más interesantes como ver los elaboradísimos documentales que emite Tele 5.

Pensé al ir al cine que quizás tendría suerte y esta vez me encontraría genialidades como las de Nick Park con sus Wallace y Gromit, pero lo que me topé fue otro sufrimiento como Chicken Run. Conclusión: si Peter Lord mete la mano es capaz de idiotizar al mismísmo Nick Park.

 

 

Piratas es aburrida. No hay chistes ni nada que consiga hacer que esboces una mísera sonrisa. Lo más gracioso del film es escuchar a la Reina de Inglaterra decir: «¡Odio a los piratas!», que es algo así como que a Jason Voorhees no le gusten los machetes.

El público al que va dirigida no está bien definido. Abundan la memez, la grosería y el sentimentalismo más hortera. Incluso me atrevo a decir que en ciertos momentos va más allá del mal gusto y roza la crueldad, como sucede en “El Barco de los Apestados”.

Lo mejor de la película es el chimpancé mayordomo de Darwin, del cual se burlan y al que ridiculizan de manera incomprensible. Como si estuviésemos en la época victoriana y los más intransigentes se hubiesen hecho productores.

Las voces no lo hacen mal. José Coronado es de lo mejor que ha dado este país y este continente y, por el otro lado, Andrés Iniesta cumple. Y es Andrés Iniesta el que tiene el segundo mejor punto de la película, cuando al final grita: “Viva Fuentealbilla”.

Para terminar, lo único que es imposible negar es que el trabajo técnico es realmente bueno y la plastilina cobra vida, pero eso es algo que ya sucedía antes, por lo que esta película poco más aporta.

 

 

 

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