Diamantino (2018), de Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt – Crítica

 

Por Jaime Fa de Lucas.

Diamantino es un jugador de fútbol que vive en su propia burbuja de ingenuidad y fantasía hasta que spoiler falla un penalty en la final del Mundial que coincide con la muerte de su padre. Portugal pierde el partido y él decide dejar su carrera como futbolista y adoptar a un refugiado, situación que aprovechan sus malvadas hermanas, impulsadas por el Gobierno, para clonarle y hacer 11 Diamantinos que coloquen al país en lo más alto a nivel futbolístico, social y político.

El personaje principal es simpático y las villanas tienen una dimensión caricaturesca apropiada, aunque lo más relevante es el discurso caleidoscópico que plantean Abrantes y Schmidt: el fútbol como factor determinante del estatus de un país, el uso de la figura del futbolista como reclamo para defender ideas políticas, la integración de los inmigrantes y de la comunidad LGBT, la parodia de las políticas del Brexit y Trump… Se podría decir que todo esto funciona, más o menos, a nivel superficial.

Las incongruencias narrativas abundan y falta bastante rigor a la hora de explorar las ideas que se presentan. A pesar de esto, Diamantino se deja ver y aplaudo antes ejercicios arriesgados de este tipo, aunque no sean totalmente satisfactorios, que obras más convencionales que tocan las típicas teclas para agradar a todo el mundo.

 

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