Recomendaciones para la feria del libro

Llevamos un tiempo guardándonos estos cuatro libros como oro en paño. Sus vínculos con el viaje son de muy diverso origen. Pero su importancia, precisamente por lo que significa ese origen, hace de ellos los otros libros imprescindibles en la biblioteca.

La naturaleza es un campo de batalla

Razmig Keucheyan
Traducción de Víctor Goldstein
Clave Intelectual
200 páginas

Vendido o comercializado como un ensayo sobre ecología política, el libro versa sobre cómo interpretar ese oxímoron: la política es el gobierno de la polis, la ciudad. Todo lo que no sea ciudad, o carretera, en teoría es naturaleza. Pero el exceso de polis hace que sea necesario el gobierno de la naturaleza. Porque el colapso ecológico será lo que destruya al mundo. La huella ecológica supera ya el número 1, es decir, consumimos más naturaleza de la que el planeta es capaz de regenerar. Keucheyan toma partido por lo sensato, lo noble, lo humano que, paradójicamente, no es el invento del hombre, la ciudad, para indagar en las opciones de gobierno de ciudad y naturaleza a la par, intentando que la huella ecológica descienda. O conseguimos eso, o morimos todos. Un libro urgente.

“Si usted quiere saber dónde tiene más posibilidades de ser sepultado un depósito de desechos determinado, pregúntese dónde viven los negros, los hispanos, los amerindios y otras minorías raciales. Ya que estamos, pregúntese también dónde se encuentran los barrios pobres… Ese “racismo ambiental” que juega a escala de un país también equivale a la del mundo. [… ] Los diferentes sectores de la población no son iguales frente a las consecuencias nefastas del proceso industrial. Cuanto más pobre, negro o mujer es uno, o los tres a la vez, tanto más se padecen los efectos nocivos de este proceso”. Para Keucheyan, “la naturaleza no escapa a las relaciones de fuerza sociales: es la más política de las entidades». Siguiendo esa línea, que sustenta todo su trabajo, postula que la humanidad no es un colectivo homogéneo frente a la crisis ecológica global. Así como existen desigualdades económicas o culturales, también hay desigualdades en la relación de los grupos de individuos con la naturaleza, tanto con los recursos que ofrece como con la exposición a los efectos nefastos del desarrollo. Esta es la tesis que mantiene en este ensayo de ecología política en el que analiza cómo estamos asistiendo a una proliferación de productos financieros: “Mercados de carbono”, “derechos para contaminar”, “derivados climáticos”, “bonos catástrofe” conectados con la naturaleza, porque en lugar de atacar la raíz del problema, la estrategia neoliberal elige financiarizar el seguro de los riesgos climáticos, lo que implica el auge de las “finanzas ambientales” como respuesta capitalista a la crisis. El autor cuestiona la idea políticamente correcta del «pacto ecológico» al que aspiran «las almas bellas», analiza los antagonismos y los intereses en pugna de pueblos y naciones en distintos niveles de desarrollo y defiende la principal tesis de este libro: la naturaleza es un campo de batalla.

 

La guardia

Joydep Roy-Bhattacharya
Sexto Piso
305 páginas

Primero fue la naturaleza, ahora es la guerra. La guardia es uno de esos libros testimoniales en los que uno ignora cuánto hay de vivido o de autobiográfico. Se diría que su exposición es garantía de testimonios. La verosimilitud se impone y demuestra que la única forma de viajar que no es una versión más o menos sofisticada del turismo, es participar de la guerra. Kandahar, destino maldito, pero destino metafórico de lo que supone la guerra en la actualidad, es la región elegida para poner el desmoronamiento en la voz y los ojos de una mujer. En territorio más hostil si cabe, dado su género, La guardia es un proyecto de alto impacto en el esternón.

Tras una larga noche de enfrentamientos, un grupo de soldados estadounidenses destinados en una remota base en Kandahar asiste a un extraño espectáculo: lo que parece ser una mujer cubierta por un burka avanza por la pista de tierra sobre una especie de carrito, ayudándose únicamente de la fuerza de sus brazos. Atrincherada en el exterior del fuerte bajo un sol abrasador, exige que le devuelvan el cuerpo de su hermano, fallecido durante la batalla del día anterior, para poder darle sepultura de acuerdo a los ritos de su fe. Decidida a llevar a cabo la misión que se ha propuesto, se niega a abandonar aquel inhóspito lugar. Los soldados, exhaustos y tensos, irán tomando diversas posturas respecto de la extraña desconocida.

 

En el banco en el jardín

Michael Jakob
Traducción de Rodrigo de la O Cabrera
Abada
224 páginas

Este es el libro del sosiego. Sentarse en un banco, rodeado por un jardín (ojo, por un jardín, no por un parque), es la forma de vida más natural que puede construir el hombre. Los jardines son imitaciones civilizadas de la naturaleza, hechas para ser disfrutadas, no para caminar o jugar sobre ellas, como lo sería un parque. Uno se sienta en el banco del jardín para estar solo, pero para estar en la naturaleza a la vez que es una versión moderada del flaneur: alguien que contempla el espectáculo de la ciudad, pero tiende una mano a la naturaleza. Un libro delicioso.

Los objetos aparentemente insignificantes, los que pasan desapercibidos, tienen a veces funciones complejas. Un banco en un jardín es, la mayor parte del tiempo, invisible. Sin embargo, cuando en ciertos jardines se les presta atención, revelan su sorprendente potencial semántico y narrativo. Y en algunos casos especiales llegan incluso a convertirse en el centro que organiza las estrategias escópicas de todo el conjunto. Del jardín pintoresco de Ermenonville en Francia, a Gorki, la dacha de Lenin; de las calles de Florencia y otras ciudades toscanas, al Parque Güell; de La Náusea de Jean Paul Sartre, a Verano tardío de Adalbert Stifter…, la obra de Michael Jakob se desliza entre paisajes únicos con el objetivo de revelar la compleja riqueza de significados que oculta el banco en el jardín.

 

Todos los caminos llevan a India

30 impulsoras de un proyecto solidario en India

Loreto Hernández
Casiopea
184 páginas

El enunciado sigue en el aire: dedicar la vida a una vocación solidaria, es intentar vaciar el océano con un cubo. Sí, casi seguro. Pero quien salva una vida, salva el mundo, reza el Talmud. También es cierto. Como lo es que entre los cooperantes existen muchos vividores, gente a la que no se le puede reprochar nada, porque se parapetarían detrás de una tonelada de burocracia para demostrar la razón de su trabajo, pero cuyo objetivo es, al final, vivir bien en el territorio en que disfrutan vivir. Cualquiera que haya visitado la India en condiciones, no en la cuarentena de los viajes organizados, ha podido conocer a cooperantes sinceros, a misioneros testarudos, a los que huyen y encuentran su escondite en la farsa de una cooperación… Porque la India es un compendio de todo. Respecto a los primeros, sobre los que trata este libro, la gente que intenta vaciar el océano con un cubo, uno se atrevería a aconsejarles que arrojaran el cubo al océano, porque salvar una vida es salvar el mundo.

Tras el éxito de «Todos los caminos llevan a África», este libro abre un nuevo capítulo solidario que tiene como escenario India. Loreto Hernández nos trasporta de nuevo a historias humanas reales en este libro ilustrado e inspirador. Dejarlo todo, viajar y fundar una ONG para ayudar a los más necesitados, es el tema central de esta obra singular.

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