Pippi y Miguel: Los dos niños traviesos

Por Anabel Sáiz Ripoll.

Astrid Lindgren (1907-2002) nunca perdió a la niña que llevaba dentro y en todos sus textos aparece el mundo de la infancia, tan claro y luminoso, como el de la propia autora, que siempre escribió con simpatía, con esperanza, con esa especial manera de ver las cosas que solo tienen las personas muy imaginativas, llenas de ilusión y de esperanza por la vida.

Los libros de la escritora sueca, una escritora universal, no pasarán nunca de moda puesto que siempre se leen como si estuvieran recién escritos, ya que su estilo es ágil y fresco y sus personajes parecen al punto de salir de las páginas y convertirse en los aliados perfectos de los pequeños lectores –o grandes lectores-. La edad no importa.

Hay dos personajes de Astrid Lingren que nos resultan muy familiares, gracias a las adaptaciones cinematográficas o televisivas que, con más o menos acierto, se han realizado de algunas de las obras de la escritora. Estamos hablando de Pippi Calzaslargas y de Miguel el Travieso, una niña y un niño que están unidos por la misma pluma, pero también porque los dos viven la infancia con total intensidad y libertad de movimientos.

Pippi o Pippa es una niña muy simpática que vive sola en una gran casa, en compañía de su mono Míster Nilson y de un caballo. Pippi vive como quiere y siempre se mueve con sinceridad y espontaneidad, de ahí que sus actos causen extrañeza, a veces, y nos hagan pensar en esta sociedad nuestra tan llena de tópicos y de ideas preconcebidas que Pippi supera con su falta de hipocresía y su total desparpajo. Sus dos vecinos, Tommy y Annika, niños tranquilos y educados según el estándar de la buena educación, encuentran en Pippa a una amiga sin concesiones, dispuesta a vivir con ellos las más disparatadas aventuras y a corresponderles con absoluta generosidad. Pippi es desprendida, es confiada y tiene mucha fuerza. A menudo se mete en líos de los que sale de manera airosa precisamente por su falta de hipocresía y por su manera limpia de ver el mundo y la sociedad en la que vive. Todos, alguna vez, quisiéramos ser Pippi y, gracias a sus aventuras, publicadas  recientemente en la Editorial Juventud, niños y mayores entenderán que, de verdad, la patria del hombre es la infancia.

En cuanto a Miguel el travieso, aventuras que también podemos encontrar en Juventud, la autora se basó, para escribirlas, en la infancia de su propio padre. Miguel es más pequeño de Pippi, tiene cinco años, pero se caracteriza también por una gran imaginación y por su generosidad, cualidades que le llevan a chocar, como ocurría con Pippi, contra una sociedad hecha de tópicos y de apariencias. Miguel siempre está metido en problemas, pero nunca actúa de mala fe, sino con espontaneidad y alegría.

En ambos libros, las ilustraciones juegan un papel esencial. Richard Kennedy ilustra a Pippi, y Börjn Berg, a Miguel. En ambos textos se trata de imágenes en blanco y negro, realistas, llenas de detalles, que ayudan a imaginarnos aún más las peripecias de estos dos personajes que ya no son sólo de papel, puesto que nos parecen tremendamente vivos en sus actitudes y comportamientos.

Mucha es la bibliografía que podríamos comentar de la escritora que ha sido traducida a infinidad de idiomas y cabría recomendar aún otros títulos, por descontado. Sirvan las aventuras de PippI y las de Miguel para que aquellos que aún no sabían nada de ellos, los conozcan y disfruten con la manera diáfana y clara que tiene la autora de contar las cosas o, si ya se tenía noticia, para reencontrarlos y seguir buscando otros textos que, sin duda, nos acompañarán en todas las etapas de nuestra vida puesto que, insistimos, se leen de distinta manera según la edad del lector y, por lo tanto, siempre interesan.

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