Cuando el arte se transforma en controversia en lugar de en opinión

Por Rocío Pastor Eugenio.

© Dhikena

Es posible que al ver ciertas “obras de arte” miles de sensaciones inunden nuestros sentidos provocando en nuestro interior diferentes sentimientos, muchas veces encontrados. La desazón y la rabia -pueden ser dos de ellos- se desatan en nuestro interior y nos llevan a plantearnos el porqué de la obra.

Dhikena es una de esas artistas. Su obra, libre y transgresora, creada para promover la opinión  en quien la observe y liberar la mente anquilosadamente capitalista que aturulla al ser humano actual, ha levantado ampollas y ha herido sensibilidades.

No puedo menos que llevarme las manos a la cabeza cuando leo críticas que engendran demagogia, hipocresía y una falta total de la virtud de la retórica. “Esta obra desata mis peores instintos”. He de hacer saber al tipo de persona capaz de proferir semejante incongruencia léxica que los peores instintos no se provocan. Uno mismo tiene esa forma de sentir y de pensar en su interior y debe saber deshacerse de ello y preguntarse por qué tanta maldad cabe en su ser.

Desde la reflexión, la humanidad, la libertad y la crítica constructiva, ánimo a aquellos que sean capaces de mirarse al espejo, de ir más allá, de abrir su mente y permitir que diferentes formas de expresión tomen partido en este mundo cada vez más rutinizado y enmarcado, a que contemplen diferentes formas de decir al mundo y a quienes en él habitan, para que mediante el raciocinio que nos hace humanos, siembren el respeto y la comprensión.

Sólo de esta manera algún día conseguiremos decir yo, pensando en nosotros.

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