No te signifiques (11)

Por Jorge Díaz.

Hace unos años, fui de visita a una cárcel. Me he acordado porque a un amigo le han invitado a dar una charla en un penal y, como todos los que hemos ido, ha fantaseado con la posibilidad de quedarse dentro.

–          No recojas el jabón si se te cae en la ducha.

–          Lo sé desde pequeño. Quizá antes, quizá tengamos escrita esa información en el código genético.

Yo fui con motivo del estreno de la serie en la que trabajaba entonces, Hospital Central.

–          ¿Tan malos eran los guiones?

–          No, no me acusaron de nada, sólo me invitaron.

Cuando se cerró la puerta detrás de mí, no sé por qué, me sentí un poco Rafi Escobedo. Mira que hay delincuentes con los que identificarse y yo, en tan importante momento, me acuerdo del que solo o en compañía de otros asesinó a los marqueses de Urquijo.

–          Porque era un pijo.

–          Va a ser por eso. Otro asesino que me fascina es Jarabo.

–          Claro, otro pijo.

Pasas por puertas que se cierran y pasillos que recorres solo. En cualquier momento empieza un motín y me dejan dentro, piensas, como en Celda 211, o llega un funcionario, me confunde con un preso y me como una condena de veinte años y un día.

Una de las primeras novelas adultas que leí fue Papillon y eso me ha marcado mucho, tanto literariamente – quizá debí leer antes el Quijote – como humanamente – creo que sería capaz de hacer un puñal afilando el mango de una cuchara.

–          Un poco novelero esto, ¿no?

–          Un poco.

Por fin, llegas al sitio donde das la charla. Un funcionario te da instrucciones.

–          Aviso cuando falten cinco minutos para acabar.

–          ¿Cómo? ¿Va a dejarme solo?

–          No hay peligro.

Claro, por eso están allí, porque no hay peligro, qué majetes todos, piensas.

–          Se quedan los de la ONG que le ha invitado.

Los de la ONG no eran tipos aguerridos, ni mucho menos. Simpáticos, con aspecto de modernetes, con sus gafas de pasta y tal, pero no los tipos que quieres como amigos cuando Malamadre te mira a los ojos.

Antes de empezar la charla, varios internos vinieron a saludarme.

–          Mi vida sí que tiene una novela.

–          Mi vida sí que tiene una película.

De esto hablé hace unas semanas, pero allí era verdad: dos hermanos gemelos camellos, un italiano de clase acomodada que hizo un viaje con drogas para pagar deudas de su restaurante, un colombiano que estudiaba una carrera y consideraba que lo mejor que le había podido pasar en la vida era ser detenido en Barajas, un antiguo cámara de televisión metido en líos de drogas, un supuesto inocente que me contó que allí había que decir que eras culpable para que te respetaran…

–          ¿A ése le creíste?

–          Yo me lo creo todo, me conviene, así lo escribo después.

La charla fue bien, estuve contando cosas de la serie, anécdotas de la grabación, contesté a su curiosidad sobre las actrices a las que conocía en persona – les preocupaba mucho el tema de las actrices y sus relaciones sexuales con los miembros del equipo – y me preguntaron cosas extrañas, por ejemplo cómo hacíamos los disparos y si nos asesoraban ladrones y asesinos de verdad en los guiones. Lo pasé bastante bien, hasta que llegó la pregunta temida:

–          ¿Cómo llamáis en lenguaje técnico a lo que hacéis con respecto a la serie americana Urgencias? ¿Plagio?

Qué hijoputa más salao, pensé. Si llego a estar en la casa de la cultura de un ayuntamiento lo digo en voz alta…

–          Le llamamos homenaje. Cuando copias a uno, es plagio, cuando copias a muchos, homenaje.

Algunos se rieron, así que salí del paso con cierta dignidad. A la salida, le pregunté a uno de los voluntarios de la ONG quién era ese tipo.

–          Un asesino, muy famoso en su momento.

No digo quién, pero fue realmente famoso. Y listo, muy listo. Y con mucha mala leche.

Después, se acercó a mí.

–          Ha tenido gracia lo del homenaje.

–          Gracias.

–          Si el juez no se lo cree y te demandan por plagio, te paso el teléfono de mi abogado.

–          Qué detalle…

Os preguntaréis qué tiene esto que ver con la literatura. Quizá nada. ¿O sí? ¿Plagio, homenaje? ¿Cuántos escritores hemos leído que imitan a García Márquez o a Dan Brown, por ejemplo? ¿Es plagio o es homenaje? No sé, últimamente veo clones y los modelos no son siempre los mejores.

2 thoughts on “No te signifiques (11)

  • el 25 octubre, 2010 a las 10:29 am
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    Me sorprende la ausencia de comentarios de la que probablemente sea una de tus mejroes columnas en este espacio. Claro, que ya te comentamos por el Feisbú.

    «Yo fui [a la carcel] con motivo del estreno de la serie en la que trabajaba entonces, Hospital Central.
    – ¿Tan malos eran los guiones?
    – No, no me acusaron de nada, sólo me invitaron.»

    De antología. X’-DDDDDDD

    Respuesta
  • el 25 octubre, 2010 a las 5:47 pm
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    Muchas gracias, amigo. Agradezco los comentarios, sea cual sea el medio por el que lleguen.

    Respuesta

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