¿Mereció la pena tanta espera?

Por Antonio Rodríguez Pacios.

En 1983 aterrizó en nuestra televisión, a bordo de sus naves espaciales, un escuadrón de lagartos muy mal intencionados. La serie V, los visitantes se emitía cada sábado a eso de las siete u ocho de la tarde. Y, desde el principio, se convirtió en un fenómeno social y un éxito absoluto de audiencia sin precedentes en España. Bien es cierto que entonces no teníamos muchas más opciones. Hubo un tiempo, no tan lejano como pueda parecer, que no existían las cadenas privadas, el universo Internet sonaba a ciencia a ficción y en muchos hogares de este país ni siquiera disponíamos de mando a distancia para cambiar entre uno y otro de  los dos únicos canales de TVE.

V caló profundamente en el corazón de toda una generación. Aquellos que nacieron a finales los sesenta y los que llegamos poco después de la primera mitad de la década de los setenta.

La serie fue pionera en cuanto a forma y contenido se refiere. Toda una vanguardia televisiva. Con la estructura propia de una megapelícula dividida en entregas. La trama se desarrollaba capítulo a capítulo. A diferencia de otras que también seguíamos, como por ejemplo El equipo A, donde éstos transcurrían de manera conclusiva.
Entonces éramos demasiado pequeños para darnos cuenta de las pretenciosas connotaciones políticas de su creador,  Kenneth Johnson (que para escribirla se inspiró en una novela de Sinclair Lewis titulada It Can’t Happen Here). Los lagartos habían invadido el planeta entero con el propósito de someter a la raza humana para convertirnos en alimento y dejarnos secos de un recurso tan vital como es el agua. Sin embargo la gran lucha de la resistencia terrícola para expulsar a los invasores clanes reptiles se centraba exclusivamente en la ciudad de Los Ángeles. Y EEUU se erigía, una vez más, como el gran salvador del mundo.

Si la ves ahora descubres muchos errores técnicos que en su día pasaron desapercibidos: el micrófono del sonido se cuela varias veces en plano, se nota el arnés del especialista cuando salta por encima de un seto, las naves vuelan superpuestas sobre la imagen real del fotograma y en casos determinados la interpretación de los actores resulta bastante mediocre, antológicos son las poses y arqueos de ceja del líder de la resistencia; Mike Donovan (Marc Singer). Pero todos estos fallos son perdonables teniendo en cuenta los medios disponibles en aquella época y los grandes momentos de televisión que disfrutamos gracias a ella durante las tres temporadas que duró en antena.

El último episodio nos dejó muy desconcertados, después de un final abrupto donde Elisabeth, la niña de las estrellas, nacida fruto de una relación entre una humana y uno de los lagartos y destinada a sellar la paz interplanetaria, abandona la Tierra para siempre junto al resto de visitantes. Nunca más volvimos a saber de ella. Durante años se especuló mucho con el regreso de la serie e incluso los productores llegaron a barajar la posibilidad de rodar una película para “cerrar en condiciones” este desenlace. Sin embargo todos los proyectos se quedaron en agua de borrajas.

Puede que como dice la canción veinte años no sean nada, pero veinticinco ya empezaron a traducirse en demasiados. Y cuando ya habíamos perdido cualquier tipo de esperanza, la cadena ABC nos sorprende gratamente en 2009 con un inesperado estreno de V.

La premisa de esta “nueva” serie parte de la idea original de antaño. Sin embargo, para desconsuelo de mi generación, la historia no es una continuación de la misma.

Los inquietantes invasores nos acechan de nuevo con un terror menos físico y más psicológico. La estética ochentera ha dejado paso a otra más contemporánea. En esta ocasión, los lagartos han aprendido a clonar la piel humana y esconden su verdadera naturaleza verde bajo atractivos rostros. De hecho, el escuadrón entero parece sacado del casting de Melrose Place y ya no visten el traje rojo y hortera (que en el fondo nos encantaba) sino otro azul mucho más cool.

La factura de la serie actual es impecable. En calidad se encuentra por encima de la media. La interpretación de los actores cuaja más que notable. Los efectos especiales se despliegan soberbios. El guión, lleno de giros sorprendentes, está muy trabajado. Y aunque tanto la acción como la trama, en principio hacen que se ralentice un poco el ritmo, a medida que transcurren los capítulos, éstos se vuelven más dinámicos. Objetivamente no se puede hacer una mala crítica sobre ella salvo puntuales detalles; los nostálgicos echarán en falta a personajes míticos, como la mala malísima y supersexy lagarta Diana (Jane Badler) o al bondadoso y cómico Willy (Robert Englund).

Si has nacido después de Naranjito te recomiendo que antes de enfrentarte a esta serie, veas la anterior para así comprender ciertos términos y conceptos que no se explican desde el inicio. Aunque tampoco es imprescindible.

Resumiendo: la V moderna es como ese/a primer/a novio que no hemos vuelto a ver desde que íbamos al colegio. Y después de tanto tiempo, soñando encontrarnos de nuevo con él/ella, nos damos cuenta de que aunque en apariencia luzca perfecta, con los años ha perdido la frescura y naturalidad que lo/la caracterizaba entonces. Supongo, que al final de tan larga espera todos habremos mudado tantas veces la piel de nuestro corazón humano que nuestros ojos adultos tampoco lo/la miran ahora con el asombro de cuando éramos niños.

*La cadena ABC estrenará la segunda temporada de V el 5 de enero de 2011.

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