"Gora. Una juventud en la India", R. Tagore [Akal]

Por Carlos Javier González Serrano.

Gora. Una juventud en la India. Rabindranath Tagore. Akal: Madrid, 2011. 8,65 €, 336 pp.

Akal nos presenta una de las novelas más representativas, interesantes y enigmáticas de Tagore. En Gora encontramos un retrato magistral de la sociedad bengalí a través de las aventuras que vive su protagonista. En este relato es entretejida una historia en la que se muestra una India cuya diversidad de culturas, religiones y razas, de la mano de una fuerte división en castas, provocan un desgarro que no se aleja del que la propia India vive en la actualidad. El llamamiento universal de Tagore en esta novela proclama la intención de acabar con toda casta, con toda confrontación.

En 1913, la Academia Sueca otorgaba el Nobel de Literatura a Tagore, explicando que merecía el galardón «por sus versos llenos de belleza, de frescura y de honda sensibilidad, mediante los cuales ha incorporado con habilidad consumada su pensamiento poético, expresado por él mismo en inglés, a la literatura de Occidente». Llama la atención que no exista ninguna alusión en estas palabras hacia la condición de no-europeo de Tagore (éste nace en 1861 en Calcuta, en el seno de una familia brahmán, culta y acomodada), haciendo sin embargo hincapié en la expresión «inglesa» que el literato y pensador había empleado en el desarrollo de sus escritos. El abuelo de nuestro autor, Dwarkanath Tagore, fue también poeta; además, su padre, Devendranatli Tagore, era un conocido pensador y dirigente de un prestigioso movimiento religioso y cultural (Brahmo Samaj) que propugnaba una integración sincrética entre Oriente y Occidente, con grandes influencias cristianas e hinduistas -movimiento que tendrá gran importancia en el despliegue de los acontecimientos de Gora.

Tagore alcanza mediante su narrativa, y muy en concreto con esta novela, dos metas que podemos enunciar de este modo: por un lado, comunicar su propia captación de la belleza a otros seres, y por otro, imprimir un carácter social absolutamente inquietante que, por su suavidad y finura crítica, nos hace muy fácil una lectura entre líneas. Hay que tener en cuenta que nuestro autor se sitúa como uno de los principales herederos de la riquísima tradición literaria hindú (Vedas, Upanisad, Sutras, etc.), pero en aquella tradición que defendía la lucha emancipadora.

La novela de la que nos ocupamos -publicada por vez primera en 1910- plantea el conflicto entre dos posiciones condenadas al antagonismo (y, debemos subrayarlo, defendidas por dos casi hermanos, en cualquier caso amigos, Gora y Binoy): de un lado, la defensa de la férrea tradición hindú, en la que el sistema de castas supone no solo una base fundamental en lo social y religioso, sino también en el plano antropológico; del otro lado, la posición más cercana al mencionada círculo del Brahmo Samaj, cuyas tesis se centraban en tres aspectos: la supresión del sistema de castas, la emancipación de las mujeres y la mejora del sistema educativo -con el consiguiente cambio cultural que de éste se seguiría. El narrador de esta magnífica obra nos explica en cierto momento: «El hambre y la sed tenían a Gora completamente exhausto, pero la idea de tener que comer en casa de este desvergonzado pillo que era Modhav Chatterdshi, con tal de conservar la pureza de su casta, le parecía cada más repugante. Su cara ardía, sus ojos estaban inyectados en sangre, su cerebro se quemaba en las llamas de su alma revuelta. «¡Qué tremenda injusticia hemos cometido -se decía- al hacer de la pureza un asunto tan superficial!«».

Los personajes centrales de la novela no cesan de preguntarse por ellos mismos. Una de las cuestiones fundamentales de Gora será la forja del propio camino: ¿quién soy yo?, ¿cuáles son mis verdaderas convicciones?, ¿cómo compartirlas y vivirlas sin miedo? Todo ello edulcorado por un fondo, ya se ve, terriblemente conflictivo: la lucha entre los defensores de la tradición y los «transgresores» que quieren acabar con ella hará que Tagore retrate caracteres muy cercanos, absolutamente cotidianos (a pesar de la distancia geográfica, lo que hace a Tagore aún más universal), y siempre llenos de corazón, intentando proseguir con una existencia nada fácil -que en ocasiones habrá de bregar con la muerte de amigos, la pérdida del amor, etc. La identidad de los protagonistas goza de esa endeble estabilidad por la que a causa de algún envite del destino todos nos hemos extrañado (de nosotros) ante nosotros mismos, como saliéndonos de sí: ¿pero he sido capaz de hacer eso? En otro fragmento de la novela leemos: «En un solo instante toda la vida se le presentó a Gora como un sueño. Los cimientos sobre los cuales, desde la infancia, construyera toda su vida, cayeron hechos polvo, y ya no sabía quién era y dónde estaba. Lo que él llamaba pasado parecía haber perdido toda su realidad, y aquel luminoso futuro que esperara ansioso durante tanto tiempo, se había desvanecido como por encanto. Tenía la sensación de ser como una gota de rocío que aparece sobre la flor de loto para volver a desparecer enseguida».

En definitiva, una obra crítica narrativa muy recomendable que nos hará disfrutar y aprender de mano de una historia que se desarrolla en Calcuta, y que hará de sus personajes «conflictos andantes» de los que, incluso el lector, tendrá que dar cuenta: ¿son lo que parecen?, ¿son lo que quieren ser? Un libro que, escrito hace algo más de cien años, nos ayudará a despertar del sueño dogmático al que, mediante cierto gregarismo, parecemos estar sometidos: «- ¿Acaso está usted obligado a obeceder a la sociedad en todo? – No obedecerla sería destruida. – ¿Y si fuese destruida?».

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