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Viscerales

LOS CHICOS DEL OTRO LADO (II)


Por Esteban Gutiérrez Gómez.

 

Acabo de leerme La cámara de niebla, de Alfonso Xen Rabanal y estoy impactado. Bajo la apariencia de una vomitona narrativa se esconde una defensa contra el mundo. El mundo es una mierda, la gente se deja manipular y nada cambia aunque pasen los años. El espíritu del borrego nos posee, y la alternativa es vivir al margen de la sociedad. Pero la soledad pudre los cerebros acostumbrados a luchar y, además, no es una solución de vida.

 

Bufa escribe desde las entrañas para preguntarse a sí mismo qué hacer cómo actuar frente por frente a lo que le ofrece el mundo. Simpatizo inmediatamente con su filosofía kamikaze. Hostia a hostia se derriban los muros, y alguien tiene que decirlo.

 

 

Una semana más tarde me llaman Jose Ángel Barrueco y Mario Crespo: están preparando una antología y cuentan conmigo. ¿De qué va?, pregunto. Se titula Con dos cojones y tiene que ver con lo que se escribe desde las tripas. Flipo. Les digo que está hecho, que ya tengo el texto en mi cabeza, que acabo de leer la novela de Bufa y lo tengo claro. Claro clarísimo. Blanquito.

 

 

Hace unas semanas que el libro está rodando por las librerías de este país. Ya se han hecho algunas presentaciones y habrá muchas más. Ya no se llama Con dos cojones. Hubo una especie de votación entre los que participábamos en él y se impuso Viscerales, que es un título tan contundente como el anterior, pero menos explícito.

 

 

Mario y José Ángel han conseguido reunir a 40 autores que escriben un texto visceral. Algunos de ellos, por sí son viscerales; otros son viscerales por momentos y alguno de ellos vomita sólo en contadas ocasiones. En cualquier caso, la nómina es envidiable, y cuenta con autores de primera línea. Pero lo que viene al caso es que muchos de esos autores participan también en Beatitud y participarán de nuevo en Narrando contracorriente, la antología que prepara sir Bonilla desde Al Otro Lado del Espejo. Son los chicos del otro lado, los malos de la película en esto de la narrativa, los insobornables, los inconformistas. Creadores de fanzines, siempre dispuesto a dar alternativas de vida, asociales peligrosos para sistemas institucionales. A corazón descubierto se beben la vida mientras escriben para sus lectores fieles. No son parte del sistema, así que es difícil que el engranaje les promocione mucho más allá. Sin embargo, estoy seguro de que serán los autores que se nombraran en el futuro como la gente que aportó algo nuevo, que cogió el relevo de la rebeldía y lo transmitió a otras generaciones.

 

 

Para comprobarlo sólo hay que leerse sus textos, ver su alma al desnudo, sentir el aguijonazo de sus propuestas narrativas. Viscerales permite eso, descubrir lectores jóvenes y rabiosos a los que arropan maestros como Karmelo Iribarren, Montero Glez o Enrique Vila-Matas; constatar que desde los 20 añitos de Adriana a los 50 de Salem, el camino de la rabia está perfectamente señalizado, y la furia narrativa lo transita arañando el asfalto. Esas huellas, precisamente esas, serán las que con el tiempo verán las nuevas generaciones cuando busquen un referente, cuando se pregunten: “Sabiendo lo que estaba pasando, ¿nadie hizo nada?”.

 

 

De esta antología se han autoexcluido todos aquellos autores que reniegan de la escritura confesional, que la aborrecen y la prohíben según sus sagrados mandamientos. Algún día se enteraran que, aun creando ficción, todo parte de sentimientos internos próximos a la visceralidad. Aun el más fantástico de los relatos.

 

 

El resultado final es un puzzle narrativo bastante completo, un microcosmos que refleja la realidad de la escritura de hoy en España; de la escritura marginal, claro, la de la umbría. El totalitario sol editorial español es suficientemente potente y peligroso para dejar que estos relatos se ofrezcan a él sin menoscabo de su frescura. Sabiendo esto, solo nos queda disfrutar de unas lecturas que raramente encuentran imprenta.

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