Libro de cabecera

 

Por Dinorah Polakof.


Recomendar la lectura de `La historia interminable´ me conduce  por acantilados  peligrosos.  ¿Acaso no se ha escrito ya lo suficiente sobre la obra de Michael Ende? Puede ser, pero también es factible que las nuevas generaciones presten sus sentidos y quieran recibir este  regalo excepcional del escritor alemán.  Para evitar caer en lugares comunes de la crítica especializada, intentaré expresarme desde la más pura subjetividad.

 

Un poco de biografía nunca viene mal. Michael Ende nació el 12 de noviembre de 1929,  en Garmisch-Partenkirchen, Baviera, Alemania. Su padre, un pintor surrealista le enseñó a mirar el paisaje y sus alrededores con ojos diferentes.  Inmerso en tiempos de guerra, transitó por una infancia y adolescencia que le dejó huellas profundas. El nazismo arremetió contra su progenitor, prohibiendo sus expresiones artísticas, y contra él mismo, lo que derivó en una fuerte oposición al régimen. Pero no lo eximió de enrolarse al ejército.  Más adelante inclusive, integró las filas del Frente Libre Bavariano para mostrar su postura anti nazi.

Inició la carrera literaria desde las tablas donde en primer lugar fue actor, luego guionista de cabaret, autor de obras de teatro, crítico de cine y director de teatro en Munich.  En el año 1960 publicó su primera novela para niños `Jim Botón y Lucas el maquinista´, a la que siguen `Momo´, `La historia interminable´, `El espejo en el espejo´; todas calificadas en la actualidad como un rotundo éxito e incluyendo versiones en la pantalla grande. Sin embargo, la censura alemana reprobó sus textos por lo que debió reescribir algunos pasajes de Momo.  Falleció en 1995  en su país de nacimiento luego de demostrar sus genialidades literarias.

 

Las narraciones de Michael Ende nos sumergen en mundos fantásticos, de una riqueza visual extraordinaria y se enmarcan dentro del género donde predomina la atmósfera mágica. En `La historia interminable´, o `La historia sin fin´ (traducción del inglés), se  otorga vida a trolls, hadas, magos, gnomos, seres diminutos.  Escrito desde la más profunda filosofía de su creador;  con seriedad y respeto por sus lectores se narra aquí sobre mundos paralelos, por los que el protagonista de las tres “B”, Bastián Baltazar Bux deberá incursionar. La aventura involucra al dueño de una librería quien también responde al nombre de tres iniciales “K”, por Karl Konrad Koreander.

 

El niño se halla en una situación difícil  pues sus compañeros de clase lo persiguen, lo han etiquetado como “raro” y el  vínculo con su padre tampoco resulta satisfactorio.  Por fortuna, encuentra entre los libros uno que lo conducirá por un camino de aprendizaje, de cambios.  El principal personaje se constituye entonces como el héroe ficcional que deberá tomar decisiones, enfrentarse al Reino de Fantasía  y al Reino de lo real donde no hay espacio para la imaginación.  La Emperatriz del primer reino sufre de una enfermedad y Bastian se transforma en guerrero para encontrar la cura.

En el proceso, se destacan las pasiones humanas, el amor de Bastián  por los libros, y la dicotomía entre ambos universos.  En uno de ellos Bastián transita desde la lectura:“Me gustaría saber… qué pasa realmente en un libro cuando está cerrado… dentro hay sólo letras impresas sobre el papel… cuando lo abro aparece de pronto una historia entera. Dentro hay personas que no conozco todavía, y todas las aventuras, hazañas y peleas posibles… y a veces se producen tormentas en el mar o se llega a países o ciudades exóticos. Todo está en el libro de algún modo. Para vivirlo hay que leerlo…”

Ante un  comienzo de este tipo, ¿quién podría sustraerse a continuar inmiscuyéndose en el texto?

 

En cuanto a la estructura, Die Unendliche Geschichte, título original de la historia, funciona como un cuento marco pasible de guardar dentro otras tantas narraciones.  Con singular originalidad, Ende brinda la posibilidad de interactuar, logra construir el binomio indivisible lector-libro, induciéndonos  a vibrar con cada página.

 

Cada capítulo se inicia con una letra ornamental, cuidando el orden del abecedario.  Mención aparte merece el diseño creado  especialmente por la ilustradora Roswitha Quadflieg que en su génesis   particularizan espacios para investigadores.  Estampadas en  verdes y rojos,  representan el devenir de cada uno de los veintiséis capítulos dotando al libro de mayor simbolismo.

 

`La historia interminable´ ha sido leída y disfrutada en infinidad de lenguas.  Ha calado hondísimo en el alma del público de disímiles geografías, sujetándose con tal fuerza que se torna imposible prescindir de nuevas adquisiciones. Un tesoro difícil de superar, un título para todas las edades, un libro al que se vuelve.

 

 



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