Achtung Baby, la metamorfosis del hombre mosca

Por Diego Puicercús.

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que a finales de octubre se reedita Achtung Baby con toda la parafernalia habitual (una de las ediciones tiene entre otras cosas 6 CD, 4 DVD, el vinilo y 7 singles) es un buen momento para recordar la primera y más interesante de las metamorfosis que han sufrido U2 a lo largo de las dos últimas décadas. Tras el exitoso The Joshua Tree y el fallido Rattle and Hum, los irlandeses se habían convertido en una de las bandas más famosas del mundo y las expectativas que despertaba cualquier cosa que hiciesen en millones de fans eran enormes. Después de más de una década de actividad, tanto dentro del grupo y su entorno como entre la prensa especializada, existía el convencimiento de que habían empezado a repetirse y necesitaban reinventarse para no quedarse estancados.

 

La orientación y el giro musical que querían dar en ese nuevo trabajo generó al principio mucha tensión entre los miembros de la banda ya que, mientras unos se decantaban por el continuismo otros optaban por la investigación y el riesgo. La primera decisión que tomaron fue desaparecer y buscar un lugar en el que poder estar tranquilos para concentrarse exclusivamente en el disco. Brian Eno (que junto a Daniel Lanois se encargó de la producción) propuso los estudios de Berlín en los que había grabado junto a David Bowie parte de su famosa trilogía (Low, Heroes y Lodger) y, dado que la capital alemana se encontraba en plena ebullición cultural tras la reunificación y con la intención de empaparse de todo eso, aceptaron encantados sin dudarlo un momento.

 

En el invierno de 1990 entraron en los estudios Hansa Ton para crear los nuevos temas improvisando en torno a una idea básica que proponía uno de ellos. No tenían nada preparado y a través de jam sessions, tocando juntos, fueron naciendo poco a poco las canciones. Todas las sesiones se grababan y las que resultaban más interesantes se editaban y guardaban en unas «cintas de trabajo» en formato DAT (Digital Audio Tape). Estas cintas permitían a Lanois, Eno y la banda tener un resumen de los posibles temas del nuevo álbum y mostrarlas a gente de su confianza para escuchar sus críticas y sugerencias. Estas sesiones se prolongaron hasta marzo de 1991 que se trasladaron a Dublín para, en los estudios Dog Town, STS y fundamentalmente Windmill Lane, acabar de dar forma al material que traían de Berlín y concluir la grabación del disco.

 

En de abril de 1991 se anunció que algunas de estas casetes habían sido robadas de la habitación de hotel en la que Bono se alojaba. Inmediatamente Island Records se movió con la intención de recuperar las grabaciones y amenazó con que cualquier intento de publicación sería perseguido judicialmente, aunque todos sus intentos fueron inútiles. En mayo ya estaba en la calle el primer bootleg con esas sesiones y, dada la demanda y el interés por el material que contenía, varios más vieron la luz antes de que, en octubre, Achtung Baby apareciese por fin en las tiendas. De todos los aparecidos el  mejor y más completo es un triple CD llamado Salomé que, como curiosidad, contiene las sesiones de grabación de las guitarras de ese tema (apareció como cara B del single Even Better Than the Real Thing). En ellas se pueden oír como, sobre una toma base, se van añadiendo guitarras acústicas, distorsiones, toda clase de ecos… de modo que la canción poco a poco se va enriqueciendo hasta llegar al resultado final que todos conocemos.

 

Paul McGuinnes (manager del grupo) dijo que los «piratas» estaban engañando a los fans al presentarles un material de inferior calidad al producto final, y si bien para los más puristas puede ser que tuviera razón, yo creo que un valor añadido del disco oficial está, precisamente, en la existencia de estas grabaciones. Es cierto que la música no está tan pulida como en la versión definitiva del álbum, pero el material es fascinante y, además de la gran calidad de sonido, tiene decenas de canciones inéditas, grabaciones alternativas y jam-sessions. Escucharlo es como meterse de lleno en su local de ensayo y ser testigo mudo de la gestación desde la nada una obra de arte.

 

Personalmente (aunque reconozco que tienen algunas buenas canciones) nunca me ha interesado demasiado lo que han hecho, pero durante esa época devoré de forma compulsiva todo el material de esas sesiones que caía en mis manos. Bono y sus chicos volvieron a intentar repetir la jugada varias veces desde entonces, pero los resultados no volvieron a ser los mismos. Nos quedan al menos esos discos piratas y el puñado de nuevas (o viejas) grabaciones que verán la luz en octubre para seguir buceando en los intestinos de uno de los grandes trabajos de la historia del rock…

 

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