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Entrevista a Gustavo Martín Garzo por «Y que se duerma el mar»

 

Por Benito Garrido.

 

A propósito de su última novela titulada Y que se duerma el mar (Editorial Lumen, 2012), hemos entrevistado al escritor vallisoletano Gustavo Martín Garzo.

 

Gustavo Martín Garzo nació el año 1948 en Valladolid. Su labor como narrador y ensayista le ha convertido en una de las voces más prestigiosas de la literatura española de estos últimos años. De la extensa lista de títulos publicados cabe destacar El lenguaje de las fuentes (Premio Nacional de Narrativa 1994), Marea oculta (Premio Miguel Delibes 1995), La princesa manca, La vida nueva, Ña y Bel, El pequeño Heredero, Las historias de Marta y Fernando (Premio Nadal 1999), La soñadora y Los amores imprudentes. En 2004 fue galardonado con el Premio Nacional de literatura infantil y juvenil. Con Mi querida Eva (2006) se inauguró en Lumen la Biblioteca Martín Garzo, donde han ido apareciendo las novelas más destacadas de su producción literaria: El jardín dorado (2008), La carta cerrada (2009) y Tan cerca del aire (Premio Torrevieja 2010).

 

Y que se duerma el mar. Gustavo Martín Garzo. Editorial Lumen, 2012.  248 páginas.  17,90 €

 

Parece una chiquilla cualquiera, vestida con una túnica liviana que adorna su cuerpo hermoso y esconde el brazo derecho mutilado; su rostro ensimismado de pronto destaca entre las ramas verdes de los árboles y la vemos de cerca: la joven se llama María y aun no sabe que tendrá que aprender a aceptar lo que el destino le depare sin hacer preguntas.

La acompañan ahora unas esclavas que se convierten en amigas y comparten con ella los primeros misterios de la existencia y un mundo mágico poblado por animales y árboles extraños, un jardín hecho de palabras secretas que solo los niños y los amantes entienden. Un buen día también José, un carpintero viudo, se acercará a María sin dar importancia a su defecto físico porque en la mirada de María el hombre intuye que él será el testigo de un evento ajeno a su realidad, y sin embargo tan real como la tierra, el fuego y el cielo que le han tocado en suerte…

 

El resto de la historia es de todos conocido, pero esos primeros años de la vida de María, sus risas de niña, sus dudas de mujer, su afán por entender la locura de la vida, aquí están, en unas páginas donde Martín Garzo vuelve felizmente a los lugares tan queridos de El lenguaje de las fuentes.

 

Entrevista:

 

P.- ¿Qué vamos a encontrar los lectores en Y que se duerma el mar?

Cada lector encuentra en el libro algo que tiene que ver con él. Entonces, cada lector hace el libro a su medida. Uno va buscando en los libros aquello que vaya alimentando su propia vida, sus propias obsesiones. Este libro en el fondo vive de ese mundo de las viejas historias, de los antiguos relatos, de esas historias esenciales que han acompañado al hombre desde el origen de los tiempos, y que algo deben tener cuando se han conservado en la memoria tras generaciones, pasando de boca en boca de unas a otras como algo muy valioso. Pero el poder de estas historias precisamente está en que no pasan de moda, sino que siguen atrayendo y diciendo cosas a los hombres. Ese es el poder de los clásicos, de adquirir nuevos sentidos en función de quien sea el lector.

 

P.- Recreaste ya la vida de José hace casi 20 años en El lenguaje de las fuentes. Ahora, la de la virgen María. ¿Es algo que tenías pendiente o quizás una vuelta a los orígenes?

Sí, yo creo que sí que era algo pendiente. No ha surgido de una voluntad consciente. Yo creo que el escritor no sabe muy bien porque escribe el libro que está escribiendo. Evidentemente hay una necesidad de hacerlo, una llamada que te convoca, lo que pasa es que no sabes porque eso te sucede, no tienes una explicación clara. Y yo ahora, de manera inesperada, he sentido la necesidad de volver un poco a ese territorio. En gran parte por lo que comentabas, El lenguaje de las fuentes contaba la historia de la Anunciación, pero desde el punto de vista de José, más externo: alguien que veía algo que no terminaba de entender y que le arrebataba aquello que más amaba que era su historia de amor por María, la cual se prendaba de los ángeles y se olvidaba del mundo y de su propio marido. Tal vez necesitaba volver a esa historia para contarla desde el centro mismo, desde el corazón de la persona que la vivió, que era María. En aquel momento no supe hacerlo y ahora he dado con el hallazgo, con la manera adecuada para narrarla: desde la infancia de María, pues el mundo de los niños es un mundo abierto donde todo es posible, donde sueño y realidad se confunden. Y María cuando vive todo aquello es casi todavía una niña, que se está transformando en una mujer. Creí que ese era el punto de vista que me permitía mayor verosimilitud.

 

Gustavo Martín Garzo. Foto © Giancarlo Breschi.

P.- Novela profundamente lírica, a caballo entre la Biblia y un cuento de hadas. ¿Solo con la línea narrativa de un cuento podría contarse esta historia?

Tienes toda la razón. En el fondo esta historia es un cuento de hadas (a los que yo personalmente soy muy aficionado). Una muchacha que es casi una niña, y que en un pueblo palestino recibe la visita de un extraño mensajero que le dice que va a ser la madre de un rey… No me digas que este no es el comienzo de un cuento de hadas. Luego por tanto, María es el personaje poético de ese cuento: es como una especie de puente entre el mundo real y el del sueño y la fantasía, una mediadora entre esos dos mundos. Pero luego a la vez, el personaje poético está al borde de algo, en el filo de un abismo, parece que en cualquier momento se va a precipitar.

Fundamentalmente esta es una historia que habla de la poesía. Y a pesar de contar una historia antigua, estoy hablando del mundo real, del mundo de hoy: de las aspiraciones, de los sueños, de las carencias, de las dudas que una persona contemporánea puede tener, de las grandes incertidumbres.

 

P.- La maternidad como algo universal también es clave en tu novela.

Uno de los temas que trato es la maternidad: no creo que haya madre en el mundo que no se plantee cosas parecidas a las que se plantea María en el libro. “Asomaros a un cuarto donde una madre contempla a su hijo dormido. En su silencio está la verdadera historia del mundo.” ¿Qué guarda ese silencio? El asombro, la maravilla de que esa criatura esté ahí, que se haya desgajado del cuerpo de la madre y sea distinta a ella. Pero a la vez, está el temor: qué será de él, si será feliz, si le pasaran cosas malas, si he hecho bien en traerle a un mundo en que existen tantas injusticias, sufrimiento y dolor. No sería mejor quizás que no hubiera nacido. En definitiva, las preguntas eternas.

 

P.- María es manca. ¿La imperfección es humana o es que quizás has buscado una metáfora para hacer el personaje de María más cercano?

Las dos cosas. La imperfección forma parte del hombre, no está terminado de hacer. Es sentirse siempre incompleto, es carecer de algo y buscarlo. En ese sentido, este gesto tan brusco de privar a la pobre María de una mano, es en parte por ser coherente con El lenguaje de las fuentes (también era manca). Y por otro lado, la virgen María es una criatura que pertenece al mundo del ideal, de la perfección (la vemos en los retablos y las vidrieras de las iglesias, en los iconos…), pero claro un ser así no arrastra una historia. Entonces para contarle una historia, tienes que devolverla al mundo, dar una pedrada a esas vidrieras. Es la única forma de hacer que vuelva al mundo, crearle una imperfección que la vuelva humana.

 

P.- Le quitas al personaje el halo virginal y la haces humana, ¿nos cambiarás a los lectores más creyentes la concepción religiosa del mismo?

No lo sé. Este es un libro pensado para cualquier lector. Pero yo creo que ese lector sinceramente creyente que comentas, no tiene por qué sentirse incómodo con este libro porque en el fondo expresa un amor profundo al personaje. El hecho de que me tome algunas libertades está asociado al de imaginar cosas que le han podido suceder al personaje y que no entran en contradicción con él. Buscaba una protagonista que estuviese llena de vida, y la vida es confusión, encuentro, pérdida…

 

P.- Alegato contra el mal que supone el dolor y la muerte, y por el bien representado en esa maravilla que es la maternidad.

Sí pero no es una dicotomía, es un poco como expresar que ambas cosas forman parte de la vida. El relato es un espacio de apertura en él puedes ver todas las contradicciones de la vida del hombre absolutamente llena de contrarios: la vida y la muerte, la felicidad y la desdicha, la generosidad y la injusticia, la valentía y la cobardía… Todo ello forma parte de la naturaleza humana y tiene cabida en estas historias, de ahí que se hagan intemporales y sigan vivas.

 

P.- ¿Es este tipo de libro un reto para un escritor como Gustavo Martín Garzo?

La verdad es que no. Este es un libro que yo empecé de una manera un poco inconsciente. Me planteaba que lío es este en el que me estoy metiendo, pero luego me olvidé de ello. Para mí, ha sido un libro gozoso de escribir porque en seguida empezaron a llegarme ideas y cosas muy diversas. Es un libro poblado de fantasías y de locuras. Me encontraba muy a gusto entre todas esas locuras. Porque la vida misma es locura. Al escribirlo me sentía como en un estado de gracia. No quiere decir esto que me haya resultado fácil, pero sí que he disfrutado mucho de su escritura.

 

P.- En la actual situación editorial, ¿escribir un libro como este puede ser algo arriesgado y valiente?

No lo sé. Cuando lo terminé de publicar sí que fue algo que pensé, un libro así en este tiempo no sé muy bien qué va a ser de él. Pero la literatura es así, tiene que ver con las rarezas del corazón humano, no puede decir obviedades. Lo que se espera de un escritor es que te ofrezca el mundo desde un punto de vista diferente, que no te diga lo que ya sabes, que te lleve a esos lugares de incertidumbre y desconocimiento, donde incluso te sientas cuestionado a ti mismo.

 

P.- Tras diversos libros y premios, ¿qué te ha dado la experiencia de los años a la hora de escribir?

Me ha dado muchas cosas. La literatura me ha dado muchos momentos de felicidad, ha dado sentido a mi vida. No se puede vivir si uno mismo ve que su vida no tiene sentido.

 

P.- ¿Podríamos hablar de influencias decisivas en tu literatura?

Es muy difícil decir cuales son. Antes de ser escritor, he sido un gran lector y lo sigo siendo. Hay muchísimos escritores a los que admiro profundamente y que están detrás de lo que yo escribo, pero no te sé decir de qué manera. Sí puedo decirte que existe un territorio literario con el que me siento identificado cada vez más: la narrativa americana que ha dado en llamarse sureña. Ese mundo de Faulkner, Truman Capote, Flannery O’Connor, Katherine Anne Porter… Los personajes que pululan por las novelas de estos escritores son personas extrañas, que parece nacen de los viejos relatos, que portan una locura que les lleva a cometer verdaderas barbaridades, pero en esos escenarios siempre hay una especie de incandescencia que te deja absolutamente seducido.

Por otro lado está Alice Munro que es la gran escritora del momento, para mí la mejor escritora viva en el mundo, sin ninguna duda. No hay nadie comparable a ella.

Pero si tuviera que elegir un solo escritor de todos los tiempos con el que quedarme, tendría clarísimo que sería con Franz Kafka. Es un escritor apabullante, inagotable. Alguien dijo que Kafka había sido el último gran escritor de cuentos de hadas que ha existido. Y es cierto.

 

P.-  ¿Proyectos nuevos de los que nos puedas hablar?

He empezado a tontear con otra historia, pero aún es pronto para hablar de ella. La escritura de esta última novela me ha dejado exhausto, sobre todo en los últimos momentos de corrección, de pruebas. He estado muy obsesionado y absorbido con ella. Pero me gusta empezar a escribir un nuevo libro en cuanto acabo otro, porque para mí un libro es como un refugio, un lugar a donde ir. Cuando ese libro se publica, pierdo el acceso a ese lugar, ya no puedo volver a él. Entonces, tengo que buscar rápido otro lugar en el que poder refugiarme.

 

Gustavo, muchas gracias por tus palabras. Ha sido un verdadero placer compartir este tiempo contigo.

 

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