Goya, estampas y grabados

Por Javier Alonso Ezquerra

 

Goya. Estampas de invención: Caprichos, Desastres, Tauromaquia y Disparates.

 Museo de Bellas Artes de Bilbao

 Plaza del Museo, 2, Bilbao.

 Hasta el 23 de septiembre de 2012.

 

La maja desnuda, sin duda su obra más famosa y una de las más universales de la pintura española, le convirtió en eterno. Pero Francisco de Goya (Fuendetodos, 1746 – Burdeos, 1828) es un artista único e irrepetible que no sólo destacó en el ámbito de la pintura sino que fue más allá.

 

Revolucionario e innovador en algunos aspectos, el artista zaragozano ha sido objeto de análisis conceptual, fuente de expresividad plástica o modelo de ruptura de los esquemas convencionales. Es de sobra conocido su interés por los personajes populares y castizos, las escenas taurinas o la conmoción que provocaron las guerras europeas del momento. Elementos que ha reflejado con maestría a lo largo de su trayectoria como gran pintor.

 

Sin embargo, Goya apostó fuerte por el arte del grabado, campo en el que potenció algunas técnicas como el uso del aguafuerte para trazar el dibujo de la composición, o la aguatinta para crear efectos de luz y volumen. Algunos de sus grabados han abierto incluso nuevas rutas artísticas en la literatura, el cine o la escultura.

 

El Museo de Bellas Artes de Bilbao ha decidido rendir un homenaje a este genial pintor y expone hasta el próximo 23 de septiembre su colección completa de grabados. Se trata de un total de 224 estampas distribuidas en cuatro magníficas series: Caprichos (80), Desastres de la Guerra (82), Tauromaquia (40) y Disparates (22). Las imágenes forman parte de la propia colección del museo y muestran el enorme talento del genio aragonés.

 

Las obras pueden verse en la sala BBK del museo junto a una treintena de grabados y pinturas de otros grandes artistas como Picasso, Rembrandt, Durero o Bacon, para quienes Goya tuvo una gran influencia.

 

Los Caprichos (1797-1799) son parte fundamental de la obra de Francisco de Goya y constituyen su primera colección de estampas, pensada para venderse como una serie. Las imágenes suponen una dura crítica sobre diversos aspectos de la vida política, religiosa y social, así como la censura de determinados errores y vicios humanos. Se puso a la venta en 1799 pero no tuvo mucho éxito debido a que el mayor interés lo centraban las imágenes religiosas.

 

La segunda serie, Desastres de la Guerra (1810-1814), muestra la gran capacidad creativa y de improvisación que tenía Goya. Este conjunto de grabados se crea a raíz de la Guerra de la Independencia contra los franceses. En ella, Goya muestra la barbarie de la que es capaz el ser humano, pero siempre desde la invención. No se trata en ningún caso de escenas que el artista viera con sus propios ojos.

 

Entre el drama de los Desastres y el misterio de los Disparates se sitúa la Tauromaquia (1814-1816). Gran aficionado a la fiesta de los toros, Goya quiso tratar un tema que tuviera a priori gran aceptación popular, que no fuera sospechoso para la censura, y que le aportara un importante beneficio económico.

 

En esta serie de grabados, la única de las cuatro que sigue un orden lineal,  puede contemplarse los diferentes lances y momentos de una corrida. El pintor apuesta por incluir ciertos elementos novedosos en algunas escenas como la violencia, creando así fuertes emociones en el público. La tirada no tuvo éxito ente la gente y Goya tuvo que quedarse finalmente con las estampas.

 

Los Disparates o Proverbios (1816-1823) es su última gran serie, y la más hermética y enigmática de todas. Estamos también ante la serie de mayor libertad creativa, ya que no había ningún tipo de encargo detrás. Goya conjunta perfectamente la formulación plástica con la intención creativa, llegando incluso a transgredir determinados convencionalismos artísticos de la época.

 

La serie se edito de forma póstuma, motivo por el cual quedaron sin determinar los títulos, la cronología, su orden y significado dentro del conjunto. Algunos consideran que la colección de estampas no quedó ni mucho menos terminada. Lo que sí consiguió el artista aragonés es dar un paso muy importante e iniciar así el camino hacia la modernidad.

 

Este magnífico conjunto de imágenes muestra la parte más íntima y libre del pensamiento de Francisco de Goya, que observó la difícil realidad de su tiempo con una actitud crítica que extendió a la condición humana. Este hecho despertó el interés de muchos artistas de la época, amantes sobre todo de las vanguardias, por la obra del artista zaragozano.

 

Su comparación con otras estampas de artistas anteriores, coetáneos y posteriores que también forman parte de la colección del museo, pone de manifiesto la gran influencia que tuvo Goya en todos ellos y la relevancia que ha adquirido su obra en el mundo del arte y en concreto dentro de los grabados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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