Si pienso en Bigas Luna…

 

Por David Garrido Bazán

 

bigas luna
Bigas Luna

Si pienso en Bigas Luna, las primeras imágenes que se me vienen a la cabeza, discúlpenme ustedes la frivolidad, son las de las mujeres que aparecían en sus películas: Francesca Neri experimentando gozosa en Las Edades de Lulú, Penélope Cruz rotunda y desafiante en Jamón, Jamón – donde era hija de una no menos rotunda Anna Galiena Maribel Verdú y María de Medeiros jugando al menage a trois en Huevos de Oro, el inolvidable pezón de Mathilda May que alimentaba a Biel Duran en La Teta y la Luna, las inacabables curvas de Valeria Marini en la sórdida Bambola, la sensualidad mediterránea a flor de piel de Leonor Watling en Son de Mar, la frescura y el desparpajo de Verónica Echegui en Yo Soy la Juani y mi favorita de todas ellas, la evocadora y profundamente sensual Aitana Sanchez Gijón como esa tan onírica como inolvidable Camarera del Titanic.

 

la camarera del titanic
La camarera del Titanic

El cine de Bigas Luna reflejaba su personalidad. Y no cabe duda de que el realizador siempre tuvo una parte muy disfrutona, amante de los placeres y defensor a ultranza de su libre disfrute que empapaba las imágenes de su cine y que se transmitía con facilidad al espectador. Es verdad que posiblemente sean sus primeras obras, especialmente las muy personales Bilbao y Angustia, aquellas que hayan dejado una huella más indeleble en el cine español, pero creo que será más recordado por esa vena hedonista que reivindicaba lo mejor que la vida tiene que ofrecernos. No en vano la frase de su campaña cuando se presentó sin éxito a las elecciones para ser Presidente de la Academia era que quería darle a ésta “un toque sexy”. Habría sido interesante ver lo que pasaba en una gala de los Goya bajo su mando.

Siendo un cineasta irregular – porque su cine sin duda lo es, baste recordar películas tan dudosas como Bambola o la que por desgracia será su última película, la insufrible DiDi Hollywood – no se le pueden negar a Bigas algunos méritos: tenía un excelente ojo para descubrir y arriesgarse con los talentos emergentes, como pueden atestiguar Javier Bardem, Penelope Cruz y Jordi Mollá (a los que reunió en el primero y más brillante de sus “retratos ibéricos” la potente Jamón Jamón) o Verónica Echegui, a la que dio su primera oportunidad con aquel retrato de la juventud urbana de extrarradio mucho más certero de lo que la crítica quiso ver que era Yo Soy La Juani. Por otro lado, su cine siempre está impregnado de imágenes poderosas, por más que a veces llamaran la atención o no encajaran del todo con el conjunto de lo que se estaba narrando. Bigas tenía una personalidad artística muy fuerte y procuraba que eso se dejara notar en su puesta en escena. Basta recordar la maravillosa secuencia que abría La Camarera del Titanic, posiblemente la película más estilizada y visualmente más interesante de toda su filmografía.

 

Jamon_Jamon
Jamón Jamón

Un cáncer se ha llevado sin duda de forma prematura a un hombre inquieto que sin duda aún tenía mucho cine dentro que ofrecernos. Es una lástima. Pero siempre nos quedará un puñado de obras personales e interesantes que en algunos momentos incluso son la más pura expresión de un reflejo sociológico de una realidad incluso adelantada a su tiempo – confiesen que cuando han leído alguna noticia sobre la especulación inmobiliaria del levante español se les venía a la cabeza la imagen de Javier Bardem en Huevos de Oro en todo su esplendor hortera – y, por supuesto, como decía al principio, siempre nos quedarán sus impresionantes mujeres. Porque, la verdad, pocas veces sus actrices lucen tan esplendorosas como cuando la admiración sincera que Bigas Luna, ese disfrutón de la vida, sentía por su sensualidad y su belleza se plasmaba en sus películas.

 

 

One thought on “Si pienso en Bigas Luna…

  • el 7 abril, 2013 a las 12:27 pm
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    Hoy el jamón es más amargo y no podemos repetir toma. Se ha ido – pero se queda – Bigas Luna, todo un realizador de cine en el verdadero sentido del concepto. Cierto que irregular, pero con una poderosa personalidad en su obra. Una obra, una filmografía, que nos lega a todos aquellos capaces de acercarnos al cine sin prejuicios, ni cuestiones previas morales. Abrió la caja de los truenos del verdadero erotismo con contenido, en una época que necesitaba abrir la lata de conservas a nivel, no solo de destape, sino de profundidad y pensamiento. Se atrevió con lo que nadie se atrevía. Y empujaba proyectos personales y películas que parecían malditas. Este magnífico artículo de David Garrido Bazán es un merecido homenaje a un espléndido director de cine – y de actores – que no buscó la gloria ni la pena, sino abrir cauces cinematográficos y de vida al séptimo arte. Cine libre y sin límites, que debería ser uno de los objetivos principales del arte. Descanse en paz en nuestra memoria. Su obra sigue ahí.

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