Poesie Erótica

Por Rosario María Fabelo Cabrera.

 

Tiziano 3

Felipe II no sólo fue uno de los monarcas más importantes de la historia, también fue hombre, y como tal tenía sus sensuales vicios privados.

Uno de esos pecadillos era su afición  a la imaginería erótica. Para este menester llamo al gran Tiziano, que creó para él siete estampas con las escenas sacadas de la metamorfosis de Ovidio. Sólo seis fueron entregadas al monarca mientras que la séptima desapareció misteriosamente y nunca llegó a  sus manos. Hoy son consideradas las más grandes creaciones de la historia, concebido como un catálogo de desnudos femeninos en las poses y situaciones más sensuales.

En Dánae la lujuria traspasa a la doncella, insinuada por la boca entreabierta, la ausencia de paño sobre el pubis y la pose de las manos, una  sujetando la sábana y la otra entre los muslo

En Venus y Adonis, Tiziano recreó un intenso drama entre los protagonistas con el desequilibrio de los cuerpos hacía la izquierda y el encuentro profundo de las dos miradas. Cupido aún duerme, eso nos indica que es muy temprano y que  la pasión ha estado presente en la noche.s.

En Perseo y Andrómeda la sensualidad de la trama queda patente al contemplar a Perseo totalmente vestido y Andrómeda desnuda y atada con cadenas.

El rapto de Europa es uno de los desnudos más inquietantes que pintó Tiziano. Expresa erotismo con el pecho descubierto y las piernas ligeramente entreabiertas, pero a la vez su rostro refleja miedo y angustia por los acontecimientos.

En Diana y Acteón la sensualidad  de las doncellas desnudas descubiertas por el joven cazador y la dura mirada de la diosa Artemisa son las protagonistas de un trágico final para Acteón.

Diana y Calisto es un verdadero duelo de mujer contra mujer, tras el arrebato erótico de Júpiter, Calisto es condenada por la diosa Artemisa.

En La muerte de Acteón, aparece Diana con su arco, de modo que ésta se alza como la única poesía en la que la mujer ejerce su poder de seducción y mando sobre el hombre.

Tiziano contaba ya con setenta y cinco años cuando realizó estos cuadros para Felipe II, y aún así su pincelada y estilo son impecables.

 

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