Michael Kaiser: ¿Los fondos de un país deben subvencionar la cultura?

Liz Forgan, anterior presidenta del Consejo de las Artes en Inglaterra, concedió una interesante entrevista a Rupert Christiansen en The Dialy Telegraph en la cual apuntaba que los ricos de su país no apoyaban la cultura. Mientras hay unas cuantas familias que son extraordinariamente generosas, comenta, muchos de los nuevos ricos no están ayudando a financiar instituciones artísticas de Inglaterra.

Los compara, desafortunadamente, a la oligarquía rusa, la cual ha financiado las actividades artísticas de su país (y fuera de él, debo añadir). Se pregunta si serán anti-culturales o simplemente anti-caritativos.

Encuentro sus comentarios bien intencionados pero un poco naïf.

La verdad es que los ricos no se convierten automáticamente en filántropos en Inglaterra, en Estados Unidos o en cualquier parte.

Instituciones artísticas –y aquí no me refiero solo a organizaciones lucrativas de este calibre- deben hacer cautivador, divertido, instructivo e inspirador su participación. Deben ganarse sus donantes.

Uno puede imaginarse la de cartas que las arcas ingleses recibirán cada día pidiendo fondos para invertir. La notable red de excelentes instituciones culturales en esta nación sufre reducciones en las ayudas del gobierno al igual que el resto de compañeros a lo largo del planeta.

Pero ¿qué están estos demandantes ofreciendo a cambio?

¿Cómo van a ser recompensados estos individuos por sus contribuciones? ¿Cuál será la visibilidad que recivan por su generosidad? ¿Serán capaces de tomar parte en eventos sociales que sean agradables, gratificantes y que los pongan en contacto con sus compañeros del gremio? ¿Tendrán acceso a artistas que encuentran inspiradores? ¿Se les está ofreciendo un dispositivo de proyectos a financiar que se asemeje a sus intereses particulares?

Los buenos resultados de captación de fondos de una campaña montada por instituciones culturales que atraigan al donante a la institución, no surge de un inmediato logro de ganancias.

Instituciones culturales que recaudan sumas sustanciales (algunas en Inglaterra lo hacen) organizan programas que son innovadores, han hecho el marketing institucional requerido para persuadir a nuevos donantes y tienen un plan de recaudación de fondos bien elaborado. Ellos crean listados con grandes expectativas, los trabajan bien y selecionan el destinatario apropiado para solicitar la donación. Además admiten que la primera donación no debería ser la última, así que solicitan una suma razonable, generan una buena relación con los nuevos donantes y trabajan duro para incrementar la cantidad de cada donación, año tras año.

Por supuesto que uno quiere que los fondos de la nación ayuden a construir el ámbito cultural de su país. Y en este momento más que nunca necesitamos la participación activa de muchas personas. Pero aquellos a los que pertenecen los mayores interéses económicos de nuestra sociedad deben ser educados sobre el valor que tiene la cultura de crear una sociedad sana y predispuesta a participar.

La moralización de intimidarles para que donen, bajo mi experiencia, no es la herramienta apropiada para construir una base de donantes.

Desarrollar un enfoque inteligente con una perspectiva determinada, nos lleva a pensar que debemos saber darles algo a cambio, esa es la idea. 

 

 

Texto original: http://www.huffingtonpost.com/michael-kaiser/are-the-wealthy-obligated_b_3597841.html

 

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