Jöel Dicker: «Cualquier forma de ficción debe tener el don de convencernos, de poder entrar en la historia y creérnosla»

 

Por Benito Garrido.

 

El fenómeno editorial del año se titula La verdad sobre el caso Harry Quebert (Editorial Alfaguara,2013), y viene de la mano del joven escritor suizo Joël Dicker (Ginebra, 1985). Esta, su segunda novela, que ha sido ya descrita como un cruce entre Larsson, Nabokov y Philip Roth, ha recibido el favor del público y de la crítica más exigente, y ha sido galardonada con el Premio Goncourt des Lycéens, el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa y el Premio Lire a la mejor novela en lengua francesa. Su traducción prevista a treinta y tres idiomas es un indicativo más para justificar la posición que ocupa entre los libros más vendidos de nuestro país.

 

La verdad sobre el caso de Harry Quebert, de Jöel Dicker.
La verdad sobre el caso de Harry Quebert, de Jöel Dicker.

La verdad sobre el caso Harry Quebert.  Joël Dicker.  Editorial Alfaguara, 2013.  672 páginas.  22,00 €

¿Quién mató a Nola Kellergan? Esa es la gran cuestión en este intenso thriller, una verdad que no se desvelará hasta el final de un escabroso y apasionante recorrido. El amor, la amistad y la búsqueda de la identidad como escritor, se mezclan con la investigación policial en una novela negra que se desarrolla en tres espacios temporales −1975, 1998 y 2008− y cuya trama se centra en el asesinato de una joven de quince años en la pequeña ciudad de Aurora, en el estado de New Hampshire.

En 2008, Marcus Goldman, un joven escritor, visita a su mentor −Harry Quebert, autor de una aclamada novela−, y descubre que éste tuvo una relación secreta con Nola Kellergan. Poco después, Harry es arrestado, acusado de asesinato, al encontrarse el cadáver de Nola enterrado en su jardín. Marcus comienza a investigar y a escribir un libro sobre el caso. Mientras intenta demostrar la inocencia de Harry, una trama de secretos va saliendo a la luz.

 

P.- ¿Cómo surgió la idea para escribir esta historia? ¿Desde el primer momento te planteaste que fuese una novela negra?

En absoluto, la idea de hacer una novela negra me llegó en un tercer o cuarto planteamiento, cuando se me presentó el escenario concreto, en Maine, lugar que suelo visitar habitualmente, y luego cuando configuré el triángulo de los tres personajes, Harry, Marcus y Nola. Fue entonces cuando me planteé que podría ser interesante que ésta última estuviese muerta. La esencia del libro no es el crimen, no es la investigación, sino las relaciones personales que se plantean. Desde ese punto de vista, casi me atrevería a decir que no es una novela negra. En ese sentido, he escrito la novela que a mí me apetecía escribir.

 

P.- ¿Cómo ha sido la evolución de Jöel Dicker desde su primera novela?

Mi primera novela la publiqué con diecinueve años. En esa época yo era un joven adulto, y con este libro soy un adulto un poco menos joven. En ocho años, de los 19 a los 27, la vida de una persona cambia muchísimo, más incluso que de los 30 a los 40ironiza el autor ginebrino que ya es considerado un escritor reconocido pese a su juventud y que su última novela se va a publicar en muchísimos países gracias al buen hacer de su editor.

 

Jöel Dicker. Foto © Jérémie Spierer.
Jöel Dicker. Foto © Jérémie Spierer.

P.- Igual que al protagonista, ¿escribir da un sentido a tu vida?

Siempre he creído que los libros son más fuertes que la vida. Los libros trascienden nuestras vidas, son más fuertes, cambian, se metamorfosean dependiendo del lector. La literatura es algo inmenso e invencible. Comparto con Harry la idea de que lo importante es encontrar un sentido para uno mismo, y no hacer las cosas mecánicamente. Algunas cosas las hacemos así, claro, como empezar a trabajar a las ocho o pagar el ticket en el autobús, pero hay que ir más allá. El sentido es otro. Y hay que encontrarlo. Porque ¿qué es lo que queda cuando ya no queda nada, cuando llega la muerte? ¿qué es lo que da sentido para llegar hasta el final?.

 

P.- Saltos cronológicos en el tiempo, capítulos que se enumeran hacia atrás, coexistencia de varios narradores (diferentes perspectivas)… ¿te gusta quizás jugar con el lector, manipularle, despistarle…?

No manipular, no. Sí que juego con el lector, pero él también juega conmigo, es más como un intercambio de pareceres. Y ese es el placer precisamente, conseguir entablar ese juego con el lector, porque si no le convenzo, éste no tiene por qué seguir leyendo. Estoy contando una historia a través de mis personajes que debe enganchar a los oyentes-lectores para poder seguir contando. Si todos se ponen a revisar el móvil es porque no les está interesando la historia, y eso es lo que yo busco evitar como escritor, que no se despisten de la trama, que se la crean, que se olviden de sus rutinas y continúen enganchados al juego. Cualquier forma de ficción debe tener la capacidad y el don de convencernos, de poder entrar en la historia y creérnosla.

 

P.- ¿La narración en primera persona era el tono adecuado para contar este tipo de historia?

Tuve que darle muchas vueltas hasta conseguir el tono que buscaba: quería escribir una historia desde dentro, y todo se resolvió cuando decidí que la narración la hiciese el personaje de Marcus y además, en primera persona. Cualquier lector puede establecer los lazos que quiera entre mi personaje y yo, es algo con lo que he jugado al decidir usar esa primera persona, pero lo más importante era mi percepción de la historia. Siempre busqué huir de la auto-ficción en la historia, porque te impide tener una libertad absoluta sobre la misma, y yo lo que necesitaba realmente eran elementos que aportasen credibilidad.

 

harry-quebertP.- ¿Sabías ya desde el principio la identidad del asesino, o eres uno de esos escritores que improvisa la acción de los personajes conforme avanza la historia? 

Cuando empecé a escribir la novela no sabía hacia donde se iba a encaminar la novela, ni quien sería el asesino. Si lo hubiese sabido desde el principio, probablemente el libro hubiese tenido menos páginas, pero la excitación diaria y las ganas de escribirlo se conjuraron como si de un cuento para niños se tratase: una vez que se empieza no quieres que se acabe nunca.

 

P.- ¿Cuáles han sido las grandes referencias literarias de tu escritura?

Son los periodistas y los críticos, no yo, quienes establecen las referencias que sirven como guía para que los lectores sepan quién soy. Nadie me conoce y es normal que se busquen ciertas líneas para explicar lo que hago. Mi defensa tendrá que venir en los próximos libros, cuando tenga que demostrar que soy algo más que un libro. En cuanto a mi estilo, yo diría que está influido sobre todo por la literatura francesa, ya que escribo en francés, pero también por una mezcla de la literatura norteamericana y la rusa. Franceses como Roman Gary, Marguerite Duras, Albert Cohen… Los rusos me han permitido comprender hasta que punto un libro puede ser una verdadera aventura: Dostoievski o Gogol han sido autores que realmente han supuesto un choque para mí. Con la narrativa americana me unen muchas cosas, ya que viajo a Estados Unidos desde pequeño.

 

P.- ¿Cómo digiere un escritor tan joven el enorme éxito de su libro?

Supongo que es cuestión de aprender rápido y evolucionar con él. No podemos oponernos completamente al éxito. Es como un círculo vicioso: por un lado deseo tener tranquilidad y que no se hable mucho de mí, y por otro me encanta que se lea mi libro y además que guste. Y para ello no me queda más remedio que hablar de él. Pero hay que encontrar un equilibrio, alcanzar una disciplina y encontrar tiempo para estar solo. Si el éxito me hubiese llegado con una primera novela, todo habría sido distinto, pero yo ya llevo ocho años escribiendo y tengo varias novelas. Sé lo que hace falta para escribir, y para buscar momentos de distancia y tranquilidad. Me considero un tipo con suerte, que ha tenido buena fortuna con su novela, y que ahora se tiene que mostrar digno y capaz de la atención que se le está prestando, con nuevas novelas.

 

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