‘Locos por el té’: un juguete cómico de teatro en el teatro

Por Horacio Otheguy Riveira 

María Luisa Merlo y Juan Antonio Lumbreras encabezan un juego disparatado donde una bochornosa representación permite reírse de divismos teatrales y otras miserias humanas.

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Se ensaya una obra de época, un vodevil francés que se mofa de los tópicos de la comedia inglesa, una primera actriz que amenaza con irse a cada rato y un primer actor que nunca lo ha sido:

A mí me puso mi padre que es el productor, si no a cuento de qué voy a estar yo aquí, ya me dirás.

Desastres de risa

Un primer acto de ensayo eterno porque nada funciona y un segundo acto ya en noche de estreno mucho peor. Ficción y realidad a cual más imposible, entre una dama casada que intenta tener de amante a un joven patán bufonesco, mientras a su alrededor todo se expande en una abrumadora sucesión de desastres.

Con el buen ritmo impuesto por el director Quino Falero (El manual de la buena esposa), María Luisa Merlo juega estupendamente un papel bien aprendido a lo largo de su importante trayectoria por todos los géneros. Admirable entusiasmo como primera figura que permite el despliegue de recursos de los otros comediantes, sobre todo por parte de los actores que más se lucen porque sus personajes están mejor desarrollados, como: Juan Antonio Lumbreras (prácticamente el rey dislocado de la función, mezcla de Jerry Lewis y Groucho Marx hasta dar con él mismo, el Lumbreras auténtico que ya aplaudimos en otros espectáculos sensacionales como El inspector, Avaricia, lujuria y muerte, Esperando a Godot), y Óscar de la Fuente  que sólo sale en el primer acto, pero con un estilo descollante en el doble papel de actor secundario y mayordomo en la función, siempre queriendo destacar como sea y al precio que sea.

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Franceses de postín

 La función original, Thé à la menthe ou t’es citron, (Té a la menta o eres limón), la firma Patrick  Haudecoeur y su esposa Danielle Navarro Haudecoeur. Han obtenido premios importantes, y se han presentado en Festivales, donde fueron muy aplaudidos. A diferencia de España, Francia siempre ha rendido tributo intelectual a la llamada en tiempos “comedia cómica”, la más popular… Una categoría que da más juego al éxito por romper barreras y diluir prejuicios, pero como Patrick bien dice, lo más importante en el teatro son los espectadores, y es que “sobre todo tuvimos el premio del público, con casi mil representaciones, además de los estrenos en diferentes países”.

 Es una comedia disparatada sólo en apariencia, pues gran parte de lo que sucede lo he vivido en mis años de compañías de aficionados, e incluso en algunos ambientes profesionales donde los desastres se acumulan como si fuera una revista de los Hermanos Marx, pero con la diferencia de que en la realidad… el público asiste a estos descalabros y se ríe creyendo que forman parte de la trama.

Un valioso subgénero

 El teatro observado con mirada burlona es un subgénero del arte escénico en el que han destacado con alto poder de convocatoria y gran calidad artística espectáculos como el de Circus Ronaldo, un circo francés con tradición nómada, propiedad de una familia cuyo director ya va por la sexta generación: recorren el mundo, y pasaron por el Teatro Circo Price hace unos años, con una función de excepcional estructura, ya que el público de cada tarde se divide en dos grupos: uno va detrás del escenario y otro delante; segunda parte, a la inversa, y así todos ven la función propiamente dicha y los altercados, temores y divertimentos de la trastienda, donde, lógico es, no falta la representación de las envidias, los romances, las comicidad de la vida cotidiana con su pátina de tristeza… ya que al final el circo se viene abajo y quedan un hombre y su joven hijo en el último número sobre la pista.

 En el tinglado de la comedia carcajeante se lleva la palma ¡Qué desastre de función!, una función inglesa que se ríe de los cómicos ingleses y del teatro en general. Esta obra se ha representado en Madrid cuatro veces desde los años 80 por distintas compañías.

 Ya dentro del teatro español, muy ingeniosas y emocionantes las aventuras de El Nacional, de Albert Boadella por Els Joglars, donde teatro y ópera resultan heridos, burlados y finalmente homenajeados en un final sorprendente. Y, por último, los grandes juegos de La Cubana, ahora mismo en cartel con Campanadas de boda, donde persiste su pasión por el teatro dentro del teatro (aunque menos en comparación con sus anteriores funciones, Cómeme el coco, negro; Una noche en la ópera): gran imaginación y reparto de campanillas en autogestión de extraordinario éxito.

Pero aquí y ahora, la versión española de Locos por el té ofrece un buen elenco que se convierte en cómicos de pacotilla que se creen geniales aunque nunca recuerden la letra, y otros que se saben malísimos pero luchan por mantenerse en pie aunque la escenografía se les venga encima. Un juguete cómico que si se pilla su tono delirante desde el primer momento… se acaba saliendo con un buen montón de sonrisas con ansiedad de compartirlas.

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Locos por el té

Autores: Danielle Navarro-Haudecoeur y Patrick Haudecoeur

Adaptación española: Julián Quintanilla

Dirección: Quino Falero

Intérpretes: María Luisa Merlo, Juan Antonio Lumbreras, José Luis Santos, Esperanza Elipe, Ángel Burgos, Óscar de la Fuente, Rocío Calvo

 Iluminación: Alfonso Ramos

 Escenografía y vestuario: Elisa Sanz

Fotos: Javier Naval

Lugar: Teatro Alcázar (Cofidis)

Fechas: Desde el 16 de enero de 2014

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