Entrevista a Miguel Ángel Maya

PortadaPoetasPor Rebeca García Nieto

 

  1. Miguel Ángel Maya es un hombre del Renacimiento. Escritor de novelas, poemas, relatos y guiones, músico y ahora también editor. Por lo que se cuenta en el prólogo, la historia de la edición de esta Falsa antología completa de los Poetas Incendiarios ha sido una odisea, ¿cómo fue tu experiencia como editor de los Poetas Incendiarios?

 

Bueno, a menudo las historias que hay detrás de algunos libros son más interesantes que los propios libros. En mi caso todo se debió a una rocambolesca sucesión de casualidades. Yo no sabía nada del Nuevo Incendiarismo ni conocía a la poeta mexicana Debrah Wycliffe cuando ella me escribió después de leer mi primera novela. Al principio fue una relación epistolar y me fue interesando su producción artística: era guionista de documentales, poeta, editora. Me pareció una persona fascinante y arrolladora, y a partir de ella empezó a llamarme la atención el Nuevo Incendiarismo y el movimiento en el que se basaba: una olvidada vanguardia artística que surgió en México impulsada principalmente por los pianistas que acompañaban las sesiones de cine mudo. Investigando sobre el tema, me enteré de que a través del excéntrico músico italiano Giacinto Scelsi, quien mantenía una correspondencia estética con uno de los fundadores del Incendiarismo Mexicano, el pianista Edgar Torres, esa vanguardia había tenido mucha influencia en el cine de propaganda de la Segunda Guerra Mundial. Todo aquello me pareció extremadamente rocambolesco y bizarro, y decidí sumergirme de lleno en todo ello. Conocí entonces de cerca el Nuevo Incendiarismo y el Edificio Moneda. Realmente no me interesaba tanto el arte del grupo (mediocre, la mayor parte de los casos) como sus planteamientos, aunque la idea de publicar el libro surgió desde el convencimiento de que la poesía que se había producido en el seno del grupo había sido notable. La primera edición se publicó en México en 2012 y en noviembre de 2014 lo ha reeditado la Editorial Alegoría.

 

  1. Al leer esta Falsa Antología Completa de los Poetas Incendiarios, me ha venido a la cabeza el Movimiento Infrarrealista fundado por Roberto Bolaño en los 70. ¿Crees que los Infrarrealistas han sido un referente para los Incendiarios?

 

Alguna vez hablé con Debrah sobre esto. Ella se fue a vivir a México cuando estaba preparando un documental sobre Ciudad Solar, una comuna que existió en la Medellín de los 70. Debrah sentía una enorme fascinación por todos esos autores psicodélicos colombianos, todavía hoy grandes desconocidos, hasta el punto de que cuando murió acababa de traducir al inglés Angelitos empantanados y ¡Que viva la música!, dos extraordinarios libros de Andrés Caicedo, y había publicado en revistas norteamericanas traducciones extraordinarias al inglés de poemas de Raúl Gómez Jattin. Cuando salió el libro en México hubo quien apuntó levemente a una cierta inspiración infrarrealista o bolañana en los fundamentos del grupo, sin embargo la verdadera inspiración fue la comuna artística de Ciudad Solar, que tuvo lugar en Medellín a principio de los 70 y de la que formaron parte artistas que después fueron importantes en el arte o la cultura colombiana posterior, empezando por el propio Andrés Caicedo, sobre el que Debrah estaba preparando un documental. Debrah Wycliffe era medio mexicana, pero tenía un vínculo muy fuerte con Colombia. Me consta que se empezó a interesar en el infrarrealismo después, cuando el Nuevo Incendiarismo fracasó y ella abandonó México y se instaló otra vez en Nueva York. No obstante, cuando la asesinaron, trabajaba en la editorial Farrar, Strauss & Giroux, la editorial que publicó en Estados Unidos Los detectives salvajes.

 

  1. Hablando de Bolaño… Algunos escritores, como el chileno o Juan Carlos Onetti, tienen un imaginario fácilmente identificable. Algo parecido ocurre con tus libros. Desde tu primera novela, Últimas 2 horas y 58 minutos, has ido creando un universo propio y reconocible. Como en los libros de Bolaño y Onetti, tus personajes son recurrentes y transitan por varias novelas, como si su autor tuviera miedo de poner fin a su relación con ellos… ¿Qué relación mantiene Miguel Ángel Maya con sus personajes?

Es una pregunta interesante. Hay autores de libros (escriben un libro, con unos personajes y una historia, dicen lo que tienen que decir y cierran esa historia. Luego vuelven a hacer lo mismo con otro libro) y hay autores de obra (lo que tienen que decir literariamente no se completa con un solo libro, sino que los libros forman como constelaciones, y solo uniendo puntos consigue uno darse cuenta de la forma que tienen). Yo soy de estos últimos, a pesar de que mi obra sea ínfima. Hay autores a quienes les cuesta deshacerse de sus personajes y de sus historias, no sienten que todo termine al terminar el libro. En mi caso, esto no pasa con todos los personajes, pero sí con muchos de ellos: siguen con su vida aunque no aparezcan en los libros, y yo sigo de cerca sus pasos, les aconsejo que se cuiden, que se mantengan en forma, que no beban mucho ni trasnochen ni se metan en peleas. Mis libros son un poco como puntas de iceberg. Más allá de ellos siguen sucediendo cosas, y la mayoría de mis personajes siguen ahí, los llevo conmigo, están a mi lado o en la distancia: con algunos mantengo un contacto casi cotidiano, nos escribimos emails, nos llamamos, nos wasapeamos; con otros tengo menos, y sé de ellos a través de terceros (también personajes). Incluso, algunos personajes se han hecho amigos de mis amigos: por ejemplo, durante un viaje por Italia, Laura Mascherano fue a visitar a Paul Viejo (escritor y editor en Páginas de Espuma) a Cremona y se permitió incluso llevarle un manuscrito con cuentos escritos por ella. Todo ello a mis espaldas. Menos mal que en el mundo de los personajes todo se sabe.

  1. También, como la Santa María de Onetti o la Comala de Rulfo, alguno de tus libros transcurre en territorios míticos. El hombre que decía haber salvado a Rebeca B. tiene lugar en Saint Simons. Esta ciudad asoma también en esta antología de los incendiarios… Si fueras un guía turístico, ¿cuáles dirías que son las razones por las que Saint Simons merece una visita?

 

Si fuera un guía turístico me temo que no aconsejaría a nadie visitar Saint Simons. Saint Simons es una ciudad enfermiza e infernal que, sin embargo, todavía hoy hay gente que considera una especie de paraíso. Esa es paradójicamente la situación de muchos lugares del mundo: son infiernos con apariencia de paraísos. Muchos lugares turísticos son así y es difícil que el turista se dé cuenta de la realidad que subyace bajo un cocotero de postal. Saint Simons es un lugar que he ido conociendo casi sin querer. Caí allí por casualidad, haciendo autostop, y fui regresando porque, como todo lo siniestro y terrible, tiene una parte muy fascinante. La última vez que estuve allí se parecía bastante a una ciudad fantasma. Caminaba por las calles vacías y sentía las miradas celadas de los pocos habitantes que quedaban, tras las ventanas cerradas y protegidas con maderas podridas. Todavía no he entendido del todo de qué necesitan protegerse, si ya no queda casi nadie, por eso tengo que seguir yendo allí una y otra vez. No pararé hasta que comprenda del todo qué es lo que pasa en Saint Simons (y, sobre todo, por qué pasa).

© Gloria Rodríguez
© Gloria Rodríguez

 

  1. Otro aspecto característico de tu obra es la importancia que le das a la estructura. Según Bolaño, lo que hace que un libro se mantenga vivo y no se seque no es el argumento, sino la estructura, el andamiaje. Para él, “la estructura es la música de la literatura”. ¿Compartes la misma opinión?, ¿ha influido tu formación musical en la forma en que concibes tus libros?

Sí. Después de miles de intentos fallidos sin saber dónde estaba el fallo si yo sabía que más o menos escribía bien, era consciente de ello, un día me di cuenta de que lo que fallaba era la estructura y no las palabras (es la estructura, estúpido). Eso lo recuerdo como una especie de revelación. Hasta entonces no había sido capaz de verlo y había persistido una y otra vez en corregir, cambiar o sustituir palabras. No son las palabras las que sostienen un libro. El argumento, por su parte, la trama, sí son algo más parecido a esa carne inseparable de los huesos, a esos tendones tan adheridos a ellos que casi no se pueden separar. Pero sí, en la mayoría de los manuscritos que leo (que es donde uno ve más claramente los fallos), cuando el libro es fallido, cuando se cae, cuando se pierde, cuando no resiste la lectura, en la inmensa mayoría de los casos el problema está en la estructura. Salvo que se sea Robocop o Paolo Coelho, uno se pasa varios años escribiendo una novela, investigando, viajando, viviendo, escribiendo, trabajando. En la mayor parte de los casos (como en el mío) no se le puede dedicar todo el tiempo que uno quisiera, y a veces pasan días sin que uno pueda sentarse a escribir. Si uno no tuviera ese andamiaje para ir construyendo la novela ladrillo a ladrillo, no se sabría dónde hay que poner ese ladrillo, y el resultado sería una deformidad, un edificio ruinoso, sin criterio, insostenible. Con altas probabilidades de derrumbarse de buenas a primera, quedando todos los personajes sepultados y sin que sus familiares puedan pedirnos encima responsabilidad penal.

  1. He leído que estás trabajando en un proyecto sobre Pier Paolo Pasolini… ¿Podrías contarnos algo más?

Bueno, llevo desde 2003 interesado e investigando cuando puedo todo lo relacionado con el caso de su asesinato y eso me ha llevado paradójicamente a acercarme a su vida. Aunque más que quiénes lo mataron me interesa sobre todo el discurso que llevó a su muerte: tanto el suyo como el discurso de quienes lo mataron. Es por eso que te diría que, más bien, estoy trabajando en un proyecto pasoliniano, porque no es tanto sobre él, como tal, sino sobre una obsesión que ambos compartimos y es lo que me hace sentirme tan estrechamente vinculado a él: el poder, las formas de poder, el lenguaje con el que desde el poder se describe la realidad. Es un proyecto por el que transitan Pier Paolo Pasolini, Rodolfo Walsh, Salvador Benesdra, Antonio di Benedetto y más personajes. No tengo claro que sea una novela, aunque probablemente por ese motivo lo sea. Es un proyecto con muchas aristas con o contra el que mantengo un desigual y extenuante combate de boxeo donde ninguno de los dos se da por vencido (al menos por ahora). Cuando más estoy contra las cuerdas más maravilloso me parece esto de escribir. Me gusta tanto esa sensación que a veces pienso que no voy a terminarlo nunca, que voy a estar siempre escribiendo esta historia, volviendo a empezar, desbaratándola.

 

  1. Tengo entendido que también has empezado a dar los primeros pasos en el mundo del cine con un corto, ¿guarda alguna relación con tus libros? ¿Concibes tu obra como un conjunto?

Lo del cine ha sido siempre algo por lo que he sentido una fuerte atracción desde pequeño, pero nunca había podido llevar a cabo por cuestiones logísticas, por economía, porque era para mí un mundo muy lejano. Sin embargo, poco a poco, casi sin querer, ha sido un mundo al que me he ido acercando, primero desde el guion, después conociendo a gente que estaba dentro, haciendo producción, etc., y poco a poco empecé a hacerlo mío. Yo tenía escritos muchísimos guiones que pensaba que nunca rodaría, sin embargo se dio la posibilidad, encontré la gente adecuada, se congeniaron los tiempos, nos pusimos a preparar la producción y al final lo sacamos adelante. Conté con la generosidad inmensa de ese animal escénico llamado Carmina Barrios y con la de otros actorazos enormes, empezando por Ana María García, y siguiendo por Tridi Puñema y Virginia Cano, ya conocidos en la escena alternativa sevillana, y el primer trabajo en cámara de Diego León, de quien estoy segurísimo de que se hablará muchísimo dentro de muy poco tiempo porque a pesar de lo jovencísimo que es tiene un talento muy poderoso, que es muy evidente desde el primer momento. Se titula Los testigos. Fue un corto sencillo, con apenas dos localizaciones, a coste menos cero, con mucho humor negro y muy modesto, pero del que me siento muy satisfecho, sobre todo por las sensaciones que he tenido al dirigir. Ahora estoy preparando un corto algo más ambicioso, para el que estoy buscando financiación y estoy en plena preproducción. Se trata de un proyecto que ha sido seleccionado por el Festival de Málaga de Cine Español dentro de su programa de ayudas a la creación de este año. Es un corto modesto desde el punto de vista económico pero bastante ambicioso desde el punto de vista artístico y argumental. Eso supone un pasito más y una responsabilidad algo mayor. Espero estar a la altura del reto.

  1. Y en lo literario, ¿cuáles son tus próximos proyectos?

Bueno, por salud mental suelo llevar varios proyectos a la vez: uno suele ser el proyecto “bueno” y el otro suele ser un divertimento, un delirio que sé que nadie estará dispuesto a publicar pero que me permite desconectar y, sobre todo, experimentar. Se puede decir que en uno busco sin miedo a equivocarme y en el otro intento encontrar. Ahora mismo me encuentro con esos dos proyectos: el proyecto payaso listo y el proyecto payaso tonto. A principios de años terminé la primera versión de una novela corta que ahora tendré que regurgitar y acicalar mucho. También acabo de terminar la traducción de una nouvelle hasta ahora inédita en español de Fred Vaughan, un excéntrico periodista deportivo y guionista de programas de radio de ciencia ficción, bastante conocido en los años 50 en Estados Unidos pero a día de hoy completamente olvidado. La traducción de la nouvelle de Vaughan la vendo al mejor postor editorial.

 

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