‘El museo’, de Slawomir Mrozek

Por Octavi Franch.

el-arbol-de-slawomir-mrozekEl museo es el vigésimo cuarto cuento del recopilatorio de relatos titulado El árbol del narrador polaco Slawomir Mrozek, fallecido desgraciadamente en 2013.

Creo recordar que descubrí este escritor cuando un servidor empezaba a estudiar para formarme como escritor. Si no voy equivocado, uno de mis profesores nos encargó el análisis literario de uno de sus cuentos. A raíz de esto, me convertí en un fanático de Mrozek y compré el resto de sus libros, la mayoría de relatos. Su humor ácido, inteligente y social me cautivó desde el primer párrafo, además de su atemporalidad que lo convierte en un clásico de finales del siglo XX. Para mí sólo hay otro relatista con su talento: el también desaparecido Jesús Moncada.

En este artículo, vamos a destripar uno de sus cuentos más conocidos: El museo. El hecho de que la mayoría de sus relatos sean tan cortos (menos de 5 páginas) ya es de por sí un éxito y un gozo, porque cuesta muchísimo encontrar autores contemporáneos que escriban y publiquen este tipo de historias breves, que es lo que el lector desea encontrar cuando decide leer el libro en cuestión.

El museo vuelve a estar escrito en primera persona. En este caso, un hombre y su familia (su mujer y su hijo) visitan un museo para distraer al niño, el cual está bastante triste porque se les ha perdido el perro.

El museo en cuestión está dedicado a un escritor local muy famoso. Con la ayuda de una guía, la familia admira las pertenencias del protagonista del espacio cultural. La guía es totalmente verosímil, dado que es la típica funcionaria lacónica. La esposa del protagonista se fija en lo que casi cualquier mujer se fijaría en una casa que visita por primera vez. Por otra parte, el niño lógicamente intenta removerlo todo sin permiso. En cuanto al padre, es el responsable de hacer las preguntas incómodas cada vez que observa algo fuera de lugar en el museo, como conversaciones escritas por otros visitantes sobre el mobiliario del prestigioso escritor que allí se retrata.

Finalmente, nuestro protagonista decide escribir también su frase, refiriéndose a la pérdida del perro, justamente el motivo que les ha llevado hasta ese lugar, que de otro modo nunca habrían visitado.

En definitiva, una brillantísima crítica social sobre la hipocresía y la volatilidad de los valores humanos.

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